Desde el Evangelio
Desde el Evangelio
Fiesta de la Sagrada Familia
José María Arancedo
arzobispo de Santa Fe
Este domingo, celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia. La mirada ya no se detiene sólo en el Niño nacido en Belén, sino que se amplía. El cuadro que vemos nos habla de la riqueza de una verdad natural, que es la familia, y que Dios ha querido asumir para el nacimiento de su Hijo. Este hecho nos permite reflexionar, nuevamente, sobre la importancia de la familia como ámbito de amor y lugar de encuentro del hombre y la mujer, junto a sus hijos. ¿Cuáles son las notas esenciales de la familia? Considero a esta pregunta de suma importancia tanto en lo personal como en lo social y cultural.
Podemos hablar de diversas maneras de la familia, sea en sus aspectos sociales o económicos, como mostrarla en la historia con su variedad de matices. Pero al buscar sus notas esenciales yo partiría del misterio de la vida, es decir, de esa realidad única e irrepetible que es el niño concebido. Esta nueva realidad sólo es posible mediante el concurso, la participación, de un hombre y una mujer; en ellos se encuentra la causa humana de la vida. Esta unión tan simple: hijo, padre y madre, con sus propias y necesarias dimensiones de paternidad, maternidad y filiación es, además del fundamento de la transmisión de la vida, la base natural de las relaciones humanas. Hay un “hábitat” en el desarrollo humano que debe ser tenido en cuenta y respetado. Por ello a la familia hay que descubrirla y valorarla, desde el nacimiento de la misma vida.
Es cierto que hay circunstancias en que la familia queda reducida a uno solo de los padres, o a los abuelos, e inclusive existen cognaciones sustitutas, pero ello no quita su significado profundo como ámbito de amor entre el hombre y la mujer, que es causa de la vida y garantía de su cuidado y educación. Vista desde el nacimiento de una vida nueva, la familia es un don para el niño y una tarea que debe ser asumida con responsabilidad, para los padres. Esto no se refiere únicamente a una familia que nace de un matrimonio religioso, sino a toda familia en cuanto realidad humana, sea o no profesa. Atar el concepto de familia a una institución o práctica religiosa no responde a su verdad profunda.
Pienso, por ello, que no es correcto hablar de la familia como de algo que ya fue, que pertenece al pasado, o que se trata de un discurso de la derecha, como queriendo decir que lo actual, lo progresista, es hablar de otro tipo de uniones. Este modo de reflexionar no es ingenuo, es peligroso, diría, porque en esta realidad de la familia se juegan muchos valores que hacen a la vida y a la cultura de un pueblo. Creo que no hay que temer ni tener complejos en hablar de la familia como de una verdad que hace a la condición humana, que no se trata de un pasado que hay que superar, sino todo lo contrario, de una realidad que siempre hay que recrear, conservando lo esencial. Como en toda gran obra de arte, a la familia no hay que cambiarle sus notas sustanciales para interpretarla o actualizarla, sino recrearla en el contexto de cada época. La familia pertenece al diseño creador de Dios.
Queridos amigos: que al contemplar la Sagrada Familia, descubramos la grandeza siempre actual de la cognación que es, no lo dudemos, patrimonio de la humanidad.
“Sagrada Familia con el cordero”, de 1507, es una obra del pintor renacentista Rafael, perteneciente al Museo Nacional del Prado.
Foto: AGENCIA EFE