Miseria y marginalidad

La Santa Fe que ignoramos

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En nuestra ciudad, viven alrededor de 120 mil chicos menores de 14 años. La mitad es pobre, y 30 mil viven en la exclusión absoluta.

Foto: Archivo El Litoral

José Luis Zalazar (*)

No es lo mismo hablar de pobreza que de marginación; la pobreza fue un término que se debatió mucho en décadas pasadas y está basada fundamentalmente en criterios económicos y de ingresos.

En cambio marginación es un término que incluye el aspecto económico, pero además otras variables que hacen al desarrollo humano integral como: salud, educación, condiciones y esperanza de vida, participación política, entre otras cosas.

Una ciudad con más del 40 % de su población hundido en la pobreza, y el 20 % en la exclusión, debería ser una señal de alarma. La misma ciudad con el 50 % de la población de menos de 14 años en estado de pobreza ya es un escándalo, o por lo menos así deberían asumirlo sus habitantes y sus autoridades. Las cifras son elocuentes. No es necesario manipularlas, hablan solas.

Importa preguntarnos como santafesinos, ¿qué se puede hacer para revertir una situación que año tras año tiende a agravarse? Hoy erradicar la marginalidad no es un objetivo ideológico, ético o político, sino una exigencia de eficacia económica. Está demostrado que el desarrollo, por sí mismo, no engendra justicia ni elimina la marginalidad.

Los pobres no pueden esperar. No pueden aguardar una solución que les llegue como una especie de copa que rebasa; de una prosperidad generalizada de toda una sociedad. Eso es mentira.

Todos los partidos políticos y todas las corrientes religiosas están de acuerdo con que la pobreza, la miseria y la marginalidad son un mal. Hay un consenso mayoritario en admitir que una sociedad o una ciudad con tales índices de miseria, es injusta, y esa injusticia salpica en primer lugar a su clase dirigente.

Santa Fe debe tomar conciencia de que el destino que nos aguarda es el fracaso como comunidad organizada si no resolvemos estos problemas.

Para entender mejor: en nuestra ciudad viven alrededor de 120 mil chicos menores de 14 años. La mitad es pobre, y 30 mil viven en la exclusión absoluta. Para estos chicos no hay futuro; o el futuro que existe es la marginalidad, la delincuencia, la cárcel o la humillación cotidiana en la miseria. Para estos chicos, no existe el Día del Niño, la Navidad o las reuniones “familiares” de los domingos.

En la marginalidad, existen 8 mil jóvenes que no estudian ni trabajan. Deambulan por las villas. Esto es una bomba que tenemos debajo de la mesa cada uno de nosotros y no la queremos ver.

En la marginalidad, hay más de 10 barrios completos que fueron estafados hace más de 20 años con aquel famoso Plan Lote del gobierno provincial. Y hoy siguen en la misma situación, sin lote, sin domicilio, y muchos de ellos sin ningún servicio y con las leyes de expropiación caídas y dejadas sin efecto.

En la marginalidad, nacen 2 mil niños por año, esto quiere decir que en Santa Fe se instalan 400 ranchos anuales. Hoy existen más de 3 mil ranchos.

Hoy un niño que nace en San Agustín II no es marginado por culpa de sus padres, ni debería estar condenado a vivir 15 años menos que el resto de los santafesinos.

Somos una sociedad que se deslumbró con el desarrollo y el consumo y se olvidó de la justicia.

Debemos lograr arrimar a los excluidos a las orillas de la pobreza; a nadie le gusta vivir en la basura, ni a la gente de derecha ni a la gente de izquierda. Démosle la dignidad de pobres y luego discutamos de ideologías.

Los gobiernos, por su parte, están atados a sus compromisos, a sus ambiciones miserables; por un camino o por otro son prisioneros de una red clientelar solamente interesada en que todo siga igual, porque a la masa de excluidos se la puede manipular electoralmente.

Dentro de este marco, vamos a terminar abrazando y custodiando los monumentos históricos, olvidándonos de las personas de carne y huesos que viven en los basurales.

Hoy, los dirigentes deben definir qué hacer con ellos. En el corazón de cada uno de nosotros se encuentra la respuesta.

(*) Movimiento Los Sin Techo

A nadie le gusta vivir en la basura, ni a la gente de derecha ni a la gente de izquierda. Démosle la dignidad de pobres y luego discutamos de ideologías.

 

Por un camino o por otro, son prisioneros de una red clientelar solamente interesada en que todo siga igual, porque a la masa de excluidos se la puede manipular electoralmente.