Se arrojan cientos por cuadra

Ciudad de México le declaró la guerra al chicle y a la grasa

Las autoridades de Ciudad de México han declarado la guerra a los cientos de miles de chicles que los ciudadanos tiran en las calles y a la grasa que se acumula en sus aceras.

Juan David Leal

EFE

Ricardo Jaral, director de Conservación de espacios públicos del Centro Histórico de la ciudad, donde se desarrolla la iniciativa, indicó que esta zona tiene “una cantidad exagerada de chicles pegados en el piso”. En las partes más afectadas, se pueden contar en promedio, 70 gomas de mascar por cada metro cuadrado.

“El chicle es un problema fundamentalmente de salud pública, pero al mismo tiempo de imagen urbana”, considera Jaral, quien tiene a su cargo la limpieza, el mantenimiento de la infraestructura peatonal, áreas verdes y alumbrado público del Centro Histórico, una de las áreas del DF que reciben más turistas.

Jaral llevaba buscando desde el año pasado unas máquinas especiales con tecnología holandesa y alemana para limpiar los chicles, hasta que por fin encontró a un proveedor, en la norteña ciudad de Monterrey, que le vendió diez aparatos conocidos como gumbusters (caza-chicles) a 5.000 dólares cada uno, que entraron en plena operación en enero, después de unos meses de pruebas.

“Muchas empresas nos vinieron a ofrecer líquidos mágicos y otras alternativas para atender el tema de los chicles, pero ninguna con una gran efectividad”, apuntó el funcionario, quien ha entrado en contacto con fabricantes de chicles para lanzar una campaña informativa contra el desecho de gomas de mascar en las calles.

En esa campaña, que aún no se concreta, Jaral desea que la gente entienda que recoger un chicle en la acera, le cuesta a la alcaldía 74 centavos de peso (0,05 centavos de dólar o 0,04 céntimos de euro). Además, como promedio, las máquinas retiran en una jornada de ocho horas, 12.000 chicles de las avenidas del centro de la capital.

Otro problema

A partir del 1 de febrero la alcaldía de Ciudad de México iniciará una nueva etapa en la limpieza de los espacios públicos de la capital, que incluye el empleo de agua caliente, por primera vez en la historia del país, para lavar las aceras y enfrentarse a otro problema de la ciudad: la grasa.

Al pasear por las calles del centro, es frecuente ver algunas veredas chorreantes de la grasa que dejan los asaderos de pollos y los puestos de tacos, a los que acuden a diario cientos de miles de ciudadanos y en los que es posible comer por unos 40 pesos (menos de 3 dólares o 2,1 euros).

“Si lavamos una banqueta (acera) a presión con una hidrolavadora con agua fría, la limpiamos pero no a profundidad, porque si tiene grasa, ésta no sale”, señaló el conservacionista. Con agua caliente, en cambio, “inmediatamente removemos las impurezas de la grasa y logramos dejar la banqueta muy limpia”, agregó.

Adicionalmente, a partir de febrero la alcaldía planea vaciar los contenedores de basura del centro, once veces al día, y no cinco como ahora, y lavarlas al menos una vez al día con agua caliente, en vez de una vez a la semana, como antes. Asimismo, las autoridades locales pretenden agilizar la reparación de las aceras y la construcción de “jardines verticales”, para “reforestar” el Centro Histórico.

La ciudad cuenta por ahora con uno solo de esos jardines, ubicado en el muro de un callejón, y que tiene 25 metros de largo por 14 metros de alto.

El programa de limpieza, los “jardines verticales” y el fomento del uso de la bicicleta son las principales medidas emprendidas por la alcaldía, para luchar contra la contaminación, en una de las urbes con más polución del mundo.

Se calcula que el 80% de las emisiones contaminantes en Ciudad de México son causadas por los cerca de cuatro millones de coches que circulan a diario por sus calles. Además, la metrópoli produce 12.500 toneladas de basura diarias, lo que equivale a 1,3 kilos por habitante.

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Máquinas holandesas serán las encargadas de mejorar la limpieza del DF.

Foto: Agencia EFE