En enero casi 500 personas se ofrecieron para todo tipo de trabajo
Oficios no convencionales en las páginas de los clasificados
Caricaturista, relojero, embalador y hasta deshuesadora de pollos conviven en el suplemento de empleos ofrecidos. En este rubro en enero aumentó un 23 % la cantidad de avisos de El Litoral, en los que se postulan para distintas labores.
En la guía de clasificados los avisos de trabajos ofrecidos superan con creces a los pedidos.
Foto: Flavio Raina.
De la redacción de El Litoral.
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“Joven se ofr. p/ embalaje de objetos delicados” reza uno de los avisos de la guía de clasificados del último domingo. Gonzalo Romero tiene 29 años y hace mudanzas, junto a su padre, desde que tiene 14. “El tema del embalaje es fundamental en una mudanza y nosotros tenemos mucha experiencia, sobre todo con las cosas que son más delicadas”, señaló. El oficio lo aprendió de su padre, quien, a su vez, lo heredó de su abuelo.
Facundo y Matías tienen 24 años y estudiaron en la Escuela Mantovani. “Un día un profesor nos dijo que en un evento necesitaban dibujantes y fuimos. Como la experiencia fue muy buena, se nos ocurrió hacer caricaturas como souvenir para los invitados de casamientos, fiestas de 15, cumpleaños. Entre los dos podemos hacer unas 80 caricaturas por noche. El precio y la cantidad se convienen con el cliente. Es la primera vez que publicamos en el diario y ya tuvimos dos llamados”, relató Facundo.
Luis se dedica a reparar relojes desde hace 45 años. “Viene flojo el trabajo y eso que no somos muchos los relojeros que hacemos trabajo artesanal. En otro tiempo no era así”, asegura. Es por eso que decidió publicar en los clasificados. En estos días recibió algunos llamados. “Siempre trabajé de manera independiente, en mi casa. Me dedicó a todo tipo de reloj mecánico: de péndulo, pulsera, despertador, de todo tipo”.
“Mi nuera, Noelia, estaba trabajando para un señor que hacía arrollados de pollo y ella los deshuesaba. Puso eso en el aviso para ver si tenía suerte y la llamaban de alguna casa de comidas; también puso que hacía limpieza. Publicó hace dos semanas y ya consiguió trabajo para limpiar”, contó Alicia a El Litoral.
Otras tareas
Cuando Emiliano estaba terminando el secundario empezó a pasear perros. Cuatro años más tarde sigue haciendo lo mismo para pagarse los apuntes de la facultad. “No he tenido mucho éxito. He publicado un par de veces en el diario, pero me parece que cobro un poco caro, por eso no me llaman mucho. En este momento paseo sólo dos perros viejos por el barrio Candioti”, contó. La tarifa de un paseo de una hora es $7.
Héctor tiene 69 años y cuenta con más de 30 años de experiencia como carpintero. “Hace años tenía una carpintería grande con mis padres. Cuando ellos fallecieron, se vendió todo y se repartió entre varios hermanos. Ahora trabajo por mi cuenta. Hace como un año que publico en el diario y me da resultados, sin lugar a dudas”, comentó. Lucía, de 18 años, advierte en un aviso que busca “trabajo honesto”. Esta aclaración la hizo después de haber recibido algunas propuestas raras. “Yo busco un trabajo común y corriente, en un comercio, para cuidar chicos o para tareas domésticas, pero me han llamado por cosas raras. Una vez me ofrecieron hacer unas fotos, no sé, no me pareció bien, por eso hago la aclaración”, explicó la joven.
Los más ofrecidos
Durante enero, 469 personas se ofrecieron para trabajar a través de nuestros clasificados, contra 381 que lo habían hecho en diciembre (un 23 % más). Un rápido vistazo por estas páginas muestra que la mayoría de las mujeres se postula para cuidar niños, ancianos o enfermos.
“Hace 20 años que me dedico a cuidar personas mayores o con alguna discapacidad. Estoy acostumbrada a bañar a los abuelos o levantarlos si están postrados porque aprendí los movimientos que hay que hacer en geriátricos y en sanatorios. Me encanta mi trabajo”, comentó Beatriz de 49 años, quien publica todos los meses en los clasificados desde hace dos años. “Gracias a los avisos he conseguido muchos trabajos y he podido terminar mi casa. Ahora aflojó muchísimo la mano y además no te quieren pagar bien. Por 12 horas de trabajo nocturno, te quieren dar $30 y eso es muy poco”, reconoció.
En tanto, son muchos los hombres que se ofrecen para serenos o cuidar casaquintas. Como Rolando, que tiene 35 años y por su sobrepeso asegura que “es difícil conseguir otro tipo de trabajo”. “Hago el mantenimiento del Club La Perla, pero no es nada fijo, sino una changa. Por eso estoy buscando algo más seguro y como tuve experiencia como sereno, pensé que podía hacerlo. Tengo una familia que mantener”, contó.