La alquimia de las hebras

La alquimia de las hebras

Conocer de blends, distinguir olores, combinar sabores, reconocer maridajes... todos elementos que Inés Berton reúne para crear un verdadero ritual: la hora del té. TEXTOS. MARINA ZAVALA. FOTOS. LUIS CETRARO Y ARCHIVO.

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“Té, Tea, Thé, Cha, Chai... Cualquiera sea su nombre o la hora, algo tan simple como unas hebras de té, un poco de agua, sensibilidad y paciencia son capaces de refrescar los sentidos, serenar el espíritu y crear un momento”, asegura Inés Berton, una buscadora de té, como ella misma se define.

La preparación de un buen té, que es un rito de raíces milenarias, resurge hoy en todo el mundo adquiriendo características un tanto más sofisticadas, pero no por ello menos accesibles. En medio de este renacimiento encontramos a Inés, de visita en nuestra ciudad, para compartir sus blends (mezclas) y sus conocimientos mientras transcurría un té muy paquete organizado en el flamante espacio de Jockey Sur.

Inés Berton nos cuenta cómo se inició en esta filosofía ancestral de las hebras, los sabores y los aromas: “La verdad es que todo comenzó hace ya hace muchos años. No empezó como algo tan glamoroso ni tan lindo, porque de chica tenía un problema con los olores. Era algo que me traía muchos inconvenientes. A los 18 años me fui a vivir a París y ahí descubrieron que tenía ‘olfato absoluto’ y empecé a estudiar como perfumista”.

Luego de vivir en Francia se mudó a Nueva York. Empezó a trabajar en el Museo de Guggenheim del Soho y a bajar al subsuelo para degustar los tés de “The T. Emporium”, una casa en la que ella preparaba sus propias mezclas que luego eran requeridas por los demás clientes. Finalmente, le ofrecieron trabajar ahí y comenzó a estudiar con la maestra japonesa Fumiko, a viajar a Oriente y a conocer el ritual y la verdadera cultura de esa infusión.

Hoy lleva adelante Tealosophy, su propia casa de té, ubicada en la galería porteña Promenade Alvear, y además cuenta con una sucursal en Barcelona, España.

El momento de los lujos accesibles

Inés Berton asegura que el té es un lujo accesible y posible; y esta es la razón por la cual, según ella, ha resurgido el interés por conocer su ritual, su filosofía y sus encantos. En una taza de té no hay sólo un remedio para el dolor de garganta; detrás de una taza de té hay un ritual milenario y el segundo producto de mayor consumo en todo el mundo después del agua.

Esta filósofa del té asegura que con una taza con especias, canela, cardamomo, jengibre, pimienta o con un té verde con manzanilla egipcia y cítricos del mediterráneo, se puede hacer un gran blend y crear un buen momento.

“Para adentrarse a la filosofía del té, primero hay que estar dispuestos a conocer y a viajar -asegura-, porque para mi el té es una manera de viajar. Uno abre una lata y puede estar en el sur de Shanghai, puede abrir otra y estar en Londres; decididamente uno va viajando a través de los sentidos y a través de las cosechas. Lo lindo es descubrir. Poder un día conocer un té verde, después conocer un té negro con lavanda o una infusión (que no tiene hojas de té). Lo que planteo es ir encontrando el paladar de cada uno. También aprender a maridar, saber qué lleva bien con algo salado, qué se acompaña con algo dulce... cómo acompañar cada sabor”.

La simpleza de un buen té

Para preparar un buen té bastan algunos sencillos secretos. El procedimiento es simple: para comenzar hay que calentar el agua hasta unos minutos antes de que empiece a hervir, ya que cuando hierve se desoxigena y quema las hebras.

En segundo lugar, elegir el té que se prefiera y calcular una cucharada rasa por taza. Verter primero el agua en la tetera y después las hebras para que el vapor las vaya abriendo poco a poco. Quienes saben, aconsejan que es mejor servir la bebida en un cuenco que en una taza, para así poder tomarlo con las dos manos.

Cuando se trata de té verde, hay que dejarlo reposar un minuto y tomarlo a 80 grados. El té negro necesita reposar durante tres minutos y lo ideal es beberlo a unos 90 ó 95 grados. En lo posible no hay que excederse en estos tiempos porque la infusión se vuelve amarga o astringente.

Los expertos reniegan de tomar el té con azúcar; en cambio, la miel es aceptada y el edulcorante está prácticamente prohibido. Tampoco se recomienda usar cucharas para revolver porque el contacto con el metal va en contra del espíritu de esta bebida.

Después sí, llega el momento de prestar atención al aroma y, sin que la infusión queme el paladar, sentir el sabor.

Para completar el momento, nada mejor que buena música. Solo queda sentarse, respirar, relajarse y lograr disfrutar durante diez minutos de este ritual que reconforta.

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Inés Berton tiene “olfato absoluto”, lo que le posibilitó adentrarse en el rico universo del té.

Sommelier del té

Inés Berton es una de las once narices mundiales de té capaces de distinguir cinco mil notas distintas y reconocer una cosecha con el sólo rastro de su aroma. Estudió en Nueva York junto a una Fumiko, quinta generación de los blenders más importantes de Japón. Años después creó Tealosophy, su propia tienda de té. Escribió el libro “Tiempo de té” y editó el CD “Tealosophy, music for a tea generation”. Además, diseñó mezclas para el hotel Waldorf Astoria, la diseñadora Carolina Herrera, la firma Bulgari, el hotel Delano de Miami, la actriz Uma Thurman, los reyes de España y hasta para el Dalai Lama.

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ADEMÁS EN LA WEB

Para conocer más de los secretos de la filosofía de té, Tealosophy tiene su página web:

www.tealosophy.com