Escenarios & Sociedad: SOCI-01
""EL FANTASMA DE CIBRIÁN MAHLER"
Cuando la noche está llena de sol
Intenso romance. La larga ovación recibida anoche por la compañía dirigida por Pepe Cibrián Campoy saludando la excelencia del espectáculo ratifica la fantástica relación de afecto y admiración que los santafesinos, que colmaron el teatro, tienen con el artista. Foto: Pablo Aguirre.

Nada mejor que el subtítulo de la obra presentada anoche en la Sala Mayor del Teatro Municipal: un cuento musical. No un cuento narrado por un idiota que nada significa, como diría el famoso personaje shakespeariano. Tampoco una historia donde todos son malos muy malos o buenos muy buenos.

"El fantasma de Cibrián Mahler" no pretende más que narrar un cuento con el famosísimo fantasma como protagonista; la caída del Imperio Británico -nada menos- y el intento frustrado en este caso de yankilandia por ocupar tierras que no les corresponden, tan en boga en la era de George Bush. Son múltiples las adaptaciones que del original se han realizado a lo largo de la historia, pero siempre quedan resquicios para la novedad.

Como autor del libro, las letras de las canciones, la puesta en escena, la coreografía y la dirección general, Pepe Cibrián Campoy exalta sus temas preferidos: el de la libertad enemiga de la violencia; el remordimiento saludable, del arrepentimiento y la expiación, el de la redención del mal por obra y gracia del amor. Su objetivo básico es integrar la exaltación romántica con determinados aspectos de la cosa grotesca, recargada.

Como con todos los clásicos, es deseable un aire de renovación, siempre y cuando se sepa remontar el tiempo sin traicionar el espíritu de época, la razón de su vigente valor. Esta versión de Cibrián Campoy y también de Angel Mahler como autor de la música original enfatiza al valor poético y textual. El dibujo de los personajes protagónicos posee solidez y se captura la atmósfera de una Inglaterra en brumas. Desde la letra y la música queda muy claro el fuerte poder esgrimido por las clases dominantes.

La puesta en escena de Cibrián Campoy armoniza con excelencia la estupenda música de Mahler que combina una vez más orquestaciones de rica variedad tímbrica con armonizaciones perfectas, con la solvencia interpretativa de sus criaturas protagónicas. Todas las secuencias de conjunto tienen el sello de la sincronización. En la dirección de actores deben sumarse aciertos. Sobresalen por la excelencia Giselle Dufour, Emiliano Jaime y Mara Cancelo (aplaudidos con fervor) y Federico Picone, sustentados por la indisimulable entrega del resto del elenco, integrado por Juan Carlos Ferraris, Lorena García Pacheco, Mercedes Benítez, Roberto Cuello, Nahuel Picone, Ezequiel Salman, Marcelo Rosa, Cintya Arévalo y Lelia Parma.

Pepe Cibrián Campoy se da un gustazo interpretando al Marqués. Lo hace muy bien: se planta en escena y, con un indiscutido dominio de las tablas, ofrece una interpretación en la que se advierte también el inmenso placer que le provoca actuar, aquello que ha mamado tan de pequeño.

Es necesario destacar signos de indudable teatralidad, como la espectacularidad del riquísimo vestuario de René Diviú (más rico en esplendor visual en las imágenes del mundo fantasmagórico); el sonido de Osvaldo Mahler y el fantástico diseño de luces -una vez más, como ya nos tiene acostumbrados- de Cibrián Campoy y Ariel Greblo.

La decisión y la garra de una lectura de este clásico se patentizan en la fuerza notable que adquieren el dramatismo y, esencialmente, la poesía. En la totalidad surge con nitidez el tema de opresores y oprimidos. Luego de escuchar la última canción, donde se sostiene que "la noche está llena de sol" la extensa ovación no se hizo esperar. Con emocionadas palabras -que no ocultaron las lágrimas- Cibrián Campoy recordó la memoria de sus padres, que habían actuado "en este maravilloso teatro" y que "nosotros, los artistas, como la gente del campo, sembramos, cuidamos la siembra y cosechamos. Cosechamos talento argentino para compartir con ustedes y cosechamos estos aplausos, que tan bien nos hacen". No pudo continuar: los largos y sostenidos aplausos siguieron, para ratificar ya sin dudas que el romance de los santafesinos con Pepe Cibrián Campoy iniciado con la ya mítica "Drácula" está en un momento de esplendor.

Roberto Schneider