El engranaje parado

El polo agroindustrial santafesino vive momentos de incertidumbre y zozobra. Solucionar el conflicto con el sector sería fundamental.

Federico Aguer

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Esta semana, Campolitoral recorrió algunas de las plantas más significativas del polo agroindustrial del sur santafesino. En algunas, el “parate” era total, con un 90 % menos de producción que en igual fecha que el año pasado. En otras, la merma producida por la crisis en el mercado interno obligó a forzar la salida exportadora. Países como Ucrania o Kazajastán dejaron de ser desconocidos para muchos empresarios de la metalmecánica para pasar a ser verdaderas salidas de emergencia, gracias a las cuales se mantienen muchas plantas industriales.

En todas, la sensación de desánimo e incertidumbre repercute de manera directa en cada pueblo y cada localidad, cuyas economías dependen de manera directa de estas verdaderas usinas de trabajo.

Hasta hace un año y medio atrás, localidades como Firmat, Las Rosas, Las Parejas o Armstrong tenían problemas para conseguir mano de obra calificada ante la creciente demanda de pedidos de maquinaria. El “boom” agropecuario se reflejaba a través de los medios nacionales en los números de las economías de estas localidades, verdaderos polos de trabajo, con desocupación cero y en donde se generaba un círculo virtuoso que impactaba en el comercio, los servicios y la calidad de vida de su gente. Sin ir más lejos, la misma Rafaela ocupó a lo largo de los últimos años, algunas columnas de análisis de medios que, desde Buenos Aires, se asombraban con los resultados de esta agroindustria a nivel económico y social.

Los jóvenes, históricamente desesperanzados con el esfuerzo que requiere la actividad agrícola y hastiados de los sinsabores que debieron atravesar sus padres para poder mantenerse, estaban volviendo al campo, apostando a la capacitación, redescubriendo los secretos de un trabajo que necesita de la pasión para lograr el éxito.

La merma productiva se fundamenta el la sequía más feroz de los últimos años, una inesperada crisis internacional cuyas secuelas se sufrirán por muchos años y que obliga a un replanteo a escala global, y la crisis desatada entre le Gobierno nacional con el campo. A las dos primeras no se las puede modificar a nivel doméstico. Para buscar soluciones a la última, es indispensable que se tome conciencia del nivel de gravedad social que esta situación acarrea, y que los dirigentes provinciales sepan defender el reclamo de esa fuerza de trabajo que tanto costó conseguir y desarrollar.