Signos de una nueva etapa

En sendas entrevistas, los politólogos Guillermo O’Donnell y Sergio Berensztein dicen que la demanda de institucionalidad y la derrota del kirchnerismo marcan un quiebre en la vida política argentina. Y en una columna, Nicolás Ducoté destaca la participación ciudadana en los comicios.

Sergio Serrichio (CMI)

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Más compromiso, un resultado para festejar

Nicolás Ducoté (*)

A diferencia de lo que ocurrió en 2007, las elecciones del domingo demostraron que la democracia Argentina está avanzando hacia una sociedad más consciente de los deberes cívicos de todos. La notable presencia de los ciudadanos tanto para presidir como para fiscalizar las mesas señala que muchos argentinos comprendieron que para exigir también hay que hacer.

Los esfuerzos hechos por la Justicia Electoral y el gobierno complementados por organizaciones de la sociedad civil, empresas, universidades y medios de comunicación masivos permitieron que la gran mayoría de las autoridades de mesa convocadas fuera notificada en tiempo y forma y, además, que un número récord de ciudadanos se presentara voluntariamente para suplir las ausencias en las mesas. Por otro lado, la reducción de la cantidad de electores a 350 votantes por mesa contribuyó a agilizar los comicios y evitar largas colas y esperas.

En Mendoza, por ejemplo, los más de 4.000 postulantes voluntarios para autoridades de mesa terminaron controlando 50% de las mesas electorales. Aunque aún no hay cifras oficiales de todos los distritos, la asistencia de los ciudadanos para presidir y fiscalizar estos comicios fue notable, y eso, más allá de los resultados que dejan ganadores y perdedores, es un resultado que vale la pena que todos festejemos.

También se debe destacar la tarea de numerosas organizaciones de la sociedad civil que trabajaron no sólo para que la ciudadanía cumpla con su deber cívico, sino también para mejorar la calidad de la participación. Mediante las campañas “Tu Presencia es Transparencia”, liderada por Cippec, y “Cuidá tu voto”, del Consejo Publicitario Argentino y la Fundación Americana para la Educación, muchas organizaciones de la sociedad civil impartieron cursos de capacitación para autoridades de mesa en numerosas provincias y brindaron información acerca de los comicios para que los ciudadanos pudieran emitir votos más fundados.

No obstante, es necesario alertar que la participación del electorado en las urnas fue todavía más baja que en años anteriores. Mientras que en 2005 votó 72,34% del padrón electoral, en 2009 lo hizo tan sólo 71,29%. Según datos del Ministerio del Interior de la Nación, las cifras son menores en algunas provincias, como Córdoba, donde sólo votó 70,92% del padrón, y levemente superiores en Mendoza (76,51%).

En este contexto, hubiera sido deseable que los candidatos se comprometieran a organizar sus campañas en torno de sus propuestas y no de las críticas al partido o candidato opositor. Además, es clave seguir avanzando en la transparencia del financiamiento de las campañas electorales y de los partidos políticos, y comprometerse todos a respetar la veda electoral que rige antes, pero también algunas horas después del cierre de los comicios.

Las elecciones del 28 indican que es posible avanzar hacia una democracia participativa donde los ciudadanos se responsabilicen de controlar y cuidar los votos de todos los argentinos. Demuestran, además, que la mejor fórmula para alcanzar una Argentina plenamente democrática es apelar a los propios ciudadanos, porque en ellos reside la soberanía y la responsabilidad de fiscalizar la transparencia del proceso en el que se elige a sus representantes.

(*) Director general de Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento).

Signos de una nueva etapa

Una nueva composición de las representaciones parlamentarias, abre el crédito a la eliminación de superpoderes y la limitación de decretos de necesidad y urgencia. El momento de los líderes moderados.

Foto: DyN

Sergio Berensztein

POST KIRCHNER

—¿Qué significa el resultado de ayer para los Kirchner?

—El kirchnerismo, tal como lo conocimos hasta ahora, fue derrotado. El peronismo ya comenzó a procesar el kirchnerismo como antes procesó el menemismo. La renuncia de Néstor Kirchner a la presidencia del PJ, en cuyo reemplazo asumió Scioli, y su llamado a los gobernadores, y la asunción del vicegobernador de Tucumán como ministro de Salud son signos de eso. Manzur es el primer ministro de los Kirchner que no es pingüino ni tampoco de Capital ni de Buenos Aires. Son movimientos que indican que Kirchner asumió la paternidad de la derrota.

—¿Y para la oposición?

