No tuvo reacción y mostró tantas inseguridades adentro como las que sufrió afuera en los últimos días...

Unión jugó como un equipo que se va al descenso

El mejor síntoma se dio a los 12 minutos, cuando Guerra sintió un tirón (¿desgarro?) y se fue prematuramente de la cancha. Fue una tarde para el olvido.

Unión jugó como un equipo que se va al descenso

Panceri festeja su gol, después de una muy buena maniobra colectiva, que prácticamente selló el resultado a favor de All Boys. Zapata, el capitán, mira sin entender lo que está sucediendo.

Foto: Télam

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Buenos Aires)

El mismo Quiroz que había hablado de una “transfusión” a sus jugadores después de la derrota ante Tiro Federal y que también había criticado a su equipo luego de la mala actuación con Almagro y de la derrota ante los tucumanos de Atlético en la avenida, fue quien salió a respaldar al grupo en el vestuario de All Boys. Lo dijo el mismo técnico que antes se había sorprendido por los vaivenes emocionales de un equipo capaz de dejar todo y algo más también -en algunos partidos (como el de Rafaela, por ejemplo)- y en pocos días, tirarse barro encima. Lo dijo un Quiroz acostumbrado a grandes batallas, temperamental ciento por ciento como jugador y que durante su carrera fue 80 por ciento de entrega anímica y 20 por ciento de fútbol (con todo respeto lo digo a la carrera de un muy buen jugador como fue Teté). Lo dijo un Quiroz que sintió en el viaje, en la concentración, en la cena del viernes y en el almuerzo del sábado, y en el propio vestuario antes del partido, que tenía un plantel que no estaba entero, que no estaba metido, que no estaba lo suficientemente enchufado para afrontar un partido de fútbol que en otras circunstancias se podía ganar o empatar.

Quiroz fue la primera gran referencia que uno pudo encontrar ayer para analizar los peores 90 minutos que jugó Unión en el torneo. Peores que los de Almagro o los de Tiro Federal. Y digo Quiroz, porque también fue la referencia a la hora de buscar explicaciones en otros partidos. Y no es que el técnico haya suavizado su óptica, sino que sus palabras partieron del sentimiento que le despierta. Y lo que antes fue autocrítica profunda, ayer se transformó en otra cosa más emparentada con la comprensión que le despierta un grupo evidentemente “tocado”.

De fútbol, nada

Unión fue un equipo sin ningún tipo de reacción. De lo anímico ya se habló; pero de lo futbolística no hubo nada para rescatar. Ni siquiera las levantadas que suelen tener algunos equipos cuando les toca ir perdiendo, como por ejemplo ocurrió con Defensa y Justicia, levantando el 0-2 que Unión le estaba propinando en el primer tiempo.

¿Qué se puede rescatar de Unión?: ¿el rendimiento defensivo?, ¿el fútbol que se puede esperar que salga de los pies de Arrúa, de Zapata o de Rosales?, ¿la potencia ofensiva de Guerra? Nada de esto. La defensa jugó mal colectiva e individualmente; el mediocampo no tuvo contención ni manejo ni creatividad, y arriba no se aportó nada: Guerra salió prematuramente lesionado, Weiner se quedó en amagues pero fue el más inquietante, y de poco sirvieron los ingresos de Márquez y Pereyra, más allá de que ambos participaron en la jugada del gol, que en nada podía cambiar la historia.

La idea de Quiroz fue la de adelantar al equipo, pero se desprotegió en todos los sectores de la cancha. En el medio, Umbides manejó como quiso la pelota, jugando el primer tiempo a espaldas de Zapata y más suelto en el complemento. Y arriba, Bartelt y Solchaga —sobre todo el primero— resultaron imparables para una defensa insegura, empezando por Ojeda, que se equivocó en dos de los tres goles y asumió responsabilidades.

Desmejorado

Quiroz movió el equipo con el partido 0-1. Quedó con tres atrás (Fontana-Mosset-Yacob), tres volantes (Pérez-De la Fuente-Zapata), un enganche (Rosales) y tres puntas (Weiner-Guerra-Pereyra). ¿Qué pasó?, nada. Unión se abrió más en defensa, All Boys esperó bien agrupado atrás y jugó de contragolpe. Así empezaron a crecer las figuras de Bartelt y Umbides, a la vez que Unión no tenía argumentos y se empezaba a derrumbar.

La prueba elocuente de lo mal que estaba jugando Unión era Martín Zapata, un jugador que puede jugar bien, regular o mal, pero no cae en las tremendas imprecisiones y falta de respuesta que se le notaron en el segundo tiempo. Quizás allí, en esa imagen del jugador más rescatable, por regularidad, que tiene Unión, se puede resumir lo que fue el equipo: ni siquiera un manojo de voluntades.

Incidió lo del jueves

Todos aceptan que los jugadores de Unión tienen miedo. Lo insinúan ellos, lo señala el técnico y también lo aprecian los dirigentes. No es bueno andar por la vida con miedo, porque, se sabe, el miedo paraliza. Y ayer, Unión fue un equipo paralizado, que parecía jugar para no irse al descenso, que hacerlo por pegar un nuevo salto para terminar bien la primera rueda.

