Somos extraños

Arturo Lomello

No es necesario apelar a seres de otro mundo o creados por nuestra fantasía para encontrar la extrañeza de este mundo. Ocurre que los humanos estamos acostumbrados a la característica de nuestro ser, sin embargo ¿no es extraño un ser que por un lado busca ansiosamente su plenitud mientras por el otro vive peleándose con el prójimo, nada más que por color de la piel o una concepción distinta de la realidad?

Somos muy extraños en verdad: hemos recibido la enseñanza que viene de lo alto y aunque la recitamos de continuo, hace miles de años seguimos destruyéndonos entre nosotros y destruyendo el medio ambiente. Una misma comunidad alberga santos, asesinos, poetas, artistas, usureros y explotadores.

Por otra parte, como decíamos antes, estamos acostumbrados a nuestras características. Si nada más que por un distinto clima y por una diversa historia en conjunción con otros factores hay tanta diferencia entre un chino y un americano ¿cómo no darnos cuenta de la extrañeza que nos constituye?

Ciertamente, si llegara un ser de otro mundo el aspecto de extraterrestres lo tendríamos nosotros. Aquí nos encontramos con un ejemplo más de la veracidad de la teoría de la relatividad de Einstein.

Nosotros entonces somos seres fantásticos. Simplemente, todo lo que existe es fantástico. Basta ver la infinita pluralidad de seres de los distintos reinos que pueblan la tierra para asumir la conciencia de que ninguna imaginación por rica que sea puede superar a la de la vida.

Con ser totalmente realistas nos encontramos con la fantasía ¿Qué mayor creación fantástica que la de una rosa?, y para no caer en discriminaciones ¿qué mayor fealdad cómica que la de un sapo? Y qué mayor asombro que saber que nosotros advertimos todas las manifestaciones y sutilezas de este bellísimo misterio.

Somos paradojales, mientras un científico lucha para preservar la vida, otros se la ingenian para destruirla creando instrumentos horripilantes como la guerra química ó bacteriológica y las pastillas anticonceptivas.

Aquí, en nuestro país, considerado uno de los más ricos potencialmente del mundo, sólo un grupo muy minoritario maneja con usura los recursos económicos, mientras la inmensa mayoría no puede zafarse del cepo que le ha impuesto aquél. Es otro índice nuestra condición extraña. Hablamos todo el día de justicia, pero los hechos que muestran la verdad evidencian que la justicia no nos interesa realmente. Claro que todo esto que decimos proviene de nuestra fragilidad. Sin embargo, la esperanza de la plenitud no nos abandona jamás. Y como se nos ha prometido, algún día esa extrañeza que nos constituye desembocará en la unidad de la consumación.

Es que como dijo alguien que no era un ser interplanetario, lo extraño es que “nuestro reino no es de este mundo”.