LLEGAN CARTAS///

Señores directores: permítasenos a través de su digna prensa rendir tributo a una mujer simple, común, de las que cruzamos a diario en la calle sin llamar la atención, pero que llevan consigo el grano de mostaza que hacen grandes las pequeñas cosas, ese tesoro escondido del que habla el Evangelio.

Estamos recordando a Rosita Maspons, que recientemente aligeró su equipaje y partió a refugiarse en los brazos de Dios Padre y la Santísima Virgen, a quienes amó y por quienes trabajó. Extrañaría demasiado a José, su esposo por más de 50 años y desearía estar nuevamente con él.

Querría tal vez ya descansar y aminorar la marcha que la llevó a recorrer tantos senderos, siempre en bien de los demás. Porque Rosita también fue docente y recordar aquellos tiempos la llenaban de nostalgia y ternura. Sus alumnos eran parte del trofeo que le deparó la vida. Festejó sus 80 años y a sus amigas nos arrastraba a organizar sus famosos té bingo porque la afligían las finanzas de la parroquia.

El día que se escriba la historia de la Parroquia Nuestra Señora del Huerto, de la que el barrio Siete Jefes está tan orgullosa, los nombres de Rosita y José Maspons deberán ocupar un lugar de honor: infatigables trabajadores y benefactores hasta el último día de sus vidas.

Por todo eso y cuando el tiempo acaricie las heridas que su partida nos dejó, por favor Rosita desde el cielo, ese lugar de privilegio que te ganaste, no te olvides vos de nosotras.

Con el alma, tus amigas.

Ruth Brouwer de Leiva.

L.C. 1.118.173. Ciudad.