Cumpleaños infeliz
Cumpleaños infeliz
A un año de la creación de la Comisión de Enlace, la situación permanece igual o peor. Ahora, el campo suma la adhesión de toda la economía.
Federico Aguer
El primer aniversario de la Comisión de Enlace muestra una foto distinta, pero a la vez parecida a la de aquel entonces.
Por un lado, se constata la consolidación de un reclamo que ahora suma de manera incondicional el apoyo de las fuerzas vivas de los pueblos y ciudades del interior. Las palabras de la intendenta de Esperanza, Ana Meiners, son el claro reflejo de una dirigencia que carece cada vez más de margen de acción.
Por el otro, el discurso presidencial que, en palabras de Hugo Luis Biolcatti, parece haber cambiado muy poco desde aquel lamentable: “piquetes de la abundancia”. Las esperanzas cifradas en la presencia presidencial en la segunda reunión con el campo, siguen chocando contra la actitud de la pareja presidencial, obstinada en derrotar al campo, en vez de aprovechar su esfuerzo productivo.
El panorama parece ahora disputarse en el terreno legislativo, en donde la fragmentada oposición intenta cerrar filas detrás de un proyecto común para el sector, y mejorar sus perspectivas electorales para octubre.
Mientras tanto, en el terreno meramente productivo, el escenario se muestra cada vez más desolador: Según estimaciones de CREA, la producción de trigo, maíz y girasol caería un 50 por ciento durante la actual campaña. La soja caería entre un 9 a un 12 por ciento.
El descalabro agrícola se sustenta en el incremento en los costos de siembra, el menor uso de tecnología, la sequía, y la tremenda incertidumbre que provocaron las sistemáticas intervenciones del Gobierno en materia productiva.
El círculo vicioso instalado por esta gestión indica una tendencia autodestructiva preocupante. La asfixia a la que se somete al aparato productivo causará una merma sustancial en la recaudación fiscal, principal capital político oficial.
La industria metalmecánica y frigorífica provincial se debate por estas horas entre los pasos a seguir para evitar despidos masivos, algo que a todas luces resultará inevitable.
Un año después de haber salido a las rutas, el campo aprendió algunas lecciones importantes: no hay más margen para cortar rutas, ni tampoco para mostrar fisuras entre las entidades. El reclamo es tan auténtico que trasciende las limitaciones de los dirigentes y sus posibles internas.
En este año, la opinión pública también aprendió que el sector agropecuario no es una oligarquía, sino más bien uno de los motores más importantes de la economía nacional.