sociedad

Contención para los abuelos

Contención para los abuelos

Actualmente el Hogar San Vicente de Paul tiene 3000 metros cuadrados con 80 plazas para recibir abuelos a partir de los 70 años. 

 

El Hogar San Vicente de Paul trabaja desde hace casi cien años en nuestra ciudad. La caridad es el motor fundamental de esta obra que contiene y cuida a los abuelos durante la última etapa de sus vidas. TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. FLAVIO RAINA.

La Sociedad San Vicente de Paul es una entidad internacional sin fines de lucro de origen católico y que atiende a personas en todo el mundo, sin distinción de credos. Surgió de un sector laico del catolicismo francés. En Argentina desembarcó hace 110 y entre las muchas ciudades que la asociación eligió para asentarse estuvo Santa Fe. “Ya llevamos cien años de la colocación de la piedra fundamental del Hogar de Ancianos San Vicente de Paul, en el 2012 cumplimos cien años del funcionamiento”, cuenta Guillermo Knenbuhler, vice presidente de la institución santafesina.

Guillermo destaca la presencia continua y constante de las Hermanas Carmelitas Misioneras que estuvieron durante 95 años al frente del hogar. Producto de la falta de vocaciones religiosas, el número de hermanas disminuyó, por eso fue necesario cambiar la modalidad del servicio.

Inicios

En sus comienzos el hogar era un asilo de mendigos. El trabajo de las hermanas consistía en procesar la basura y los huesos que pedían en el viejo mercado central, y con eso le daban de comer a la gente. Durante la crisis de 1930 se llegó a asistir a 400 personas que vivían en la calle. Las monjas se encargaban de higienizarlos, darles ropa, una comida y un lugar para dormir; al día siguiente ellos se iban a mendigar otra vez. Para esta atención se ocupaban todos los sótanos de la cuadra en la que se instala el edificio de la institución. “Así dormía la gente, como en las películas. Hoy ese tipo de caridad es inviable, no se puede dar de comer hueso hervido. Actualmente se da otro tipo de servicio, un ser humano necesita otro tipo de atención”, explica el vice presidente.

La decisión y el paso de llevar el abuelo a un hogar es algo muy penoso para cualquier familia. “El familiar sufre, siente que lleva a su anciano a un depósito de viejos. Pero un hogar no es eso. Un hogar se vuelve depósito si después no lo atendés, no lo visitás, no le traes los remedios... Cuando vas, lo dejás y te olvidás”, agrega.

Caridad sustentable

Actualmente el Hogar San Vicente de Paul tiene 3000 metros cuadrados con 80 plazas para recibir abuelos a partir de los 70 años. En este momento solo están ocupadas 67 plazas, por eso la institución necesita que lleguen más ancianos. La institución también pretende comenzar a ofrecer habitaciones para matrimonios de abuelos. Ellos contarían con una habitación privada y con todas las comodidades que se ofrecen en general.

A raíz de la realidad que se vive el hogar presta una caridad parcial, lo que se llama “caridad sustentable”. Esto quiere decir que brinda el mismo servicio de una institución privada pero lo cobra más barato. La comisión directiva se aboca a administrar los fondos de manera que la persona que ingresa tenga los mismos beneficios que en un hogar privado: aire acondicionado, calefacción central, más de dos empleados por abuelo, etc. En este sentido Knenbuhler destaca: “Nosotros somos “hogar’, no somos geriátrico. La diferencia practica es que todo lo que termina en “trico’ es médico; como “pediátrico’, por ejemplo. Si se va a un geriátrico es porque hay un médico y una persona enferma. A un hogar va a una persona que no puede estar en su casa sola porque hay problemas de inseguridad o esa misma persona se vuelve insegura y nosotros le damos tranquilidad a los familiares conteniéndolos acá. Un anciano es más vulnerable que un adulto, es igual que un niño con la diferencia que el niño tiene el futuro por delante y el abuelo ya no lo tiene, ya lo gastó. Entonces cuidarlos es mucho más complicado”.

Así el hogar se convierte en una gran guardería. En ella los abuelos están con sus pares, gente que lleva sus mismos ritmos, sus mismos silencios, su misma comida. Además de estar permanentemente controlados.

En busca de voluntades

Producto de la caridad que realiza el hogar necesita de la solidaridad de muchos. Las formas en que se puede colaborar son múltiples. Necesitamos socios, donaciones de dinero y en especies, alimentos, voluntades para trabajar, y también tiempos. También necesitamos gente que venga y adopte un abuelo. Ellos extrañan la contención espiritual de las hermanas, aún cuando sus hijos los vienen a visitar, se sienten desarraigados; quieren que la gente esté con ellos, los escuche. Los miembros de la comisión somos pocos y nos encargamos de conseguir dinero, donaciones, obras, hacemos beneficios; y entonces a veces nos olvidamos de la parte espiritual. Por todo esto el Hogar San Vicente de Paul quiere que la gente se acerque, visite y conozca. Busca que las familias lleven a sus abuelos y encuentren el mejor lugar para ellos.

ENTRELÍNEAS

“En el hogar los abuelos están con sus pares, gente que lleva sus mismos ritmos, sus mismos silencios.”

Guillermo Knenbuhler, vicepresidente de la Comisión Directiva del Hogar.

 
3.jpg

Al hogar san vicente de paul llegan personas que no pueden estar solas en su casa. aquí encuentran tranquilidad y contención.

1.jpg
5.jpg

San Vicente de Paul

La Sociedad de San Vicente de Paul fue fundada en 1833 en París por Federico Ozanam. El 23 de abril de ese año, él junto a otros cinco estudiantes pusieron en marcha su idea de unir a los jóvenes para practicar “el apostolado de la caridad”. En poco tiempo la cantidad de socios comenzó a crecer y la sociedad se extendió por las parroquias de París.

Con el tiempo los grupos, llamados conferencias, se extendieron por toda Francia y a todo el mundo. Ya en 1860 la sociedad reunía a 2500 conferencias y más de 50.000 socios.

Además de estar instalada en nuestra ciudad, esta obra tiene presencia en toda la Argentina: Capital Federal, Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Mendoza, Misiones, Salta, San Juan, Tucumán, Tierra del Fuego y hasta en la Antártida. A lo largo del país funcionan numerosas obras atendidas por el Consejo Superior o por los Consejos Particulares y Conferencias locales: casas cuna, hogares maternales, guarderías para niños menores, cotolengos, hogares para ciegos, para jóvenes, para señoras de escasos recursos, para ancianos; escuelas diferenciales, hospitales, escuelas primarias y secundarias, viviendas para familias de escasos recursos, cárceles de mujeres y asilos.