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Vista actual del frente del templo.

Los 70 años de la obra de Don Bosco

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Frente del oratorio que se hizo en la casa que era propiedad de la familia Marsengo, en 1939.

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Roberto Ingaramo, ex alumno y director del Colegio Don Bosco

Roberto Ingaramo reseñó de qué manera se construyó un pedazo lindo de historia ciudadana.TEXTOS. ENRIQUE CRUZ (h). FOTOS. PABLO AGUIRRE

“Todos los hombres podemos hacer la historia y todos podemos escribirla pero, si bien es cierto que todos hacemos la historia, son pocos los que la escriben. Sobre todo son las instituciones que, gracias a su continuidad a través de los años, han contribuido a hacer la historia y han contribuido igualmente a escribirla. Y este ha sido el caso de la Obra de Don Bosco en Santa Fe, una institución que nació humilde, en casa prestada, pero que en todo momento sus distintos protagonistas, se encargaron de dejar registros de los acontecimientos que se sucedieron en cada momento de sus jóvenes 70 años de vida”. Así inició Roberto Ingaramo, ex alumno, actual director y hombre estrechamente vinculado a Don Bosco en buena parte de estos años de vida.

- ¿Cómo comienza todo?

- En 1939. Al día siguiente de la colocación de la piedra fundamental de nuestra querida Obra, la radio LT9 (por entonces Roca-Soler) emitía estas palabras del sacerdote profesor Alfonso Durán:

“Nuestra ciudad -decía- tuvo una gran dicha por mucho tiempo esperada: la colocación y bendición de la piedra fundamental de la gran institución que los Padres Salesianos fundarán entre nosotros. Sobre el camino asfaltado que avanza al norte: frente al hipódromo viejo, es decir, algo alejado de la ciudad, pero próximo a ella, en un barrio esencialmente obrero, dos hectáreas de terreno constituyen, desde hoy, el solar de San Juan Bosco”.

- ¿Por qué cree que existía tanto interés en aquel entonces?

- Por varias razones. Una de ella era que faltaba una obra que se dedicase a la educación de los hijos de los obreros, condición esencial para poner a la niñez y a la juventud en condiciones de ganarse honradamente la vida, de ser útil a la familia, a la Iglesia, a la sociedad y a la Patria. Ya en 1931 monseñor Juan Agustín Boneo (primer obispo de Santa Fe, desde 1897 hasta 1932) fue un tenaz impulsor de la educación de las nuevas generaciones de entonces, aprobaba y bendecía el proyecto de fundación en esta ciudad capital, de una Casa de la Obra del entonces Beato Don Bosco. Desde 1932 hasta fines de 1935, las autoridades salesianas visitaron en diferentes ocasiones nuestra ciudad, renovando ante el nuevo obispo monseñor Nicolás Fasolino el deseo de la fundación, cosa que no se llevó a cabo por las dificultades del momento.

- ¿Quiénes fueron los precursores de la obra?

- Los sacerdotes Bonfanti y Sorasio a la cabeza, pero con la firme colaboración de muchos cooperadores.

NACE Y CRECE UN ORATORIO

En febrero de 1940 se inició la construcción del edificio, mientras tanto se alquiló una casa en Facundo Zuviría al 6035, propiedad de la familia Marsengo. Allí convivieron y trabajaron los tres primeros salesianos: el padre Mario Mondatti, el padre Domingo Sorasio y el hermano coadjutor Eliseo Malco. Comenzaron, como no podía ser de otra manera, con el Oratorio Festivo.

A partir de esta fecha no se claudicó en hacer cada vez más real la convicción de Don Bosco, que la educación de los jóvenes requiere una gran red de personas entregadas a ellos y una decidida sinergia de intervenciones para alcanzar las metas que los jóvenes esperan para ser significativos para la sociedad.

Cuenta Roberto Ingaramo que no fueron pocas las dificultades y que el 2 de junio de 1941 se bendijo e inauguró el nuevo edificio para que el 2 de marzo de 1942 se iniciara el dictado de clases a nivel primario con 119 alumnos. Hoy, ya son más de 1.000.

“Bajo el influjo arraigante del Colegio y la Parroquia se afincaron en los alrededores muchas familias y, en pocos años, lo que fue campo se transformó en un barrio populoso y activo que creció a la par de esta gran Obra amiga a la que se entra y sale como de la propia casa. A ella se llega en busca de cordialidad, ayuda y consejo. Aquí muchos hemos recibido alimento para la mente y el alma”, dice con orgullo y emoción Ingaramo.

Ahí fue que llegaron “ramas” muy fecundas de la obra: en 1943, el Centro de Ex alumnos; en 1951, la Capilla María Auxiliadora; en 1960, la Capilla San José; en 1961, el nivel secundario; en 1964, Fraterna Ayuda Cristiana, hoy Cáritas don Bosco; en 1964, Unión de Padres de Familia; en 1968, el Jardín de Infantes; en 1974, Cooperadores Salesianos; en 1981, Capilla Domingo Savio; en 1991, F.M. “Mariana”; en 1994, Movimientos Mallinista y Cam.Re.Voc; en 1996, A.D.M.A. y en 1996, Hogar Miguel Magone.

Una historia ligada del barrio

Roberto Claudio Ingaramo concluye con estas palabras: “Este recorrido por la historia tiene una parada. Estamos ahora en 2009. Hoy, con ojos serenos contemplamos que, si cada institución de nuestra ciudad ha marcado jalones de luz, también lo ha hecho y muy en especial la nuestra, que desde sus comienzos se ha consustanciado con la historia misma del barrio, de la zona. Ante este hito histórico, es justo y loable, por tanto, que demos gracias al Señor por la trayectoria pastoral y educativa cumplida por la Obra Salesiana de Santa Fe, por su aniversario número 70, “bodas de titanio” y ojalá que como ese metal siga teniendo esa dulce firmeza y dureza con la que nació en 1939”.

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Una de las primeras fotos tomadas con la obra en plena construcción.

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Un instante del recreo en la escuela.

La bienvenida a los Salesianos

En abril de 1939, monseñor Nicolás Fasolino, segundo obispo santafesino y primer arzobispo metropolitano, expresaba: “Santa Fe se apresta a recibir los frutos henchidos de vida sobrenatural, por medio del ministerio y el trabajo de los Padres Salesianos. A ellos mi bienvenida; para su labor la gracia de los cielos; para sus personas, sus alumnos y sus trabajos mi bendición paternal. El día “d” fue el 28 de mayo de 1939. En un tren especial, llegaba a los pies de Nuestra Señora de Guadalupe una delegación de más de mil personas y desde Paraná la banda de los Exploradores. Los esperaba en el Santuario el padre Domingo Sorasio, a cuyo cargo estuvo la preparación y organización de los actos.

A pesar del cielo nublado, la juventud salesiana con los clarines de sus exploradores y con las notas de sus bandas de música, hizo de aquel 28 de mayo uno de los días más simpáticos de la vida de los habitantes de Santa Fe. Por la tarde, a las 15, el barrio junto a las autoridades se reunieron en Don Bosco, para seguir la fiesta, la fiesta de los hijos de los obreros que llevarían a sus hogares la voz de alegría, los cantos de la paz y las lecciones del amor al estudio y al trabajo. Se puso la piedra fundamental”.

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La Comisión de Damas se formó en 1939 y era presidida por María Salomé Freyre de Iriondo, acompañada por Mercedes Funes de Cullen y Joaquina Parma de Iriondo.

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El gobernador Iriondo en una visita a la escuela.

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El histórico momento de la colocación de la piedra fundamental.