CULTURA
CULTURA

Un grupo de fans de los dibujos animados japoneses participa en el desfile Cosplay.
Un fenómeno de la cultura japonesa
Desde Japón llega un producto cultural que despierta pasiones. Pariente cercano del cómic, es conocido por el nombre de manga. De ojos enormes y estilizadas figuras, sus protagonistas recorren el mundo con millones de jóvenes enganchados a sus historias.TEXTOS. MARTA I. DE LA FUENTE. FOTOS. EFE REPORTAJES.
Un atormentado científico, el doctor Tenma, construyó un niño robot con corazón humano para sustituir a su hijo fallecido, invento que acabó vendiendo en un circo porque no lo veía crecer. Quizás si aclaramos que ese niño robot luchaba contra el mal y la injuria y que su nombre era Astro Boy, comencemos a enlazar los hilos.
Fue el gran “gurú” del manga, Ozamu Tezuka, fallecido en 1989, el creador de esta reliquia. Publicada por primera vez en 1951 y llevada a las pantallas televisivas doce años más tarde, ha servido para popularizar el manga, saltando fronteras y haciendo famoso el puntiagudo flequillo de Astro Boy.
Son historias como éstas, llenas de fantasía, las que embriagan a los lectores del manga. Y no piensen que es “cosa de niños”, pues los hay para todos los gustos. Un amplio abanico de géneros en los que zambullirte y disfrutar. Por ejemplo, el “shojo manga” dedicado a las chicas jóvenes, el “shonen manga” para los chicos o, para los más mayorcitos, el “soft hentai”, con un suave toque erótico.
Un dibujo poco realista, con personajes de rasgos desproporcionados, cabellos de colores imposibles y delicadas siluetas, además de una caracterización algo singular: “si un personaje siente vergüenza no se pone rojo, se hace chiquitito”, comenta Paula Acevedo, encargada de comunicación y prensa de la Asociación Española de Amigos del Cómic.
Si la historia del manga está escrita precisamente por sus creadores, un clásico entre los clásicos, Katsuhiro Otomo (1954, Hasama Japón) probablemente fuera el autor manga más reivindicativo en el diseño de sus ilustraciones. En 2019, la llamada “New Tokyo” (Japón), levantada sobre la antigua capital japonesa destruida tras la Tercera Guerra Mundial, es gobernada por la delincuencia y el terrorismo. Estamos hablando de “Akira” (1982) obra de Katsuhiro Otomo, que hizo mella en el fantástico universo manga.
A partir de los años “80, el cómic japonés comienza a filtrarse cada vez más en otros países y culturas. Hoy en día el manga se ha creado un buen mercado, es un producto rentable. Ocupa una gran porción del pastel de los cómics asiáticos, europeos o estadounidenses. En 1993, año de máximo auge para el manga, se vendieron sólo en Japón 1.590 millones de ejemplares.
EL UNIVERSO DE LOS “OTAKUS”
Así se denomina a los aficionados al manga, pero no son aficionados cualesquiera. El término “otaku” reivindica algo “más allá del fan”, comenta Paula Acevedo. Son generalmente jóvenes de doce a dieciocho años que siguen la estética de sus personajes preferidos del manga. Se visten como ellos, se peinan como ellos y viven por y para el manga. El término es una variación honorífica de “usted”, y se comenzó a utilizar como calificativo burlón de coleccionistas fanáticos que se escudaban en esa palabra para distanciarse de las personas que no compartían su afición. Pero viajando, esta palabra y con ella los jóvenes que la representan, ha llegado hasta lugares como Estados Unidos, México o España.
Más allá del espíritu fan, hay un halo de cultura que el lector de manga no debe dejar escapar. Akira Yamada, ministro de la embajada de Japón, durante el Expomanga 2008 apuntaba que “el manga es una ventana por la que se pueden ver muchas cosas de la cultura japonesa”. Quizás no sea de manera intencionada, pero los autores japoneses, creadores de estos tebeos, reflejan las costumbres y roles de su sociedad.
“Depende mucho del manga -nos cuenta Acevedo-, pero sí suele existir por ejemplo una sumisión por parte de la mujer. De modo que en los cómics románticos es la chica quien lucha por conseguir a su amado. Y si un personaje femenino es fuerte, suele ser malvado”.
Pero no siempre se cumple la misma regla; las reglas están hechas para romperse, y la sumisión de la mujer no ocurre en las historias de Naruto, en el que las chicas saben cómo defenderse. Este héroe, que está pegando fuerte, obra de Masashi Kishimoto, es inconfundible por su tocado en la frente en espiral.
LA EVOLUCIÓN
El cómic japonés tiene un seguimiento masivo en Japón y es cada vez más conocido en todo el mundo; evoluciona más allá de las cuatro esquinas de un papel.
A mediados del siglo XX nació el “animé” como una extensión audiovisual del tebeo japonés. El animé, ya sea en cine o en televisión, aparece impregnado de la cultura popular japonesa y del Arte Contemporáneo de Japón.
Ahora, gracias a la computadora y a la animación tridimensional, sus movimientos son más dinámicos y los detalles dejan al espectador asombrado. ¿Alguien no conoce Dragon Ball? Es uno de esos mitos que nunca mueren. Obra de Akira Toriyama, uno de los padres del manga, y publicado por primera vez en 1984 dio vida a una de las series animé más conocidas, con legiones de seguidores que aumentan con el paso de los años. Dragon Ball se convertiría más tarde en una saga imparable que se extendió durante cientos de episodios y que hace no mucho tiempo dio el salto a los personajes de carne y hueso.
Del cómic al “animé” y en dirección a Hollywood. “Dragonball Evolution” (2009) se tituló este experimento, que es la primera adaptación estadounidense de un manga. Un terreno en el que su director, James Wong, admitía su desconocimiento, pero que -según afirmaba durante una entrevista con la agencia EFE en los Ángeles-, cuando tuvo los manga entre sus manos le encantaron.
“Son increíbles... creo que cuando lees el manga hay algo que te atrapa... merecía la pena hacer la adaptación. Pensé que ésta era una gran oportunidad para atraer a la gente a este mundo, que es el canal narrativo perfecto para Dragon Ball”, concluía James Wong.

Dragon Ball es obra de Akira Toriyama, uno de los padres del manga, y fue publicado por primera vez en 1984.
“A partir de los años ‘80, el cómic japonés comienza a filtrarse cada vez más en otros países y culturas. Hoy en día el manga se ha creado un buen mercado”.

Una lectora de la versión inglesa de un cómic manga japonés en una librería del centro de Tokio.
JUEGOS DE IMITACIÓN
Entre las puertas que abre el manga a la imaginación, el “cosplay” o costume play (juego de disfraces) levanta pasiones. Vestirse de los personajes de Evangelion, de clásicos como Tsubasa, Mazinger Z o incluso de Doraemon -el rechoncho gato espacial-, y meterse en la piel de tu héroe favorito e incluso imitarlo, es uno de los ritos preferidos por los fanáticos de este arte.
Y para animarse en las convenciones, ferias o exhibiciones, además del “cosplay”, el karaoke es uno de los grandes pasatiempos, con el que podés cantar tu serie favorita. Además de los videojuegos, también tienen gran demanda las máquinas de baile o DDR (Dance Dance Revolution), donde se mueve el cuerpo a determinado ritmo según los movimientos que dicta la pantalla.
Por supuesto, no faltan las conferencias, charlas o coloquios y siempre -en algún rincón- alguien que desata su imaginación con lápiz, papel y mucho amor al manga.

Los personajes de Neon Génesis Evangelion.