Hallazgo arqueológico

Los huesos de los Abipones

En un camino cercano a la laguna El Palmar se encontró un paquete funerario que podría tener más de 1.500 años de antigüedad. Un grupo de especialistas está analizando los restos humanos y los artefactos que enterraron los indios.

Gastón Neffen y Juan Manuel Fernández

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“Patrón: ¿qué hacemos con los huesos?”, le preguntaron los peones al productor Hugo Romagnoni, que hace ganadería de cría en los campos que rodean la Laguna El Palmar (40 kilómetros al oeste de Margarita).

“¿Qué huesos?”, contestó Romagnoni. “Los que dejó al descubierto la champion (la motoniveladora)”, le explicaron; y el productor se fue derecho a verlos. Se encontró con un conjunto de cráneos, fémures y dientes, enterrados todos juntos. Sorprendido, avisó al Museo Municipal de Arqueología de Reconquista.

Dante Ruggeroni (director de esa institución) y su equipo viajaron a la zona, y confirmaron que los huesos son un hallazgo arqueológico. “Es un paquete funerario que probablemente tiene entre 1.500 y 2.000 años, creemos que lo hicieron los indios abipones”, contó Ruggeroni a Campolitoral.

Los paquetes funerarios eran una de los métodos que usaban los indígenas para enterrar a sus muertos. La más habitual era hacer una fosa y colocar el cadáver con un vaso sagrado o con las armas de ese guerrero. Pero “los paquetes” se hacían para trasladar los huesos de los “muertos sagrados” (los antiguos caciques, los guerreros y los hechiceros) cuando los abipones emigraban de un lugar a otro.

El mismo procedimiento se utilizaba para llevar hasta la aldea los huesos de los guerreros que morían en batallas lejanas. “Lo que hacían era descarnar los cuerpos en algún arroyo, para que no se pudriera la carne en el viaje, y se llevaban sólo los huesos en un paquete de cuero, como pasó con el general Lavalle en el siglo XIX”, recuerda Ruggeroni.

Para tener más certezas, los huesos y los otros artefactos que encontraron —por ejemplo, puntas de cerbatanas— serán tratados con carbono 14 para saber con precisión la antigüedad de estos restos. “Por el sedimiento que encontramos suponemos que los huesos tienen 2.000 años”, adelanta Ruggeroni.

Los especialistas del Museo de Arqueología de Reconquista creen que son indios abipones por el tamaño de los restos humanos. “No son indios guaraníes y pertenecen a la nación guaycurú, que integraban mocovíes, abipones, pilagás, payaguás y tobas. Son aborígenes muy altos y llegaban a los 2 metros de altura”, concluyó el director del museo.

Guerreros y cazadores

Los abipones dominaron la región del Gran Chaco (que incluye el noreste santafesino) hasta la llegada de los españoles. Eran guerreros y vivían de la caza y de la pesca. El padre jesuita Martín Dobrizhoffer vivió con ellos a comienzos del siglo XVIII y escribió un tratado (“De Abiponibus”) que es una referencia central para reconstruir sus costumbres, su cultura y su modo de vida.

Estos son algunos fragmentos de ese libro (que se puede leer en internet en el link http://www.bvp.org.py/biblio_htm/dobrizhoffer2/dob2_1_13.htm).

“Los abipones no practican la agricultura ni tienen un domicilio fijo y estable, y andan de aquí para allá en perpetua migración, ya en busca de agua o comida, ya por temor a algún enemigo cercano.

Los españoles los llamaron frentones, pues por arrancarse los pelos hasta tres dedos del cráneo, parecía que la frente se prolongaba en una afectada calvicie. Eran de elevadas tallas (1,80 m los varones), nariz aguileña, robustos y atezados.

Se pasan casi toda la vida cabalgando por los campos abiertos al sol; y en sus chozas que son al mismo tiempo dormitorio, comedor y cocina. El tipo de vida que llevaban los abipones era semejante al de los animales. No soportaban ni temían a nadie. Sus principales instrumentos fueron la flecha, la lanza, la clava y el caballo, con los cuales buscaban todo lo necesario para el vestido, la comida o la habitación.

Comen en abundancia carne dura de vaca, ciervo o tigre, asada a medias, o carne y huevos de avestruz, o frutas inmaduras, y sin embargo no tienen languidez de estómago o problemas de intestinos.

Ellos raramente encanecen y quedan calvos. Envejecen a edad muy avanzada, como las plantas que envejecen siempre verdes.

Todo el pueblo de los abipones está dividido en tres clases: Riika è, que viven a lo largo y lo ancho en campo abierto; Nakaigetergehè, que aman los escondrijos de las selvas, y por último Jaaukanigàs (que prefieren las islas y los ríos)”.

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“Los paquetes se hacían para trasladar los huesos de los muertos sagrados (caciques, guerreros y hechiceros)”

Dante Ruggeroni

Director Museo Municipal de Arqueología (Reconquista)

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Trabajo paciente. Edith Gallagher (izq.), Norma Petroli, Mariángeles Menapace y Cristian Racca estudian los restos arqueológicos bajo la dirección de Dante Ruggeroni.

Foto: Juan Manuel Fernández

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Los abipones eran fuertes y altos guerreros que vivían de la caza y de la pesca. Habitaron el noreste santafesino y el Chaco.

Foto: Dibujo del padre jesuita Martín Dobrizhoffer (XVIII).