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Un otoño sin kilos de más

Un otoño sin kilos de más

Aumentar de peso en otoño-invierno es consecuencia natural de las temperaturas bajas. El frío provoca ganas de consumir alimentos hipercalóricos. La cuestión es no pasarse.FUENTE. DIVERSICA.COM. FOTOs. EL LITORAL

Es evidente que, durante los meses de frío, el cuerpo necesita más energía que durante el verano. Por eso, para que el organismo puede afrontar las bajas temperaturas es fundamental el consumo de hortalizas, frutos secos, lácteos descremados, legumbres y carnes.

No se debe disminuir el consumo de líquidos (dos litros diarios), ya que el cuerpo se deshidrata igual que en verano. Y resulta fundamental que la comida de la noche sea lo más liviana posible, porque en esta época nos acostamos más temprano que en los días calurosos.

Quizás la falta de luz, los días nublados y el frío provoquen que se tienda a consumir más hidratos de carbono. Nos gusta sentarnos en un café para mirar la lluvia y los vidrios empañados mientras disfrutamos de medialunas, chocolate, dulce de leche y tortas varias. La consecuencia inmediata, claro, será el inevitable aumento de peso y un mayor cansancio, debido a que los dulces incrementan la concentración de azúcar en la sangre, lo que después de la hiperglucemia provoca decaimiento.

EFECTOS BENEFICIOSOS

Hay alimentos que estimulan el buen funcionamiento de las células nerviosas, ayudando al organismo a mantenerse relajado, como la banana, las almendras, el germen de trigo y la semillas de girasol. Además, para favorecer el sistema nervioso central y lograr un efecto sedante, se deben consumir vitaminas del grupo B: lácteos, carnes, cereales, arvejas y repollo.

Considerando que en esta época del año la actividad suele ser intensa, es necesario estimular, por ejemplo, la reacción del organismo frente a las hormonas que se segregan debido al estrés. Por eso, es recomendable consumir potasio, magnesio y calcio, que también tienen propiedades relajantes y mantienen constante el ritmo cardíaco.

El potasio se encuentra en verduras, frutas, cereales y carne. El magnesio en verduras, frutos secos, cereales y semillas. Por último, el calcio, conocido como el “tranquilizante natural”, se encuentra paradójicamente más concentrado en lácteos descremados que en los enteros.

Sin olvidar el clásico consejo: la vitamina C posee un gran poder antioxidante, ayuda a combatir las agresiones del invierno y a activar las defensas orgánicas. ¿Dónde encontrarla? En cítricos, kiwi, repollos, brócoli, frutillas, melón, frambuesas, ajíes y tomate. Los alimentos congelados conservan casi toda la vitamina C, mientras que no sucede lo mismo en el caso de los enlatados.

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BENEFICIOS

Las sopas se pueden consumir como entrada. Ayudan a no excederse en las porciones siguientes, sin quedarse con hambre. Las legumbres aportan proteínas, grasas buenas, hierro, magnesio y vitamina B. Por ser ricas en fibras, ofrecen sensación de saciedad: porotos blancos, negros, garbanzos, lentejas y soja.

MÁS OPCIONES

Las hortalizas y frutas tienen un alto porcentaje de agua, fibras, vitaminas y minerales. En carnes, conviene elegir las magras; brindan proteínas y sensación de saciedad. Cuando se cocinan verduras al vapor no pierden su valor nutricional y cuando se consumen crudas aportan mayor cantidad de fibras.