Fue atendido en la Fundación Oftalmológica Filomena
“Recuperé la visión y ahora puedo
hacer los mandados y comer solo”
Carlos Arias, un vecino de nuestra ciudad, había perdido la vista del único ojo que le quedaba sano cuando se enteró de que podía operarse gratuitamente en una institución de oftalmólogos. Tras haber recuperado la visión volverá a trabajar en su taller mecánico.
De la redacción de El Litoral
Un abandonado taller mecánico nos recibió en Azcuénaga al 5000, adonde íbamos a encontrarnos con nuestro entrevistado: Carlos Arias, de 68 años, mecánico de autos y motos. Una complicación en su vista lo dejó ciego del único ojo que tenía visión y, desde fines del año pasado Carlos no pudo trabajar más, incluso cree haber perdido a sus clientes.
Pero esto no fue el único perjuicio que aquel problema de salud le trajo a este hombre, sostén de familia: durante los últimos meses no podía hacer las tareas cotidianas en su hogar, le tenían que dar de comer y tenía serios inconvenientes para movilizarse dentro de su propia casa.
Sin embargo, hace 20 días, Carlos recuperó la vista gracias a que se enteró -por una nota publicada en el diario El Litoral- que la Fundación Oftalmológica Filomena realiza cirugías a personas de escasos recursos que no tienen obra social. Fue así como pidió un turno para hacer la consulta, fue evaluado y, como era un caso de urgencia, fue operado inmediatamente.
“Desde enero que no trabajo y se me fueron todos los clientes. En “fierros’ tengo mi sabiduría; empecé a los 15 años y me dolió mucho no poder hacer mi trabajo todo este tiempo. Pero ahora estoy acomodando y limpiando un poco el taller para volver. Tengo ganas de laburar porque siempre laburé, toda mi vida, y si no hago algo me aburro”, explicó Carlos, quien recién volvía de hacer los mandados.
Gracias a la cirugía a la que fue sometido, según contó, su vida cambió completamente. “Antes era inservible, cuando no podía ver; me llevaba todo por delante. Me daban de comer en la boca porque tenía la comida cortada en el plato y no la encontraba para pincharla”, relató, al tiempo que advirtió que ahora “hago la comida al mediodía y atiendo a mi nieta, hago los mandados, incluso en bici, pero con cuidado porque no veo del lado del ojo que no veo, porque tengo que parar y girar la cabeza. Me tengo que acostumbrar a hacer eso. Pero eso no me interesa, yo lo voy manejando bien. Lo que yo quería era recuperar la vista para poder laburar”.
Presión y cataratas
Carlos explicó que “siempre tuve problemas de presión en la vista, desde hace más de 10 años. Siempre seguí un tratamiento riguroso, con gotas. Pero no me daba cuenta de que estaba perdiendo la vista. Una mañana me levanté y me di cuenta que veía poco, una cuarta parte. Me fui al hospital y la doctora me dijo que había perdido el ojo derecho y esa parte perdida no se podía recuperar. Me puso en tratamiento para cuidar el otro ojo, para no quedar ciego”.
Pero la enfermedad avanzó y comenzó a perder la visión en el ojo izquierdo. “Al tiempo empecé a ver poco y nublado, a pesar de que siempre seguía el tratamiento. Hace un año me volvieron a ver en el hospital y me dijeron que tenían que hacerme una operación por la presión ocular del ojo que veía.
En enero me llamó la doctora para darme el turno de cirugía, pero creo que me lo dijo así para no asustarme, porque ése era el día de la operación. Duró una hora y media, pero sin láser. Me dijo que después iba a ver algo nubladito porque tenía que cicatrizarse la herida e irse la inflamación”.
“Pero pasaban las semanas y seguía viendo nublado -continuó-, y me seguían diciendo que era por la inflamación. Pasaron tres meses y no veía nada. Tenía miedo que hubiera pasado algo. Fui a ver a un médico particular para escuchar su opinión y me dijo que de la cirugía estaba bien pero que la inflamación me había despertado la catarata, que no era común sino que estaba pegada. Me dijo que había que hacer una cirugía especial”.
Agradecido y con fuerzas
En este punto de su relato, Carlos remarcó que “el problema eran las cataratas, que no se podían operar hasta que no bajara la inflamación, según me decían. Pero no aguantaba más. Mi hija me dijo que había leído que había una clínica que trabaja como en el hospital, que hacía las cirugías de cataratas y de presión gratis. Fue al otro día a pedirme un turno con el Dr. Lucas Filomena. Me revisó y me dijo que había que hacer una cirugía especial, muy difícil, pero no me aseguraba que fuera a quedar muy bien. Yo hacía lo que él dijera porque quería ver, aunque sea bien, con eso me conformaba”.
Emocionado, Carlos relató el momento en que al día siguiente de la cirugía, que duró media hora, el oftalmólogo le sacó las vendas y él volvió a ver. “Lo saludé bien y le agradecí mucho”, dijo, con la voz entrecortada.
Carlos está a punto de jubilarse -cobrará la mínima de 720 pesos- y está esperanzado en poder recuperar a sus clientes del taller mecánico y hacer sus “changuitas”, para poder vivir. Sin embargo, aclaró que “tengo tres hijos, que me ayudan, pero ellos también están alquilando y tienen sus familias y chicos. Todos trabajan para mantenerse”.
“Se cayeron los santos de la Iglesia del Tránsito, acá en la avenida, cuando fui a agradecerle a Dios por haberme recuperado, porque había hecho una promesa”, bromeó Carlos al final de la entrevista, quien aseguró estar de la vista “incluso mejor que antes porque veo más clarito y no uso anteojos, sólo éstos para leer la letra más chiquita”.