Al margen de la crónica

Si Belgrano despertara...

El 20 de junio se celebra el Día de la Bandera Argentina. Aunque la historia sostiene que fue izada por primera vez el 27 de febrero de 1812 en las barrancas rosarinas, la fecha para honrarla no es caprichosa ya que en 1938, el Congreso de la Nación -ley mediante-, dispuso evocar ese día a su creador Manuel Belgrano, quien murió el 20 de junio de 1820.

Las efemérides son adecuadas para conocer, investigar y meditar sobre hechos, personas o acontecimientos del pasado que marcaron la historia de los pueblos; que constituyeron un quiebre, un hito o que sentaron ejemplo de conductas dignas de ser imitadas.

Lejos están esos presupuestos de la implicancia netamente mercantilista que maneja a placer la disposición de feriados patrios. Sólo unas pocas fechas conmemorables permanecen fijas, algunas bastante cercanas, otras discutibles; pero las que tienen que ver con los padres de la Nación, casi todas, pueden (de hecho sucede) ser modificadas. El 20 de junio pasará a ser el 15. Se puede inferir que Belgrano murió cinco días antes de lo que dicen los historiadores o que el Congreso de 1938 quiso decir en su dictamen 15 y se equivocó y dijo 20. La realidad indica que todo es posible, el dinero manda y, así como se modifican el Día de la Madre, del Padre y del Niño de acuerdo con cuán gorda esté la billetera de los que deben agasajar conforme a los días de pagos de sueldos, algunos feriados se fuerzan a fines de semana largos para incentivar a la gente a moverse hacia los lugares turísticos. ¿Buena intención? Semejante superficialidad también consigue que el 9 de Julio, por ejemplo, sea más esperado por el locro que para recordar que ese día se declaró formalmente la independencia de las colonias.

¿Cómo se las ingeniarán los maestros para explicar a los chicos que el feriado del 15 corresponde al 20 que fue el día en que murió el creador de la bandera?, ¿simplificarán la cuestión diciendo que Belgrano les regaló, además de la bandera, un día sin clases?

Vicisitudes de la tilinguería moderna: deslustrar el valor de los símbolos. Si corresponde o no la honra de determinados actos depende del cristal -o de la subjetividad- con que se analicen pero, si se adoptaron y veneraron durante mucho tiempo, las razones para modificar su significado deberían ser más sustanciales que las de facilitar unas minivacaciones. Por un momento pensemos, si Belgrano pudiese despertar en esta Argentina del siglo XXI, él que terminó sus días pobre y enfermo y que murió viendo a su Patria desunida; ¿no le parecería más de lo mismo? Si Belgrano pudiese despertar de su sueño eterno ¿no desearía volver a dormir para siempre de inmediato?