Un proceso de cuatro meses
“El tobillo me dijo basta”
Con el uso de una bota que lo inmoviliza al caminar, Germán Chiaraviglio comenzó hace algunos días con el tratamiento de su tobillo izquierdo, buscando que el hueso suelde durante este proceso.
Redacción de El Litoral
Finalmente, los estudios mostraron que algo se rompió en ese tobillo izquierdo que tan a maltraer lo tenía. Y aunque suene ambiguo, la tranquilidad se sobrepuso a la amargura y especialmente las dudas que dominaban cada momento y movimiento de Germán. Lo que no era nada desde hace ya un largo tiempo se transformó en una bota que le impide mover la zona afectada.
Distendido y hasta reconfortado por el resultado de las tomografías y resonancias que se hizo, contestó cada una de las preguntas que le formulamos en su casa del barrio sur de la ciudad.
—¿Es el momento más difícil de tu carrera?
—No, he pasado por momentos más duros, a mi regreso de los Juegos Olímpicos por ejemplo. Además, intento transformar estos problemas y verle el lado positivo, como por ejemplo que a la única vez que tuve que parar por lesión para operarme le siguieron los 6 meses más exitosos de mi carrera deportiva. En este proceso, el peor momento fue aceptar el dolor sin un diagnóstico preciso. Ahora estoy más tranquilo que hace unos meses porque ya lo tengo y además me estoy tratando.
La lesión
Es la segunda vez en su carrera que debe interrumpir los entrenamientos y por ende su aparición en las pistas cargando su tubo de garrochas. Su tobillo izquierdo aquella primera vez lo obligó a terminar en el quirófano.
—El parte médico habla de “stress en el hueso”. Eso es sobreentrenamiento. ¿No fue un error?
—No. Esa palabra define una sobrecarga en una zona que no estaba en óptimas condiciones como el resto del cuerpo, la cual controlaba rigurosamente con estudios que nunca habían reflejado lesión. Por lo tanto, seguía entrenando y compitiendo con esa molestia, esperando siempre que se me pase, hasta que llegué a la entrada en calor en Lima y de la nada tuve el primer síntoma que transformó la molestia en un dolor tan insoportable que directamente fui a sentarme para ver cómo mis rivales saltaban.
—¿Cuáles fueron los síntomas de la lesión?
—Una molestia que fue intensificándose con los entrenamientos y se volvió insoportable hace algunas semanas atrás. El dolor es articular, como si una aguja que se me clavara en la parte externa del tobillo izquierdo, y lo sentía en los 5 ó 6 segundos que me llevaba la carrera hacia la colchoneta, porque en esos momentos la intensidad del impacto en los pasos es alta. Mientras llevo una vida normal no se manifiesta el dolor, es un pie que está bien.
—¿Podés precisar el momento de la fractura, si es que lo hubo?
—Después del Grand Prix de Brasil en el mes de mayo, y antes de regresar a Italia, pasé por Santa Fe unos días. En los entrenamientos que hice en la pista del Card ya me costaba mucho la carrera y en uno de ellos recuerdo haber hecho una mayor cantidad de saltos de lo normal. Como tenía la musculatura en calor no lo sentí, pero creo que ese fue el momento, porque a partir de allí cada sesión de saltos era un suplicio.
—Esta lesión de ahora, ¿tiene que ver con aquella que terminó con una cirugía?
—No directamente. La relación tiene que ver más con la actividad que vino después, porque la complicación y el debilitamiento fueron progresivos, producto de la postura y los gestos técnicos al momento de apoyar el pie. Del dolor de siempre a este que me hizo parar, hay una gran diferencia, el pie me dijo “basta”, hasta el extremo de no poder ni caminar en la pista.
El tratamiento
Germán convive con este tema desde hace un par de años. Las molestias que se transformaron en dolor no le permitieron durante las últimas dos temporadas pensar con la claridad que debe tener un atleta de alto rendimiento.
El diagnóstico fue preciso y obligó a usar una bota durante todo el mes de julio para inmovilizar la zona afectada. Terminado este período, se repetirán los estudios para ver si se produjo la soldadura del hueso y comenzar con la rehabilitación.
—¿Qué pasa si eso no prospera?
—Vamos a ir por el último recurso, el método “invasivo”, que es la cirugía, donde la unión de la fractura se produce mediante la colocación de un tornillo. Eso se traduce en que el proceso de recuperación demoraría un par de meses más. De todos modos, ya tengo la experiencia de 2005, cuando debí operarme y estuve 6 meses parado.
—¿Estás convencido de lo que se está haciendo?
—Sí. Es una de las cosas en los últimos tiempos que estoy haciendo bien. Durante todo este tiempo, sobre todo cuando las marcas no se dan, la duda es constante sobre si hacés o no lo correcto. Además, el problema físico termina repercutiendo indefectiblemente en la parte técnica, porque de 10 saltos, en 9 carreras estaba más preocupado por mi pie que por la prueba y, cuando llegaba a la zona de pique para saltar, no lograba hacerlo o lo hacía mal. Ahora, cambié dudas por certezas, no sólo por el tratamiento, sino por el diagnóstico.
—¿Es un período de inactividad total?
—No. La semana próxima empiezo con la actividad en el gimnasio para trabajar en tren superior, zona media con abdominales y espinales, gimnasia deportiva y también a hacer ejercicios con la pierna que no está afectada. Mi idea es esperar lo que sea necesario, pero estar apto físicamente para cuando llegue el momento de volver a tomar las garrochas.




