Pumpido busca un marcador central de experiencia y otro igual para el medio...

Unión necesita a alguien

que pegue un par de gritos

La impresión es que el equipo está lejos de ser tildado de candidato; y es mejor que así sea.

Unión necesita a alguien que pegue un par de gritos

Nery Pumpido, un manager que se desvive por armar un equipo competitivo para su amigo, el Turco Alí. ¿Lo conseguirá?

Foto: Luis Cetraro

 

Enrique Cruz (h)

Las frases de ocasión en cada comienzo de temporada, con Unión en la B, son las mismas. Escuchar frases como que “Unión, en el ascenso, está obligado a ser protagonista”, es una constante. No está mal como objetivo (el de ser protagonista), siempre que no esté acompañado de esa habitual dosis de histeria que rodea al fútbol y que convierte en trágica cada campaña si es que no se consigue el ascenso.

Es lo que dice Meiszner: “En la B Nacional juegan 20 equipos que arrancan el torneo con la meta de ascender, pero sólo dos suben a Primera. ¿Y los otros 18?, ¿qué pasa?, ¿hay que considerarlos unos fracasados?”.

Por primera vez en bastante tiempo, nadie en el “mundo Unión” se anima a decir que el equipo puede ser candidato. Es que el arranque no es el mejor —salvo que Pumpido y Alí, con todo su bagaje de experiencia y jerarquía para la categoría, asumieron el compromiso— y Unión ya sabe que no se puede forzar desde el arranque una situación.

Además, este torneo es bastante particular y hasta raro. Unión, con un buen “9” (Zárate), cierta solidez defensiva y una mínima cuota de funcionamiento, salió tercero y jugó una Promoción el año pasado para ascender. Con la misma base y refuerzos de nombre que, supuestamente, iban a jerarquizar el plantel, el equipo salió decimoquinto y fracasó rotundamente en el intento.

Se fueron y llegaron

Por otra parte, a este plantel se le fueron dos jugadores muy importantes y valiosos. Uno de ellos (Pereyra), que con posible y merecido destino en Primera continúa llamativamente jugando en la “B” (Belgrano), y el otro (Zapata), que era un verdadero estandarte y uno de los pocos con personalidad y voz de mando dentro del equipo, más allá de que el “Chapa” haya sido más importante en su colosal despliegue de energías y voluntad, más que en eso que Pumpido y Alí buscan: alguien que pegue un par de gritos para que el equipo no se caiga ante la adversidad.

Los alejamientos de Pereyra y Zapata son trascendentes. Y a ellos se le suma Fontana, quien ya sea jugando por derecha o haciéndolo —y bien— de último hombre cuando Catinot armó línea de tres, también se encargó de dejar en claro que, futbolísticamente, se trata de un jugador de aceptable nivel.

Saucedo viene con la impronta de Estudiantes, Cólzera tiene que revalidar pergaminos y Cardozo es un interesante refuerzo. A ellos se suman los retornos de Urresti y Vera, a quienes les vino bien el cambio de aire, más el regreso de Paulo Rosales, un jugador del que no se desconocen sus virtudes, pero que precisa reencontrarse con el rendimiento que alguna vez tuvo y que lo transformó en conductor del equipo hace tres años.

Pero falta...

Pumpido es un hombre que conoce Unión y sabe qué hay en el club porque siempre que se fue, nunca lo hizo del todo. Pumpido sabe que el déficit de este plantel es la experiencia, la voz de mando, la personalidad. Unión salió en los últimos años al mercado a buscar esta clase de jugadores, pero nunca la “pegó” como lo hizo Atlético Tucumán, por ejemplo, con Páez y Azconzábal. O como en su momento, con el equipo en Primera, lo consiguió Mario Zanabria trayendo a Trotta. Acá vino Alessandria, llegó luego Peralta, anteriormente había sido Serrizuela, pero ninguno de ellos —o por rendimiento o por características personales— fue ese jugador, tipo “caudillo”, que son tan importantes cuando “las papas queman”.

Pumpido a esto lo sabe y por eso al primer jugador que se apuntó se llama Walter Ribonetto; y el segundo fue Germán Noce. Después, la búsqueda apuntó a otros lugares que también eran necesarios reforzar, pero ya sea con un “5” o con un “2” (porque arquero, en principio, no se busca), el diagnóstico es claro y rotundo: hay que traer a alguien que pegue un par de gritos y despierte al resto.

Palabras más, palabras menos, esto es lo que los propios jugadores reconocieron después del amistoso del jueves en Rosario. Y si ellos mismos se dan cuenta...

/// EL DATO

Visita de lujo.

Ayer estuvo por La Tatenguita el ex delantero de Unión Andrés Silvera, quien vino a visitar a amigos, tanto dentro del club como de la ciudad. El artillero sorprendió al afirmar que “a San Lorenzo no vuelvo, ya cumplí un ciclo en el club. Mis ganas son de mirar para otro lado”, aunque aclaró que su intención es “salir de buena manera” de la institución. A la vez, agregó que “mi deseo es terminar mi carrera en Unión, porque siento a este club como mi casa. La gente de acá me trató siempre muy bien y yo les estoy muy agradecido. Por eso vengo a visitarlos. Muy pronto volveré a ponerme esta camiseta”. De todos modos, la carrera de Silvera podría continuar en lo inmediato en Independiente, donde fue campeón del Apertura 2002, o Vélez Sarsfield, ganador del último Clausura.