Informe de la Casa del Sur

Más de la mitad de los jóvenes reconoce tener actitudes violentas

La agresión verbal es la más común, pero muchas veces es el primer paso hacia la violencia física. Entre las causas, los adolescentes creen que depende del ambiente que se frecuenta y la educación recibida.


 

 

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De la redacción de El Litoral

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¿Los jóvenes santafesinos son agresivos? ¿Cuáles son las causas que hacen que una persona sea violenta? ¿Qué opinan de la escuela?, ¿y del diálogo con sus padres? Éstas son algunas de las preguntas que forman parte de la encuesta que realizó el Grupo de Investigación del Instituto de Estudios Sociales de la asociación civil La Casa del Sur, a pedido del diputado provincial Leonardo Simoniello. En total se entrevistaron 574 chicos, de entre 13 y 18 años, en diferentes ámbitos de la ciudad: en la peatonal, en boliches bailables y pubs, en canchas de fútbol y en escuelas.

Este trabajo contó con una primera etapa, publicada por El Litoral el 21 de septiembre del año pasado (“Violencia y delito en la ciudad: los jóvenes tienen la palabra”). Con esos resultados y los obtenidos en esta segunda etapa, se pretende aportar en la búsqueda de acciones para reducir el fenómeno de la violencia. “Santa Fe es la ciudad argentina con más homicidios en relación a la cantidad de habitantes, superando de manera alarmante al conurbano bonaerense, México o Nueva York”, reza el informe.

La sociedad discrimina

Un 89 % de los encuestados piensa que la sociedad no acepta las diferencias, por lo tanto “discrimina” a quien sigue otro estilo de moda, pertenece a otra clase social o tiene otro nivel cultural. Lo llamativo es que los jóvenes aseguran que quienes menos aceptan las diferencias son ellos mismos (un 71 %). Las desigualdades que menos toleran son el nivel social (27,5 %), la raza (26,9 %), la moda (18,3 %) y el nivel de cultura (15,9 %). El 29 % afirma padecer discriminación y el 16 % dice ejercerla.

¿Cuáles son las causas que llevan a que una persona sea violenta? Un 38 % respondió que “depende del ambiente que frecuenta (amigos)”. La segunda más nombrada (32,3 %) fue “la educación que recibe”, tanto en la familia como en las instituciones, como la falta de la misma.

Entre los factores desencadenantes de la violencia, los chicos señalaron las drogas y alcohol (37,4 %), hogares con padres violentos (20,9 %) y la situación socioeconómica (19,9 %). En tanto, con respecto a los lugares donde se origina la agresión, el 69 % opina que es en la calle y lo relaciona con los horarios de ocio, donde confluyen el consumo de drogas y alcohol.

El 66 % considera ser de alguna manera violento (un 54 % asegura tener esta actitud sólo si lo agreden) y un 31 % reconoce haber participado en alguna situación de agresión. Si bien la mayoría afirma que la violencia verbal es la que más ejerce, también considera que el insulto es el desencadenante para pasar a la agresión física.

Sólo cuatro de cada diez jóvenes cree que la escuela cumple con el objetivo de educar, refiriéndose no sólo al material de estudio, sino a las formas de comportamiento y la transmisión de valores, como la tolerancia.

La misma proporción considera que no hay diálogo entre padres e hijos. Entre las razones, la mitad opina que “a los hijos no les interesa hablar con sus padres”, un tercio sostiene que “los padres no tienen tiempo de hablar con sus hijos” y un 19 % afirma que “no tienen interés en escuchar a sus hijos”.

Finalmente, 7 de cada 10 encuestados afirma que frente a la violencia, “todos somos responsables”. Es decir, que “los jóvenes entienden que el conflicto es producto de todos los actores sociales, pero que la solución no debe ser impuesta, sino aprendida; el motor de cambio debe provenir de cada individuo como fruto de la educación, principalmente la del hogar”, concluye el relevamiento.

Más de la mitad de los jóvenes  reconoce tener actitudes violentas

Los hechos de violencia se repiten en cada rincón de la ciudad y los jóvenes suelen ser protagonistas en muchos de ellos. El este caso, un intercambio de golpes e insultos en 3 de Febrero y 25 de Mayo, hace pocos días.

Foto: Archivo El Litoral/Mauricio Garín

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Adultos incapaces de poner límites

El estudio implicó una segunda etapa de análisis cualitativo, en la que se trabajó con “focus group”, una técnica que permite escuchar en forma directa a los involucrados en la problemática. Los grupos incluyeron jóvenes (de 13 a 18 años), padres, docentes, personal de seguridad y de boliches nocturnos.

Pensar al adulto como “un eterno adolescente”, con intenciones de ser más amigo que padre y con dificultad para establecer límites fue una de las ideas que surgió en el debate. “Se piensa que los padres que no le dedican tiempo a sus hijos tratan de contrarrestarlo satisfaciendo sus demandas materiales. Como consecuencia, los chicos aprenden a valorar al prójimo en función de esa escala, discriminando al que no tiene. A la vez, el que no puede acceder a lo que la sociedad dictamina, se siente frustrado, que no pertenece y desarrolla violencia”, señala el informe.

En relación a los jóvenes se planteó que “desafían a la autoridad, no temen las represalias, se sienten en igualdad de condiciones que el adulto y cuestionan las órdenes”. “El abuso de drogas y alcohol es uno de los factores de mayor incidencia en los comportamientos violentos. La responsabilidad se pone en las autoridades gubernamentales y en la falta de políticas”, agrega el estudio.

En tanto, los adolescentes sienten las diferencias con generaciones anteriores: “Se trata más de “subsistir’ que de proyectar, vivir el presente, lo cotidiano, el esfuerzo no es valorado”. Con relación a la autoridad, le atribuyen a los adultos la falta de capacidad para establecer los límites y lograr su respeto.

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Con los padres se habla de la escuela, de mis cosas privadas no. A ella se le hace difícil hablar conmigo; yo no le cuento nada. Directamente no se puede hablar porque te empieza a gritar”.

Adolescente.