El Unión de ayer no puede buscar excusas en el árbitro (que dirigió mal pero no incidió en el resultado), sino rastrear internamente hasta qué punto la visita de los hinchas el jueves, la suspensión de la práctica, el clima de inseguridad y de temor que viven algunos jugadores, son determinantes de tan floja actuación.

Unión estuvo en otra cosa, eso es totalmente cierto. Pero también, como dijo el propio Miguel Ponce, uno de los máximos referentes de la dirigencia rojiblanca, alguien tendrá que ponerle alguna vez el cascabel al gato. Pues se sabe que dirigentes y jugadores tienen alguna porción de responsabilidad —y no me refiero exclusivamente a lo que pasa en Unión, porque esto ocurre en casi todos los clubes del fútbol argentino— en el crecimiento y las libertades que disponen estos individuos para trabajar a partir de sembrar el miedo.

No sé si ellos, los que estuvieron el jueves en La Tatenguita alterando al plantel, se habrán dado cuenta del daño que cometieron. Sí estoy seguro que Unión debe dar por terminado, en todos los sentidos, muy rápido este incidente, tomando medidas, previniendo y esperando que ahora la Justicia actúe.

(Pasa a la página 7)

Unión jugó como un equipo que se va al descenso

Fontana y Bartelt pelean por la pelota, mientras De la Fuente mira. En el caso del 10 de All Boys, fue una de las grandes figuras de la tarde, junto con Umbides. Por su parte, Fontana y De la Fuente jugaron muy por debajo de su nivel.

Foto: Télam

All Boys 3

Unión 1

Cancha: All Boys.

Arbitro: Julio Barraza.

All Boys: Cambiasso; Vella, Ferrari, Madeo y Panceri; Fernando Sánchez, Patricio González, Umbides y Vieytez; Bartelt y Solchaga. A.S.: Perelmas. Estuvieron en el banco: Ramírez, Alvarez y Ambrosini. D.T.: José Romero.

Unión: Ojeda; Fontana, Mosset, Yacob y Pérez; Arrúa, De la Fuente, Zapata y Rosales; Weiner y Guerra. A.S.: Caprio. Estuvieron en el banco: Vera, Gold Betig, Gorostegui y Maximiliano Piriz. D.T.: Fernando Quiroz.

Goles: en el primer tiempo, a los 6 m Solchaga (AB). En el complemento, a los 13 m Panceri (AB), a los 24 m Umbidez (AB) y a los 45 m Márquez (U).

Cambios: en el primer tiempo, a los 16 m Márquez (U) por Guerra. En el complemento, al iniciarse, Pereyra (U) por Arrúa; a los 26 m Equiú (AB) por Vieytez; a los 31 m Poizón (AB) por Solchaga y a los 37 m Toraza (AB) por Umbides.

Amonestados en Unión: Yacob, Zapata, Rosales y De la Fuente.

(Viene de la página 6)

RESEÑA

bajo

la lupa

OJEDA (3). El peor partido del pibe desde que ataja en Primera. Se equivocó en el primero (salió a destiempo) y en el tercero (se resbaló en la jugada previa). Tapó un par de remates, pero eso no alcanza para subsanar los errores.

FONTANA (4). Flojo partido del tucumano. Aportó poco en el primer tiempo y no tuvo solidez en el segundo, cuando quedó como stopper por derecha. Se quejó del arbitraje, que fue malo, pero no incidió.

MOSSET (4). No fue el retorno esperado para el “Tato”. De todos modos, defensivamente fue el mejor, aunque sin jugar bien.

YACOB (4). Complicadísimo con la presencia de Solchaga y la habilidad de Bartelt. Otro que tuvo una tarde olvidable.

PÉREZ (4). Arrancó mal como defensor, perdiendo varias veces en el mano a mano con Umbides, y siguió mal en el complemento, cuando fue a jugar de carrilero por el otro costado.

ARRÚA (3). Venía jugando bien y se había ganado con creces la titularidad. Ayer lo hizo muy mal.

DE LA FUENTE (3). Otro que estuvo desconocido. Muy poca gravitación en la recuperación —su fuerte— y totalmente inseguro en el manejo de la pelota.

ZAPATA (4). El único que podía levantar al equipo, temperamentalmente hablando, tampoco lo logró. Fue el síntoma más claro de lo que le pasó a Unión ayer.

ROSALES (4). Le faltó explosión en los últimos metros de la cancha. Retrocedió bien a buscar la pelota, pero la jugó en mitad de cancha y lejos del arco. No pesó adónde debía hacerlo.

WEINER (4). Lo buscaron muy poco. Arrancó bien en el primer tiempo, con movilidad y complicando. En el segundo, entró en el desconcierto generalizado.

GUERRA. Es imposible evaluarlo porque, apenas transcurrido diez minutos, en el primer pique, sintió el “pinchazo” que lo dejó afuera prematuramente. Puede ser un desgarro.

MÁRQUEZ (4). No cambió mucho con su entrada, a pesar de que anotó un gol más para su estadística. Fue uno más dentro de un muy bajo nivel general.

PEREYRA (4). Pareció que aportaba mayor movilidad y peligrosidad al ataque, pero a los pocos minutos se fue desinflando.