Deportes: DEPO-18 Desde Parque Roca

[ Por la boca muere ]

Andreev lo estaba llevando muy bien al primer set del primer partido. De hecho, le alcanzó para estirar el parcial al tie break. Pero el séptimo punto de ese desempate fue fundamental en la historia del duelo. El ruso había comenzado mejor, más sólido y confiado que su rival, pero un revés de Nalbandian mordió la línea, algo que no vio el ruso, que la dio mala. Bajó el árbitro Carlos Bernardes y la otorgó al argentino (que ni siquiera ganó el punto, sino que tuvo que jugarlo de nuevo) y ahí fue cuando el tenista visitante se desplomó mentalmente. Se enojó por el fallo, gesticuló, se desconcentró y, para colmo lo peor para él, despertó al público argentino, que a partir de allí se involucró decididamente con el partido, lo que favoreció de manera muy clara la cordobés. Ese punto fue un antes y un después. Claro, mucho tuvo que ver David, que aprovechó el bajón de concentración de su rival y lo atacó por todos lados hasta conseguir su triunfo.

[ Una banda ]

Una novedad para los duelos de Copa en Argentina fue ver un grupo de hinchas munidos de instrumentos de percusión. Un bombo, un tambor, un redoblante y pequeños platillos le otorgaron un colorido diferente a la serie, que también contó con sus acostumbradas cornetas, que se accionan con gas. Extraño para el ambiente del tenis, pero no por eso desdeñable.

[ Mejor, silencio ]

Un grupo de unos 30 rusos se hicieron un lugarcito en la platea detrás del banco que ocupaba (totalmente despreocupado) Shamil Tarpischev. Gritaban y vitoreaban ante cada buena acción de su compatriota en cancha, pero se equivocaron cuando intentaron hacer lo mismo que el público local. Ante un servicio de Nalbandian que se estrelló en la red, estridente fue el grito "noooo" del pequeño combo extranjero, que fue abucheado hasta el hartazgo por los más de 12.000 argentinos presentes. Se ve que la "reprimenda" surtió efecto, porque no volvieron a emitir sonido los rusos.

[ No falla ]

Si hay algo que es infalible para levantar el ambiente entre el público que presencia un espectáculo deportivo, es la célebre ola, patentada por los mexicanos en el Mundial de fútbol que organizaron en México 1986. En un cambio de lado, a un pequeño grupo de personas se les ocurrió levantar sus brazos y lanzar un grito, lo que fue imitado inmediatamente por todo el estadio en una dudosa sincronización. Pero el efecto de espectáculo ya había sido logrado.