La hora de la bisagra

La semana cierra con un escenario político distinto. El campo finalmente será recibido en la Casa Rosada.

Federico Aguer

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No hay muchas expectativas, es cierto. De hecho, a la hora de escribir estas líneas, todavía no se ha producido la reunión tan esperada entre los integrantes de la mesa de enlace con el Gobierno nacional.

Los ruralistas se encargaron de manifestar su escepticismo respecto de alguna modificación de fondo a la política agropecuaria nacional. En una asamblea sin precedentes en la historia de la entidad, el lunes pasado, un millar de productores se congregaron en la sede palermitana para expresar su descrédito respecto al tema. Es más, los discursos estuvieron cargados de expresiones que fueron catalogadas como políticamente incorrectas para la prensa nacional, sobre todo luego de haber accedido al diálogo que el campo tantas veces había solicitado.

El único que se expresó con prudencia en este sentido fue Eduardo Buzzi. El referente de la Federación Agraria Argentina se manifestó a favor de la conciliación y el bajo perfil, mientras los líderes de las otras entidades refutaron con vehemencia cualquier atisbo de sinceridad en la convocatoria al diálogo de parte de los Kirchner.

Por otro lado, se sabe que el Gobierno está trabajando en un paquete de medidas para frenar otra medida de fuerza del sector.

De lo que no caben más dudas es de la necesidad de solucionar el tema de una vez por todas. Tras el estrepitoso y vergonzante fracaso de la campaña triguera -otrora orgullo nacional- se hace imperativo alcanzar acuerdos para implementar medidas para el maíz y el girasol, cultivos imprescindibles para frenar el desbordado crecimiento de la soja. La eliminación total de retenciones para los cereales no parece ser un pedido descabellado del sector.

Los tamberos, mientras tanto, frenaron la protesta a pedido del movimiento gremial ruralista para prolongar un par de días el compás de espera en aras de una respuesta para el sector. La situación de la lechería requiere un punto y aparte por la supervivencia misma de la cadena.

Por todo esto, el sector ya la sociedad toda saben que el momento de un cambio es inminente. La derrota electoral sufrida por el oficialismo redobló las fuerzas del ruralismo, el que acude a la reunión sabiéndose portador de la necesidad de una transformación.

En esta carrera contra el tiempo, cada minuto que se mantiene el escenario actual, el sector pierde, el interior pierde, y el país pierde. Se acerca el momento de la bisagra. Más tarde o más temprano, la realidad mostrará otro panorama al campo.