Asturianos que llegaron escapando de la colimba

Álvaro Lazzarini, alumno del Colegio Nuestra Señora de Covadonga, indagó sobre sus orígenes y pudo elaborar una rica investigación, que compartimos con nuestros lectores.textos de Álvaro Lazzarini

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Celestino Pico llegó a los 17 años de Asturias, en 1915.

Desde San Cristóbal, Salas, Oviedo, en Asturias, llegó mi bisabuelo materno Don Celestino Pico Martínez a los 17 años, escapando del servicio militar español por el cual debería participar en la Primera Guerra Mundial.

De su vida en su pueblo natal se sabe que tenían un prado -un pequeño campo- con el habitual hórreo y que para movilizarse tenía un burro llamado “Perico’. Su madre prefirió que su hijo se embarcara hacia la Argentina donde tenía familiares de muy buena posición económica, que habían emigrado con anterioridad, antes que perderlo en una batalla. Eran varios hermanos y luego de él irían llegando los otros a América. Sus hermanas fueron a Cuba donde llegaron a tener una plantación de tabaco, pero luego fueron expulsadas por Fidel Castro, y terminaron sus días en Miami.

Celestino llegó a Buenos Aires con un permiso de viaje firmado por su padre en el cual mintió su edad: pusieron que tenía 19 años en vez de 17 para que pudiera embarcarse.

Llegado a la casa de su tío, en Buenos Aires, no fue bien recibido o no como él esperaba. A los tres días lo obligaron a ir a trabajar gratis en la empresa de la familia. Posteriormente, cansado de la explotación familiar, partió a La Plata para trabajar de ayudante de cocina, oficio que siguió desarrollando en Berisso y Ensenada, hasta que logró llegar al cargo de chef en un importante hotel.

Por este motivo, fue a vivir a Córdoba y luego a Santiago del Estero. Finalmente llegó a Santa Fe y comenzó a trabajar para el Seminario de Guadalupe, adonde conoció a mi bisabuela Zoraida “la Lala’ Benelli, quien era de una familia de italianos provenientes de El Sauce, Corrientes.

En realidad su padre, en Italia, se había batido a duelo con un primo, a quien creyó haber matado, motivo por el cual escapó y subió de polizón al primer barco que encontró y que resultó venir hacia Argentina. Por eso nunca se enteró de que su primo no había muerto y no había ningún cargo en su contra, pero tampoco pudo nunca reclamar su herencia.

Llegó a Santa Fe y se radicó en Villa Guadalupe que era una zona, prácticamente, de quintas. Y allí Zoraida comenzó a trabajar como empleada del seminario.

Se agranda la familia

Celestino y Zoraida se casaron en el año 1929, cuando ella tenía 19 y él 33. Luego en 1932, el 9 de junio, nació mi abuela Adelina que lleva ese nombre por una de las hermanas de mi bisabuelo y que es un nombre común entre los asturianos.

Durante esos años, mi bisabuelo fue socio del Centro Asturiano, pero por una diferencia con otros integrantes se enojó y se hizo socio del Centro Gallego. Mi bisabuelo murió a los 70 años sin poder volver a Asturias ni ver nunca a su madre.

Mi abuela Adelina, en 1950, conoció a mi abuelo Oscar Antonio Serra Fleitas, nacido el 9 de septiembre de 1929, de padre piamontés (Bartolo Bautista), quien vino de un pueblo de Turín, Saluzzo, y madre descendiente de brasileños, Adriana. Se conocieron por vínculos laborales en La Forestal. Ella vivió hasta los 99 años y él murió en 1982, a los 80 años.

Mis abuelos maternos, Adelina y Oscar, se casaron en 1958, un 9 de octubre y tuvieron tres hijos. La primera murió a los diez meses de edad; en 1961, nació mi mamá María Isabel y en 1963, mi tío Oscar Antonio hijo. Mi abuelo murió a los 49 años, en un accidente en 1978.

Celestino Pico Martínez murió a los 70 años sin poder volver a su Asturias natal, ni ver nunca a su madre.

Por otro lado, desde Escocia, en el Reino Unido, llegó mi bisabuelo paterno John Watson Edgar Mc Loard como gerente del Banco de Londres, en 1922, luego de haber combatido en la Primera Guerra Mundial. Aquí conoció a Ascensión Bouchez -de padres franceses- y se casaron en 1929.

En 1931, nació mi abuela Constancia “Connie” María del Rosario Edgar, quien se casó en 1956 con Emilio Horacio Lazzarini, cuya familia había llegado a la Argentina formando parte del plan de colonización de 1880. Era una de las familias fundadoras de Esperanza; por el lado materno de apellido Racine, de origen francés. Su padre, llamado Emilio Marcos Lazzarini, se casó aquí con otra descendiente de inmigrantes franceses llamada Angélica Barre.

Un 5 de agosto de 1958 nació mi padre Emilio Marcos Lazzarini, llamado así en honor a su abuelo, nombre que permanece en la tradición familiar. Corría el año 1981 cuando mis padres se conocieron y se casaron el 25 de febrero de 1989. Más tarde, un 16 de mayo de 1992 a las 10.30 de la mañana nací yo, Álvaro Agustín Lazzarini, y el 1º de abril de 1998, nació mi hermano: Augusto Emilio “El Negro” Lazzarini.

ENTRELÍNEAS

“Su madre prefirió que su hijo se embarcara hacia la Argentina donde tenía familiares de muy buena posición económica, que habían emigrado con anterioridad, antes que perderlo en una batalla...”.

Álvaro Lazzarini.