DE RAÍCES Y ABUELOS

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1. En la presentación realizada en el Círculo Italiano no faltaron bailes típicos de la región.

Para entender el pasado


La escritora Norma Battú continuó su trabajo de investigación sobre los orígenes de la comunidad de Emilia, pero también incluyó datos sobre otras localidades cercanas.TEXTOS. MARIANA RIVERA. FOTOS. MAURICIO GARÍN Y GENTILEZA N. BATTÚ.

“Emilia: nacimientos, matrimonios y defunciones, segunda parte” es el título del trabajo de investigación presentado en la sede del Círculo Italiano, el 15 de octubre pasado -en el marco del Ciclo Cultural 2008-, por la escritora Norma Battú.

Si bien esta investigación sobre genealogía -realizado en el marco del proyecto “Conservar la Memoria”, que se desarrolla con apoyo de la Secretaría de Cultura del Ministerio de Innovación y Cultura, en el ámbito de su Departamento de Literatura, y de la Comuna de Emilia- se focaliza en esa localidad es aplicable a otras de igual naturaleza.

Posteriormente, su colega Susana Colombo presentó el libro de su autoría titulado Enhebrando la historia: familia Pastorelli Lazzaroni, que reúne algunas historias y poesías vinculadas a una familia inmigrante y sus descendientes, respecto al cual nos referiremos en una próxima publicación de De Raíces y Abuelos.

Respecto a la segunda parte de este trabajo de investigación sobre nacimientos, matrimonios y defunciones de Emilia -la primera había sido editada en 2006-, su autora precisó que también incluyó datos concernientes a otras poblaciones cercanas, pero que fueron anotados en Emilia.

Tras plantear que “la genealogía es una disciplina que investiga el origen y la filiación de las familias, que procura determinar nuestro linaje. Todo estudio genealógico de una familia, cualquiera sea su condición social actual, es enriquecedor para la historia misma de la sociedad. Porque no hay antiguas familias y nuevas familias. Todas son igualmente antiguas y valiosas. Algunas son más o menos célebres o poderosas, pero todas contribuyen a formar una nación”.

Asimismo, aseguró que la genealogía es una ciencia muy antigua y dio algunos ejemplos: “Desde siempre se ve la preocupación del hombre por identificar a sus ancestros. En Emilia encontramos documentos concernientes a los primeros colonos que constituyen un reflejo de lo expuesto. Podemos leer en un pasaporte del siglo XIX “Colombo Vittorio, fu Remigio’. Conocemos dos datos: que el padre de Victorio Colombo se llamaba Remigio, y que al 28 de julio de 1887 ya era difunto (fu)”.

Y continuó: “En ciertas aldeas se aclaraba en las actas el nombre del padre y del abuelo. Esto era debido a que muchas personas portaban el mismo apellido (y en ocasiones coincidían los apellidos paterno y materno) y el mismo nombre, en una época en la cual no existían documentos de identidad informatizados. Así, cuando en Saboya un documento decía: “François du vivante Jean feu Antoine’, se señalaba a “François, hijo de Jean, aún vivo (vivante), el cual a su vez era hijo del difunto (feu) Antoine’”.

Con valor agregado

Respecto a las aplicaciones prácticas que tiene el trabajo realizado, Battú aseguró que “la genealogía tiene valor por sí misma y también como auxiliar de numerosas ciencias: la Biología y la Genética, la Medicina, la Demografía, la Historia. En Emilia, hace años que se trabaja el tema. La comuna repartió modelos de árboles genealógicos y la idea es que cada miembro de la comunidad tenga el suyo. Esto repercute a distintos niveles: afectivos (reconocer como familiares a personas con las cuales se ignoraba el parentesco), psicológicos (permite entender la identidad de individuos y grupos), entre otros”.

En ocasiones -opinó- es un ejercicio de humildad: a veces se menoscaba ciertas familias o ciertos grupos, y se descubre que están entre los ascendiente. En Emilia es notable la presencia de “antepasados fuertes”; personajes que aparecen en la mayor parte de las familias.

