ESPECIAL PARA EL LITORAL

OTRA MIRADA

La cremación

P. Olidio Panigo

Una aclaración con respecto a la cremación no viene mal, ya que todavía existe el pensamiento de que la cremación está prohibida por la Iglesia. Esta prohibición existió en la modernidad, cuando algunos grupos ilustrados no sólo eran partidarios de la cremación sino que, mediante la misma, manifestaban su oposición a la fe en la resurrección. En ese caso, la Iglesia no concedía la sepultura eclesiástica a quienes habían solicitado la cremación por su oposición a la fe en la resurrección. Era contradictorio pedir en las oraciones del rito de sepultura la resurrección para una persona que la había negado mediante su decisión. Pero esa prohibición fue levantada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1963 y también en el canon 1.176 del nuevo Código de Derecho Canónico de 1983. En el Ritual de las Exequias, utilizado para la sepultura de los difuntos, se lee: “Se pueden conceder las exequias cristianas a quienes han elegido la cremación de su propio cuerpo, a no ser que conste que fue elegida por motivos contrarios al sentido cristiano de la vida”.

No existen problemas con respecto a la cremación en sí misma, sino con el motivo por el que se hace. La gran concentración urbana, motivos económicos y ciertas modificaciones culturales en torno a la sepultura de los muertos han hecho que en muchos lugares, especialmente en las grandes ciudades, muchas personas pidan la cremación. En estos casos no existen problemas con esta práctica cada vez más extendida; y los distintos cinerarios, como el que se inaugurará en Guadalupe, tienden a ofrecer un lugar digno para las cenizas de nuestros recordados y queridos difuntos.

Párroco de la basílica

Nuestra Señora de Guadalupe