Exorcista de demonios y amuleto

El juego de la piñata inunda

museo de arte en México

La tradición milenaria tiene su origen en China. Gracias a Marco Polo, esa tradición desembarcó en Italia, donde tomó su nombre definitivo: pignatta, o jarrón de barro.

Laura González de Artaza

EFE

Más de doscientas piñatas de todos los tamaños y colores inundan desde ayer el Museo de Arte Popular (MAP) de México, donde reflejan su pasado como amuleto y exorcista, hasta llegar al divertimento indispensable que representa hoy en las fiestas mexicanas.

El director de operaciones del MAP, Luis Armando Asa, explicó a EFE que la tradición milenaria de la piñata tiene su origen en China, donde se hacían figuras de vacas, bueyes y búfalos de cartón y papel, que se llenaban con varias semillas.

Los chinos entonces las golpeaban con unas varas de colores hasta hacerlas reventar, y al papel lo quemaban y se guardaban sus cenizas como augurio de buena suerte para el resto del año.

Gracias al explorador italiano Marco Polo, la tradición desembarcó en Italia, donde tomó su nombre definitivo, pignatta, que significa jarrón de barro.

Fue en Europa donde adquirió su sentido religioso y se utilizó en las fiestas de Cuaresma, costumbre que adoptaron los españoles y que exportaron a las colonias americanas.

En América, los mayas tenían un juego en el que rompían con los ojos vendados una olla de barro llena de chocolate que colgaba de una cuerda, por lo que no fue difícil adaptar la tradición en 1542, pero, en lugar de en Cuaresma en Adviento, para que el nacimiento de Cristo coincidiera con el nacimiento, a final de año, del dios de la guerra y del sol azteca, Huitzilopochtli.

Por ello, las piñatas no faltan en las fiestas decembrinas.

“Exorcizar los demonios”

Las más tradicionales son las de siete picos. Cada uno de ellos representa un pecado capital que hay que romper para “exorcizar los demonios”, indicó Asa.

El palo representa a la ayuda de la Iglesia para acabar con el mal. La fruta dentro de la piñata son los beneficios que se reciben de Dios y los que destruyen esta última se vendan los ojos, porque “la fe es ciega”.

En México, la primera Navidad se celebró en 1523 y en ella se incorporaron las también tradicionales “posadas”, una serie de celebraciones nocturnas del 16 al 24 de diciembre que representan, cada una, un mes de embarazo de la Virgen María y su búsqueda de un lugar seguro para que naciera Jesús.

Esta tradición mexicana se acompaña de una procesión encabezada por las imágenes de María y José, en la cual los feligreses cantan villancicos frente a las puertas de las casas de sus familiares o amigos.

Una vez conseguido albergue, se hacen cánticos, se reza el Rosario y se rompe la piñata.

Aun así, este objeto hecho con cartón y papeles de colores no falta en ninguna fiesta infantil mexicana, donde en ocasiones el tradicional relleno de frutas —tejocote, naranjas, limas, jícamas, cañas y cacahuetes— se cambia por dulces y caramelos, como en los cumpleaños.

“A través de los años, la forma de la piñata ha ido evolucionando gracias al papel de los artesanos mexicanos”, sostuvo Asa. De la estrella de siete picos se ha pasado a diseños originales como flores, barcos, pájaros, animales, reyes, aviones, payasos, monstruos, soles, personas, princesas y personajes de películas de dibujos animados, como es posible comprobar en las 244 piezas expuestas en el MAP.

La muestra, que permanecerá abierta hasta el 1º de febrero, es resultado del Segundo Concurso de Piñatas que organizó el museo para rescatar la esencia del arte popular y que este año logró duplicar el número de objetos expuestos.

El juego de la piñata inunda museo de arte en México

En el Segundo. Concurso de Piñatas se presentaron más de doscientos trabajos de todos los tamaños y colores, que se exponen con la finalidad de reflejar su pasado.

Foto: Agencia EFE