“Operación Valquiria”

EL SOLITARIO DESTINO DE LOS HÉROES

La arquitectura del nazismo con sus enormes espacios, donde la figura humana se subordina a las estructuras y signos, sirve como marco para contrastar la atractiva personalidad y dimensión heroica del alto militar Claus Von Stauffenberg. Foto: Agencia EFE

Rosa Gronda

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El complot del 20 de julio de 1944 para acabar con la vida de Hitler es uno de los capítulos más heroicos y menos conocidos de la Segunda Guerra Mundial, llevado a cabo por un grupo de altos militares germanos. Ese puñado de hombres que quisieron salvar a Alemania del caos y la guerra, estuvo liderado por el coronel Claus Von Stauffenberg. La película reconstruye los pasos de la conspiración, logrando mantener una permanente tensión y suspenso.

En el marco de una magnífica reconstrucción de época se pone en juego un relato donde los personajes son el mayor atractivo. Además de Tom Cruise se suman figuras de la talla de Kenneth Branagh, Bill Nighy, Tom Wilkinson, Terence Stamp, entre otros, conformando un plantel de actores secundarios que es uno de los mejores en los últimos tiempos, incluso el Adolf Hitler interpretado por David Bambercon que recrea con mucha destreza los movimientos corporales y gestos expresivos del führer y la interpretación de la actriz holandesa Carice Van Houten como la baronesa esposa del coronel rebelde.

Factura sobresaliente

Es relevante el notable dominio del tiempo cinematográfico a la hora de contar el más sonado atentado que involucró a las capas más altas del ejército y la sociedad civil alemana. El pulso del realizador para añadir una notable tensión en todo el desarrollo de la trama es impecable. No hay en el filme grandes efectos especiales pero las escenas de acción están realizadas con agilidad y destreza, sobresaliendo el operativo militar para instalar un gobierno alternativo, cuando reina la confusión y dentro del mismo gobierno hay órdenes opuestas, una para arrestar a Goebbels y otra a Stauffenberg.

Párrafo aparte para la sobresaliente fotografía que privilegia los claroscuros y una mirada expresionista; la música adecuadísima y el vibrante montaje. El film posee un exquisito conocimiento de la estética nazi con su arquitectura imponente de grandes espacios, donde la estructura y los signos parecen imponerse sobre la figura humana.

El héroe frente a la masa

Cruise resulta convincente en la personalidad del conde prusiano, con un logrado parecido físico. La estética de ese momento lo favorece: el impecable corte de pelo, la elegancia de los uniformes (el auténtico Claus Von Stauffenberg era una figura sobresaliente por su aspecto). Miembro de la nobleza tradicional de Bavaria, amante del arte, es el prototipo del militar con vocación de heroísmo. Cuando pierde un ojo y un brazo durante un bombardeo aliado en África, Von Stauffenberg regresa a Alemania para alentar la secreta conspiración.

A lo largo de la historia siempre han estado los héroes de lo establecido y los héroes alternativos o enfrentados al establishment. Los segundos luchan por sustituir a los primeros. Esta dimensión prometeica es la que encarna Von Stauffenberg, el valiente y carismático militar prusiano de familia noble, que muere en la flor de la edad (tenía apenas 34 años cuando condujo la rebelión de julio, un año antes de la caída del régimen).

Con el formato de atrapante thriller, la película es también un merecido homenaje a los otros alemanes que no querían la guerra, rechazaban el desborde de Hitler y pensaban que la única forma de servir a Alemania para evitar la destrucción de Europa era oponerse desde adentro.

¿Qué sería de la Europa actual si una insurrección dentro del propio nazismo hubiera tratado de acabar con él? La película no puede responder a estas preguntas, pero narra perfectamente un hecho pequeño y vital que seguramente hubiera cambiado el curso de la historia. Esto se encarga de resaltar la película, así como de diferenciar al héroe de la masa. Entre ambos extremos hay una diferencia comparable a la del estruendoso juramento de fidelidad al führer, entonado por miles de enfervorecidas gargantas en el inicio del film, al que se opone el solitario grito final de Stauffenberg vivando “a la sagrada Alemania” .