LOS COMIENZOS. “Empecé a los 20 años jugando en el viejo Santa Fe Bowling Club, que después se fue transformando en diferentes clubes, hasta llegar en el ‘90 a ser El Clásico. Este es un deporte que en la Argentina se juega sólo como amateur. Yo tenía un quiosco, donde trabajaba todo el día. Cuando terminaba, iba a jugar a la madrugada; era el único horario que tenía”.

UN DEPORTE PARA TODOS. “El bowling es un deporte que se puede empezar a jugar a cualquier edad: es para chicos, grandes, hombres y mujeres, para toda la familia. Los chicos de 5 años ya quieren jugar, pero no aguantan la bola porque cada una pesa entre 4 y 5 kilos. A partir del momento en que la pueden levantar, ya pueden empezar a jugar. Lo bueno es que no tiene fecha de finalización porque no implica demasiado desgaste físico. Tenemos personas de 71 años que siguen jugando”.

PRIMER CAMPEONATO. “En 1987 jugué por primera vez en un campeonato argentino, de casualidad. Había viajado para acompañar al equipo, que era de 8 jugadores. Uno de los vehículos en el que viajaban 3 jugadores tuvo un accidente y uno quedó con una herida que no le permitía jugar, entonces lo reemplacé”.

LAS PISTAS. “En 1988 cerraron el local aquel del que te hablé y durante dos años no tuvimos dónde jugar. Salimos a buscar lugar, hasta que en 1990 conseguimos el Club El Clásico (Hipólito Yrigoyen 3179). A partir de ahí, jugamos en forma ininterrumpida. Antes usábamos pistas de madera, en cambio las de ahora, que son sintéticas, son más duraderas porque no se dañan con la bocha. No tenemos la tecnología de Buenos Aires ni parado automático; son varios los parapalos que nos acompañan. Estas cuatro pistas las mantenemos con el esfuerzo de todos los jugadores”.

CON DISCAPACITADOS. “En el año 2005 el presidente del club, Carlos Rodríguez, fue a un torneo en Mendoza y se encontró con la sorpresa de ver discapacitados jugando al bowling. Trajo la novedad a Santa Fe, habló con el Defensor del Pueblo y con la Municipalidad, e invitamos a todos los centros de discapacitados a participar. Al principio éramos dos los que les enseñábamos a los chicos; ahora somos cuatro y contamos con un chico discapacitado que es instructor. En este momento participan 165 chicos.”