Llegan cartas

Un cacho de cultura

Ercilio J. M. Rudi

Señores directores: Para disfrute de locales y turistas, la Ciudad de Santa Fe se caracteriza por disponer de los más variados sitios que ofrecen muestras de arte y otras expresiones culturales con acceso libre y gratuito.

Los medios de comunicación y en particular este vespertino, adhieren divulgando los eventos con anticipación. Cada acontecimiento habrá requerido mucha dedicación por parte de los organizadores y expositores, además de las consecuentes erogaciones económicas para financiarlo. Aún los más modestos, deberán contar con un lugar apropiado y acondicionado; artistas, curadores, utileros; personal para montaje, iluminación, sonido; personas afectadas a su limpieza e higiene antes y después; habrá que cursar invitaciones y comunicar a los medios; diseñar, imprimir y distribuir programas, además de un extenso cúmulo de implementos y tareas para alcanzar el objetivo.

Las muestras o espectáculos podrán brillar o ser opacados por la mayor o menor asistencia de público y por su conducta. Sobre este punto, “conducta”, viene a cuento el verbo “civilizar”. La acepción que indica el diccionario para el vocablo civilizar es: “Sacar del estado salvaje y de salvaje dice: silvestre, sin cultivo; sin domesticar; áspero, inculto, fragoso; ignorante o muy necio”.

Se entiende por cultura, “cierto grado de desarrollo intelectual” y por extensión: de educación, de comportamiento, de tolerancia.

No resulta fácil tolerar el salvajismo verificable en algunos individuos que asisten con vestimenta inapropiada, o que parlotean durante el desarrollo del programa o que se abalanzan desaforados sobre las bandejas de bebidas y gastronomía que suelen ofrecerse en el vernissage.

Se me ocurre procedente que, de modo apropiado y amable, los organizadores indiquen taxativamente algunas advertencias o recomendaciones por obvias que parezcan. Reservarse derecho de admisión o permanencia, (bien entendido y ejercitado) no significa necesariamente segregación ni cercenar derechos, muy por el contrario, están para su buen resguardo. Recomendar y hacer cumplir silencio (incluso de celulares) no debe parecer una desmesura. Indicar el modo en que se ofrecerá el ágape para placer de todos, permitirá orientar a los más despistados por si las moscas... Al fin de cuentas, nos ponemos el cinturón de seguridad cuando circulamos en automóvil, para evitar riesgos mayores en caso de accidente.

Pues bien, para que las buenas oportunidades de acceder todos a un cacho de cultura civilizadora no se vean opacadas por la barbarie de unos pocos, recomendemos y hagamos cumplir las reglas de la cortesía, atento a que “lo cortés, no quita lo valiente”.