Emotivos testimonios en un encuentro de pacientes curados
Voces de esperanza ante
un diagnóstico de leucemia
Se estima que entre el 70 ú 80% de las leucemias linfoblásticas pediátricas -el cáncer más común entre los niños- se cura. Los tratamientos actuales y la donación de sangre contribuyen para que estos pacientes continúen sus vidas con normalidad.
Mariana Rivera
Matías y Silvia Gallo, los papás de “Mati” -quien hoy tiene 25 años- hicieron públicas sus disculpas por no poder participar -por motivos laborales- del Primer Encuentro de Personas Curadas de Leucemia, organizado por Cenaele (Centro de Apoyo al Enfermo de Leucemia) y el hospital Iturraspe.
Sin embargo, estuvieron presentes a través de una carta -que se leyó entre quienes se encontraban en el Yatch Club, adonde se desarrolló la actividad- en donde contaron su historia: “Mati llegó al hospital Iturraspe en abril de 1997, derivado desde Rafaela, con un diagnóstico de leucemia linfoblástica aguda. Los temores ante lo inesperado, la urgencia sumada a nuestra confusión no nos permitían discernir la situación. Aunque la respuesta de familiares y amigos se nos presentó de manera instantánea, nos costaba asimilarlo. Levantamos nuestra fe en alto pero a veces parecía que también se debilitaba y fue entonces donde se fortaleció con la presencia de cada uno de ustedes”.
Se referían a “los médicos y enfermeras y, sobre todo, a Cenaele, quien incondicionalmente nos apoyó económicamente, espiritual y psicológicamente”.
También contaron que Matías tomó la confirmación en el hospital, en pleno tratamiento, y con el apoyo de quienes lo rodeaban y concluyeron: “Hoy se siente muy bien, hace una vida normal, trabaja y está muy feliz porque puede contar que la leucemia se cura, siguiendo todos los pasos, teniendo mucha fe y con mucho amor. No hay que bajar los brazos. Siempre vamos a estar agradecidos a todos los que nos ayudaron sin pedirnos nada a cambio, desde hace 12 años”.
Uno de los objetivos de este encuentro era ése: convocar a personas curadas de esta enfermedad para que ofrecieran su testimonio en relación a cómo sobrellevaron su enfermedad, cómo continuaron sus vidas, de manera de dar esperanzas a quienes actualmente están atravesando por la misma situación.
Pero la oportunidad también sirvió para insistir en llevar otro mensaje a la comunidad: la importancia de donar sangre voluntariamente, sin tener un destinatario conocido, ya que se trata de un insumo fundamental durante el tratamiento de los pacientes que padecen leucemia.
Más testimonios
Otras voces también se pudieron escuchar durante la jornada, de aquellos que tuvieron las mismas vivencias, los mismos temores y pudieron superar su enfermedad. Así, un médico contó su caso con lágrimas en los ojos, al igual que una joven que quedó estéril por el tratamiento que recibió y advirtió que el mismo día en que cumplía años de trasplantada de médula ósea le entregaron en adopción dos hermanitos.
También se pudo escuchar el testimonio de una mamá que admitió que -por ignorancia- pensaba que estaban intoxicando a su hijo en vez de aliviarlo de su dolencia con la medicación, u otra persona que estuvo 18 años en tratamiento y logró curarse de la enfermedad.
En el encuentro disertaron los Dres. Eduardo Dibar, coordinador general de protocolo de leucemia pediátrica del Gatla (Grupo Argentino del Tratamiento de la Leucemia Aguda) y jefe de Oncohematología pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires, y la Mónica Makiya, directora de protocolo de recaídas de leucemia pediátrica de ese mismo grupo.
La presidenta de Cenaele, Bertha de González Ruberto, tuvo a su cargo la apertura de las jornadas. Tras recordar que “hasta ahora, Cenaele se ha ocupado de ayudar al enfermo y su familia y, además, ha aportado para la compra de aparatos médicos para los Servicios de Hematología, Hemoterapia, Pediatría, Clínica Médica y Bioseguridad del hospital Iturraspe. Pero en esta oportunidad nos movió el tema de que muchas personas que tienen en tratamiento a sus familiares nos empezaron a preguntar si estábamos seguros de que se podían curar e, incluso, que iban a hacer una vida normal”.
Por eso -recordó- vimos que era el momento en que la sociedad supiera que son seres que se pueden desarrollar perfectamente, social e intelectualmente. Muchos de ellos hoy tienen familias, son estudiantes, empresarios, es decir, se desarrollan sin problemas.
Por último, agregó que “también nos movió el hecho de que queremos movilizar a la sociedad en cuanto a la donación de sangre. Si bien es cierto que los médicos luchan mucho por estos enfermos y tienen un buen tratamiento para aplicar, también se necesitan donantes de sangre. El éxito de esos tratamientos también consiste en tener la sangre suficiente para cubrir en el momento que el enfermo lo necesita”.