PERFILES

TEXTOS DE FLORENCIA ARRI. FOTO. PABLO AGUIRRE.

Rubén Carughi

Trombonista y emprendedor, es quien desde hace diez años organiza Trombonanza.

Latido de trombón

Latido de trombón

La música, un trabajo. “Decidí dedicarme a la música hace 26 años, cuando fui al primer concierto de la Jazz Ensamble en Santa Fe. No conocía a Pedro (Casís) ni a la orquesta, pero siempre escuchaba programas de jazz en la radio y los discos que eran de mi papá, que falleció cuando yo era chico. En esos discos distinguía el timbre del trombón; me gustaba su forma, encontrarlo en el jazz y en la salsa; pero a los 19 fue más fácil conseguir una trompeta y comencé a estudiar en el Instituto Superior de Música. Un año y medio después estaba tocando en un pueblo con la Comparsa de la Gran China, y había un músico de la Banda de la Policía que tenía un trombón a pistones. Nos sentamos a tomar una cerveza en el cordón de la vereda, me prestó el trombón y en él encontré que podía hacer todo lo que había intentado con la trompeta y que era el timbre que tenía guardado en mi memoria”.

El camino del trombón. “Mis padres me compraron mi primer trombón. Por unas semanas tomé clases con el maestro Chiappero Favre; y empecé a tomar clases en Buenos Aires con Wilfredo Cardozo, que era primera trompeta de la Orquesta Estable del Teatro Colón. Tenía fama de ser muy estricto, pero como no me gustan las cosas fáciles nos llevamos bien. Una hora de clase me costaba lo mismo que un sueldo entero en la Banda Municipal... pero me gastaba la plata en eso. Al principio iba cada quince días, pero después conseguí otro trabajo para poder ir todas las semanas. Fue un esfuerzo impresionante: viajaba en tren, encadenaba el trombón a la barra debajo del asiento y demoraba unas once horas en llegar a Buenos Aires para tomar una hora de clase. Los fríos más grandes de mi vida no los pasé en Europa sino en ese tren; y durante el verano llegaba lleno de tierra porque los vidrios estaban todos rotos. Era el far west, te asaltaban y al pasar por las villas le tiraban piedras al tren... viajar tenía su folclore. Por eso cuando me casé me fui a vivir a Buenos Aires, a la vuelta de donde tomaba clase”.

Cuestión de olfato. “Siempre tuve olfato para ver oportunidades, situaciones. Por eso me fue bien, por intuición. Siempre traté de hacer lo que me gusta: tocar música. Me gusta presentarme a concursos, dar clases... Es una ecuación: podría trabajar de otra cosa y hacer música en otro momento, pero si me dedico a la música todo el tiempo, soy más feliz. Es necesario tener un trabajo para vivir, para comprar discos, para que a mi hija no le falte nada. Para eso elijo tocar música, aunque no sea siempre la que más me guste, la prefiero en vez de trabajar en un banco o dedicarme a otra cosa”.

Motor interno. “Me encanta levantarme y generar mi propia actividad, a veces eso significa renegar mucho, pero siempre vale la pena. Valoro poder dedicarme a lo que me gusta. Por ejemplo, hace tiempo que tengo la idea de tocar con Rubén Blades y nunca lo consideré imposible. Tampoco me voy a sentar a esperar que alguien lo traiga para tocar conmigo; empiezo por pensar que Blades seguro tiene un teléfono, y que cobrará una plata que veré cómo consigo... Así tocamos con Robby Ameen (baterista de Blades), con Paquito D’Rivera y Conrad Herwig, uno de los mejores trombonistas del mundo y un tipo bárbaro al que le encantó Trombonanza y volverá este año”.

Trombrones del mundo en Santa Fe. “En 1991 viajé a Europa a estudiar. Estaba en Trossingen, Alemania; y al abrir una puerta ví a doce trombonistas tocando juntos adentro de una sala... Al verme ahí, el profesor me dijo ‘ya sé que estás asustado pero cerrá la puerta’. Me había quedado parado, helado, porque nunca había visto algo así. Me pregunté por qué no lo hacíamos acá, por qué admirábamos tanto a otros sin pensar en hacerlo nosotros... No es cierto que en este país y en esta ciudad no se puedan hacer cosas. Al viajar te das cuenta de que la gente es igual en todos lados; lo que cambia es la capacidad de acción, de organización. Nosotros hicimos Trombonanza, y mejor que ellos. En el arte la gente se maneja con mucho misterio, hay un mito en torno a los grandes músicos, pero al conocerlos te das cuenta de que no, de que son músicos como cualquier otro. En Trombonanza los vemos comer, caminar, hablar... ahí aparece el artista en su verdadera dimensión. Antes lo que teníamos era su cara en una revista, y ahora lo tenemos en Santa Fe por una semana”.

ASÍ SOY YO

RUTA LABORAL

Es profesor de la Escuela de Música Nº 9901; músico de la Jazz Ensamble; de la Santa Fe Latin Jazz; y la Sonora D’Irse Salsa Band, entre otros grupos. Fundó grupos de diferentes géneros, desde la Santa Fe Latin Jazz hasta Zandunga y la Sonora D’Irse, entre otros.

TROMBONANZA

Es el precursor de Trombonanza, que del 3 al 8 de agosto realizará su 10º edición; con presencia de Conrad Herwig, Eckhard Treichel, Irvin L. Wagner, Jacques Mauger, Pablo Javier Fenoglio, entre otros.