La investigadora también mencionó que “pueden haberse dado uniones entre parientes -lejanos o no- y el mismo ancestro retorna varias veces, en generaciones distintas. Casi todos los miembros que descienden de familias antiguas son parientes en un grado más o menos lejano. También es interesante ver la fusión de etnias que se fue dando desde 1868. Aborígenes, criollos, afros, tanto de distintas provincias argentinas como de variados países americanos, europeos de diversas procedencias, árabes. No hay raza pura; el concepto de raza ha sido superado por el de etnia, grupos de familias en el más amplio sentido, cuya unidad se basa en una lengua, una cultura y estructuras familiares, económicas y sociales comunes.

las Diferencias

Al evaluar ambos trabajos de investigación, Norma Battú advirtió que “existen diferencias entre ambos volúmenes. Para el primer tomo (1868-1900) me basé fundamentalmente en actas parroquiales, conservadas en las iglesias, en el Arzobispado, o microfilmadas por la Iglesia Mormona. El Registro Civil, en Santa Fe, comenzó a funcionar en marzo de 1899, de manera que para el segundo tomo ya conté con otro tipo de documentación, y concentrada en un organismo específico”.

En este sentido, agregó que “para ambos utilicé como complemento información conservada en archivos oficiales y familiares, europeos y argentinos, o extraída de lápidas, de expedientes judiciales. En fin, no desdeño ninguna fuente de información. Estamos hablando de un trabajo que insume mucho tiempo. A la información que compone el primer volumen la reuní a lo largo de prácticamente 20 años, mientras que para el segundo trabajé dos años porque ya tenía las estructuras básicas armadas”.

La escritora aseguró que se le presentaron dificultades para reunir la información para su último trabajo “muchas veces porque la información está dispersa o es ilegible, ya sea por el paso del tiempo como por mala caligrafía. Nombres y apellidos se anotaban según la fonética y no con la grafía correcta. Hay actas de bautismo en las que se menciona como padrinos a Máximo Didier y señora, o como madrina a la señora de Ignacio Gorosito, o Tomás Alasia y su madre; actas de matrimonio en la cual la madrina es la hermana de la novia. Obviamente las señoras de Máximo Didier e Ignacio Gorosito, o la hermana de la novia en cuestión, o la madre de Tomás Alasia, tenían identidad propia y bien que vendría contar con estos datos, pero por lo visto las mujeres no eran relevantes en otros tiempos. En fin, he consignado los datos que pude ubicar, y tal como estaban anotados”.

Reflexiones finales

En relación a su interés por este tema, Battú admitió que “creo que desde la infancia me interesé en el tema de la genealogía. Cuando éramos chicos, el 1º y el 2 de noviembre, a los niños nos llevaban a los cementerios y uno de los juegos consistía en encontrar la tumba más antigua. Ahora, con la perspectiva que da el paso del tiempo veo que inconscientemente me iba empapando de las estructuras familiares y su importancia en una comunidad”. Por último, concluyó diciendo: “La genealogía puede ayudar a comprender la historia de una región; los motivos por los cuales los personajes de antaño pensaron y actuaron de un modo determinado. En una población como Emilia, formada por tan diversos grupos humanos, puede encaminarnos para detectar tensiones culturales, subsistentes o no, que modelaron hábitos o continúan siendo fuente de conflictos. En relación a la genealogía viene bien recordar una frase que no sé a quién pertenece pero que se transformó en mi consigna de trabajo: “Lo mejor que podemos dejar a nuestros hijos son raíces y alas’”.

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2. La autora de la investigación, junto a la escritora Susana Colombo (der.).

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3. La familia Didier es una de las tradicionales de Emilia.

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4. Laureano y Claudia Dalla Costa poseen los rasgos de su abuela materna, María Estela Pastorelli (en la foto).

Una distinción

La nota “Textos escritos al calor del debate”, de Mariana Rivera, publicada en la sección De Raíces y Abuelos de la Revista Nosotros, el 15 de marzo pasado, recibió la 2º mención en el rubro Divulgación Cultural y Científica de los Premios UBA (Universidad de Buenos Aires), a la divulgación de contenidos educativos para el periodismo nacional.

En la oportunidad, su colega Mariela Goy, también integrante de la redacción de El Litoral, obtuvo el primer premio en el rubro Educación por su artículo “Los maestros afrontan los hechos de violencia escolar como pueden”, publicada en la sección Educación, el 23 de abril de este año. El jurado estuvo integrado por el ministro de Educación Juan Carlos Tedesco; el periodista Jorge Lanata; Juan Antonio Boglione, integrante del directorio del diario El Ancasti, de Catamarca y secretario de relaciones del Consejo Ejecutivo de Adepa; y los profesores Gloria Pampillo, de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales, y Ricardo Manetti, titular de Historia Analítica de los Medios, de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la Facultad de Arquitectura.