Deportes: DEPO-15
Uno de los mayores logros del deporte argentino
El día en que el bombero Delfo Cabrera protagonizó la hazaña
Hoy, el maratón dio por concluida la actividad en los Juegos Olímpicos de Beijing. Hace 60 años, Delfo Cabrera se llenaba de gloria en Londres.

Tomás Rodríguez(Especial para El Litoral)

El 7 de agosto se cumplieron 60 años del último triunfo del atletismo argentino en los Juegos Olímpicos, cuando Delfo Cabrera, natural de Armstrong, bombero dependiente de la Policía Federal Argentina, a los 29 años, protagonizó una de las mayores hazañas del deporte nacional, al vencer en su debut en el maratón de Londres de 1948.

La noticia

El mundo se conmocionó cuando las teletipos Siemens Äsobrevivientes de la Segunda Guerra MundialÄ en sus flashes informativos de la Agencia Reuters anunciaban que el argentino "Cabroro" (así lo anunciaba el cartel indicador del histórico Estadio de Wembley) ganó la tradicional prueba, adjudicándose la medalla de oro, con un registro de 2 horas 34 minutos 51 segundos 6 décimas, siendo escoltado por Thomas Richards, de Gran Bretaña, y Etienne Gailly, de Bélgica.

La alegría de Perón y Evita

Las sirenas de las fábricas del Gran Buenos Aires Äen la época de la primera revolución industrial argentinaÄ y en distintos lugares del país, al conocerse el histórico suceso, sonaron por espacio de cinco minutos; mientras, en la Casa Rosada, el presidente Juan Perón y Evita, titular de la Fundación que llevaba su nombre y ayudaba a los deportistas, se abrazaban y lloraban juntos por el éxito de su compañero y amigo.

El gobierno nacional, que en esa época apoyaba fervientemente al deporte, tuvo un loable reconocimiento hacia Cabrera, en atletismo, y a los boxeadores Pascual Pérez (mosca) y Argentino Rafael Iglesias (pesado), por haber obtenido las preseas doradas, concediéndoles a los mismos una casa para que los humildes deportistas pudiesen vivir con sus familias.

La trayectoria

Delfo Cabrera fue corredor de distintas distancias durante toda su campaña, de 800 a 20 kilómetros, representando a tres instituciones: San Lorenzo de Almagro, Independiente y Ferro Carril Oeste, además de ser delegado ante la Federación Atlética Metropolitana (FAM) por el Ateneo Cultural Deportivo Sarandí.

El atleta natural de Armstrong participó en 210 corridas, obteniendo 106 victorias, mientras que 63 veces fue segundo y en 22 ocasiones fue tercero. Otro logro de valía fue en 1951 cuando, además de abanderado de Argentina, se clasificó campeón en la corrida del maratón en los Primeros Juegos Panamericanos, celebrados en Buenos Aires (2 horas 35 minutos 2/10).

Cabe destacar que la familia de Delfo Cabrera continúa viviendo en la casa de calle Anatole France de Sarandí. Retirado de la actividad, fue instructor y maestro de deportes en distintos establecimientos educativos y centros deportivos, y miembro del Comité Olímpico Argentino (COA).

Trágico desenlace

El domingo 2 de agosto de 1981 falleció trágicamente, cuando regresaba tras recibir un homenaje en Alberti (Buenos Aires), siendo embestido por otro automóvil, guiado por un militar. Luego de ocho años de estudios, pericias, investigaciones y juicios, en 1989 terminó demostrándose la culpabilidad del conductor del otro rodado.

"Ganá vos, que yo estoy cansado"

El mendocino Eugenio Guiñez, cuando restaban cinco kilómetros para terminar la contienda en Londres, marchaba segundo del belga Etienne Gailly, siendo alcanzado por Delfo Cabrera. Entonces, lo alentó y gritó: "Negro, ganás vos; yo estoy cansado, vos estás entero y al puntero le faltan piernas. Hacelo por el país, el triunfo tiene que ser argentino".

En los primeros tramos de la extenuante corrida de 42,195 metros Ähabía comenzado a las 15.30, ante una elevada temperaturaÄ, Guiñez desobedeció los consejos de la estrategia previa del entrenador Pancho Mura, y encabezaba la prueba, comenzando a "tirar" en el pelotón de avanzada, seguido de Etienne Galli (Bélgica), Lou Wen Ngau (China), Thomas Richards (Gran Bretaña), Joanhes Coleman (Sudáfrica), Sydney Luyt (Sudáfrica), Gustav Ostling (Suecia), John Systad (Noruega), Armando Sensini (Argentina), Henny Larsen (Dinamarca) y Cabrera (Argentina).

En la parte final, el atleta europeo se observaba disminuido físicamente, ingresando en primer lugar al estadio de Wembley, con los pies doloridos, pesados y anímicamente destruido por la presencia del santafesino. A los pocos metros, Cabrera lo superó y avanzó con paso firme y contundente, mientras Francisco Mura y el boxeador Rafael Iglesias, desde el sector del campo, lo apoyaban con una bandera celeste y blanca.

La multitud, asombrada y atónita, reaccionó y ovacionó al argentino. Los sostenidos aplausos y vítores fueron el mayor premio que recibió Delfo Cabrera al recorrer el último giro por la pista, conmocionando al mundo...

Persecución política

Cabrera, con amplia sonrisa en su rostro y una indescriptible alegría, dedicó el triunfo "al Presidente Perón y al pueblo argentino". Siete años más tarde, al ser derrocado el gobierno constitucional por la denominada "Revolución Libertadora", fue destituido de sus cargos y perseguido políticamente. Así, tuvo que ejercer primero juntando papeles en una Municipalidad y luego como profesor de Educación Física en instituciones deportivas, para poder sobrevivir.

"Mire mamá, cuando sea como Zabalita"

Ese hombre pueblerino, con pinta de campesino, bajo y robusto, de denso bigote negro y unas piernas robustas, capaz de todo, cumplió el sueño de su vida al imponerse en la corrida de 42,195 metros de los Juegos Olímpicos de Londres.

Cuando tenía 13 años, cada vez que llegaba a su casa le decía a doña Juana Gómez: "Mire mamá, cuando su hijo sea como Zabalita". La madre, con una sonrisa le respondía que dejara de soñar porque "Zabalita hay uno solo".

Delfo se hizo a sí mismo una promesa: ganar el maratón de los Juegos Olímpicos para igualar la hazaña del llamado "Ñandú Criollo", otro santafesino, nacido en Rosario, que inscribió su nombre en la máxima competencia de 1932, a quien Cabrera admiraba y quería como si fuese su padre.

Delfo, cuando era adolescente, vivía en una casa humilde sobre el Bvar. Leones de la ciudad de Armstrong, y trabajaba con uno de sus hermanos en una de las empresas contratadas por Vialidad Nacional para pavimentar la Ruta Nº 9 Äinaugurada entre 1938-39Ä. No le agradaba andar a caballo, entonces regresaba corriendo, cada vez desde una distancia mayor, y muchas veces siguiendo algún sulky (coche tirado por caballos con uno o dos asientos).

Una vecina, la señora de Isoardi, cuando tenía 13 años le controlaba los tiempos que empleaba para recorrer distintas distancias. A los 16 años fue a correr a Rosario, salió cuarto y don Francisco Mura Ädespués fue como su segundo padreÄ lo apalabró para llevarlo al plantel de atletas de San Lorenzo de Almagro. No lo dejaron ir porque era demasiado chico; recién se trasladó a Buenos Aires cinco temporadas más adelante.