—Todos los líderes ganadores o que salieron fortalecidos son moderados, gente que quiere un balance del poder. No ganó nadie con un discurso extremo. En un contexto económico difícil y con el nivel de crispación que hay, es un signo de madurez y un motivo para el optimismo. Hay un nuevo balance de poder y emergen nuevos liderazgos. Y agregaría una tercera conclusión: pese a todas las dudas, el temor al fraude, la acordada de la Cámara Electoral, el resultado fue transparente. A las dos de la mañana estaba todo claro. No hay conflicto post-electoral ni dudas sobre el resultado. Esta vez tuvimos suerte, pero con tal nivel de paridad política hay que hacer esfuerzos y reformas para que tampoco haya problemas en el futuro.

—¿No es paradojal que, con 32 % de los votos, Néstor Kirchner sea el gran “perdedor”, y con porcentajes inferiores Gabriela Michetti, en Capital, y Luis Juez, en Córdoba, sean “ganadores”.

—Es que son liderazgos nuevos, en construcción. Juez fue efectivamente un ganador. Lo suyo es una victoria, pero sin margen para ser un liderazgo dominante. Lo de Mestre fue muy bueno y lo de Mondino, meritorio. En Córdoba, el sistema político está fragmentado. Ahora, Schiaretti puede pasar con la ambulancia y en poco tiempo volver a ser una de las dos principales fuerzas de la provincia. Igual que a nivel nacional, surgió allí un nuevo balance de poder. El desafío de Juez es evitar que siga habiendo alta rotación de dirigentes en torno suyo. Necesita fortalecer su estructura política. De lo contrario, no podrá consolidarse.

—¿Y qué lectura hace de la elección de Carrió y el Acuerdo Cívico?

—El Acuerdo hizo una buena elección: logró un mayor número de bancas en Diputados y una importante extensión de votos a nivel nacional. Es la única fuerza que tiene eso, además del PJ. Carrió descuidó Capital. Tuvo allí candidatos de gran potencial, como Prat Gay, o capacidad y trayectoria, como Gil Lavedra, pero sin fuerza electoral. Se debilitó en el distrito, por priorizar el resultado nacional. Creo que a la larga al Acuerdo tal vez le convenga. Si Carrió hubiera priorizado la Capital, habría sacado un diputado más en el distrito, pero perdido varios en el resto del país. Ella está construyendo un espacio político. Si el Acuerdo perdura como un radicalismo punto 2, por llamarlo de algún modo, el resultado de ayer y el rol de Carrió serán revalorizados en el futuro. Hay una red basada en la UCR, a la que ahora se suma el liderazgo de Cobos, que picó en punta en la carrera presidencial 2011.

O’Donnell

Claves

Uno de los politólogos argentinos más reconocidos en el ámbito académico internacional, acuñador de conceptos como el “Estado burocrático-autoritario” y la “democracia delegativa”, Guillermo O’Donnell, cree que la clave de la etapa que se abre tras la derrota del gobierno en las elecciones del domingo es si la sociedad y la clase política lograrán realmente avanzar hacia una mayor institucionalidad.

“Una cosa en común y que ha beneficiado a todas las expresiones de la oposición es el fastidio, el cansancio de la ciudadanía con el estilo abrupto, inconsulto e inconstitucional del gobierno, que se agregó al atractivo que cada partido puede haber tenido”, señaló O’Donnell, que recientemente volvió a establecerse en la Argentina, tras muchos años como profesor e investigador en la universidad de Notre Dame, Estados Unidos.

—¿Cree que habrá realmente cambios institucionales, como eliminación de superpoderes, superación de la emergencia, limitación de los Decretos de Necesidad y Urgencia?

—Esa pregunta pone el dedo en la llaga. Buena parte del futuro depende de la respuesta a estas cuestiones, de si va a haber una mejor institucionalidad. Pagaría por saberlo. Hay motivos para el optimismo y para el pesimismo. No sólo el futuro político, sino también económico y social de la Argentina dependen de si la oposición mantiene este reclamo de mayor institucionalidad o sólo se trató de una postura oportunista, antes de una elección. Mantengo una preocupada esperanza, una expectativa. Todos tenemos que hacer algo, y los sectores políticos tienen que sentir que la ciudadanía les demanda respuestas.

—¿Cuáles son las razones para el optimismo y cuáles, para el pesimismo?

—La misma gente que ha sido elegida. Hay personas para ser optimistas y otras que en su trayectoria política no se han distinguido por actitudes institucionalistas. Pero en la vida se puede aprender. Tenemos que ayudar todos: ciudadanos, medios, organizaciones de la sociedad civil. Aportar a esto y demandar que se cumplan las promesas de mayor institucionalidad que se hicieron en esta elección.

—Sobre el final de la campaña se habló sobre el rol del Estado. ¿Se podrá progresar en este tema?

—La discusión sobre el Estado en la campaña fue de una superficialidad alarmante. Parecería que estuviéramos en un péndulo: o el Estado demonizado de los ‘90 o el Estado como factor de todos los bienes posibles. Esos simplismos no se condicen con la realidad y en la medida en que rijan comportamientos pueden seguir llevándonos a situaciones muy dañinas para el país.