Al margen de la crónica

Humor Registrado

Silenciosamente se fue Andrés Cascioli. Su muerte coincidió con la de Michael Jackson y la de Farrah Fawcett y para muchos quedó en apenas algunas pocas líneas de un diario o un título radial o televisivo. Sin embargo, los tres compartieron el auge en una misma época. Los norteamericanos marcaron una etapa en música y en series televisivas. El argentino marcó una etapa en la vida del periodismo gráfico de nuestro país.

Satiricón, Humor Registrado, El Periodista y Fierro sellaron a fuego a generaciones de lectores y las primeras tuvieron la valentía de abrir grietas en el muro de silencio y de censura que imponía el régimen militar en la Argentina de fines de los 70 e inicios de los 80.

Las tapas de Humor -todas dibujadas por Cascioli- son los editoriales más duros que soportó el poder de entonces. Por el quincenario pasaron los mejores dibujantes y las mejores plumas, muchas de las cuales hoy son figuras del periodismo argentino. Los reportajes de Mona Moncalvillo, las aguafuertes de Dolina, las páginas de rock de Gloria Guerrero, las columnas políticas de Enrique Vázquez, de Tomás Sánz, la cruda mirada del deporte de Walter Clos; los personajes de Fontanarrosa, de Grondona White, de Trillo, las puertitas del señor López, el doctor Cureta, eran las características de una revista nada complaciente. El regreso de la democracia la tomó como abanderada de las libertades y su cierre llegó sobre fines de los 80 y la quiebra del dibujante.

Hoy, con Internet, radios AM y FM, canales de cable y multiplicidad de medios gráficos, parece imposible narrar épocas recientes donde desde el Estado se tenía un férreo control de la información. Por eso, la figura de Cascioli cobra mayor relevancia. Desde el dibujo y desde la edición de una revista pudo disparar aires de libertad y de rebeldía y empezar a horadar un régimen que se creía incólume.