Cumple 80 años de labor

Hogar Estrada: “Se intenta que sea lo más parecido a una casa”

Agustina Mai.

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“Se intenta que sea lo más parecido a una casa. Los chicos tiene todas sus actividades fuera del hogar: van a la escuela, hacen deportes (fútbol, natación), aprenden a pintar, van a la colonia de vacaciones en el verano, reciben a sus compañeritos de la escuela, festejan sus cumpleaños. Todas las actividades se llevan a cabo de acuerdo con sus necesidades e intereses”, relata Marcela Boiko, directora del Hogar José Manuel Estrada, que está festejando durante este mes su 80º aniversario.

La institución aloja niños con sus derechos vulnerados por maltrato familiar, violencia, en situación de calle o abandono, y cuenta con un Centro de Estimulación Temprana para menores con discapacidad.

Vulnerabilidad social

En este momento, alberga a nueve chicos de entre ocho y doce años. “El perfil institucional es otro: apunta a chicos de entre cuatro y diez años, pero no es fácil. Tenemos que ser flexibles de acuerdo con la problemática de cada chico y la complejidad de cada caso”, explica Boiko, quien trabaja en el área de niñez desde hace 21 años y asumió hace ocho meses la conducción de la institución, dependiente de la Subsecretaría de los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social.

¿Cuáles son los motivos por los que los menores llegan al hogar? Graciela Varisco, terapista ocupacional, detalla: “Violencia familiar, que no es solamente violencia física, sino también verbal, psicológica, sexual; abandono, que no significa únicamente dejarlos en la calle, sino no ocuparse de ellos, de su salud, de su alimentación y de su educación; situación de calle, riesgo psico-físico y cualquier otra situación de vulnerabilidad”.

Permanencia transitoria

Según la ley Nº 26.061 de Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, la permanencia de los chicos en la institución debería ser transitoria y por no más de tres meses. Pero la realidad dista bastante de la norma y “es compleja”, sostiene la trabajadora social Carolina Avalo.

Una vez transcurridos los tres meses, el niño debería volver a su hogar o con algún pariente que pueda cuidarlo como corresponde. Sin embargo, las profesionales explican que no es tan sencillo. “El hogar es la última instancia, por eso se hace mucho trabajo previo in situ para ver cómo se puede resolver la situación de cada chico en ese territorio. Antes de ingresarlo al hogar, se trabaja con la Subsecretaría de los Derechos de la Niñez, buscando otros familiares. Recién cuando se agota esa instancia, se busca la institucionalización. Por eso es muy difícil resolver esta situación en tres meses, porque ya se han contemplado otras alternativas previamente”.

El destino de los chicos depende de la situación legal de cada uno: algunos están transitoriamente y tienen sus padres; otros tienen la situación legal resuelta para ser adoptados.

En la vieja casona de Guadalupe viven nueve chicos con distintas situaciones de vulnerabilidad. Algunos están transitoriamente hasta volver con sus familias; otros aguardan la adopción.

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Varisco, Boiko y Avalo (de izq. a der.) trabajan codo a codo con el personal del hogar para atender las necesidades de los chicos y las inquietudes de los posibles adoptantes.

Foto: Néstor Gallegos

Hogar Estrada: “Se intenta que  sea lo más parecido a una casa”

El hogar funciona en Almirante Brown 7398 desde 1947.

Foto: Néstor Gallegos

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EL DATO

Por la niñez

El Hogar José Manuel Estrada fue fundado en 1928 y funcionó durante dos décadas en lo que hoy es el Instituto de Epidemiología y Hospital Sayago. En 1947 fue trasladado al edificio que ocupa actualmente, sobre la costanera santafesina, al norte de la ciudad de Santa Fe.

En el marco del 15º Congreso Argentino de la Excelencia Santa Fe 2008, ha sido reconocido con el Premio a la Excelencia Humana e Institucional 2008.

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ADEMÁS

Finales felices

La directora asegura que, al asumir la gestión, se realizó un análisis institucional y se planteó como objetivo principal el tema de la adopción. “Había tres chicos de 10, 11 y 12 años —Jonhatan, Germán y Oscar— que hacía tres años que estaban institucionalizados y nos costaba mucho encontrarles una familia”, señalan. Para ello se desarrollaron las “Jornadas para Padres Adoptivos”, donde se compartieron las experiencias de las familias que adoptaron niños del hogar. En este marco, fue fundamental el trabajo de María Marta y Raúl, padres de María de los Ángeles, que hoy tiene 29 años y fue adoptada a los 8; Roberto y Estela, padres adoptivos de Lucas (11 años), y Luis y Silvia, papás de Guadalupe (16 años).

“Con el trabajo en equipo de la terapista ocupacional, la trabajadora social y el del resto del personal, apoyamos a los chicos, atendemos a las familias cuando vienen y después hacemos un seguimiento: preguntamos cómo están cuando se van a hacer el período de vinculación, si van a volver o no”, cuenta Marcela.

Afortunadamente, estos tres nenes conocieron matrimonios que querían adoptar y, tras un proceso que llevó varios meses, se fueron conociendo. Recientemente, Marcelo y María de las Nieves obtuvieron la guarda de Germán (10 años); Gerardo y Mariela, la de Jonhatan (12); y Julio y Viviana, la de Oscar (7 años). El período de guarda es de seis meses; transcurrido ese plazo, se pueden iniciar los trámites de adopción. Las tres parejas aguardan con muchas expectativas ese momento.