CULTURA

Y un día, los libros invadieron el barrio

Y un día, los libros invadieron el barrio

La Biblioteca de la Cuadra promueve la lectura comunitaria: se entregan bibliotecas móviles en los barrios, al cuidado de los propios vecinos. La experiencia ya fue premiada. TEXTOS. LUCIANO ANDREYCHUK. FOTOS. N. GALLEGOS.


Allá lejos, en el mundo desarrollado, los tecnócratas de turno no se cansan de anunciar la muerte del libro impreso, la caída estrepitosa del reinado Gutenberg a manos de las bien habidas tecnologías digitales. “El imperio binario hará desaparecer el códice”, dicen ellos. Pero acá cerca, acá nomás en el barrio, en la otra cuadra, entre la gente común y silvestre que lucha y sufre y ama, germina y crece una iniciativa que recupera las bases fundacionales de la tradición letrada en la cultura occidental. El libro se vuelve un evento social a celebrar y compartir, y la lectura se convierte en una experiencia comunitaria y barrial.

Esta iniciativa tiene un nombre modestito y simple, como la gente de buena fe que lo lleva adelante: “La Biblioteca de la cuadra” es un proyecto conjunto que impulsan la Universidad Nacional del Litoral (UNL) a través de la Secretaría de Extensión, el Centro de Publicaciones; el programa “El día menos pensado” de LT 10, y las municipalidad local.

¿En qué consiste? En repartir pequeñas bibliotecas móviles en distintos barrios del éjido urbano. Un vecino tendrá a su cargo durante un tiempo la “administración” de esa biblioteca, llevará control de los movimientos -préstamos y devoluciones- que los lectores barriales realicen. Y luego, la biblioteca pasará a manos de otro vecino bibliotecario, quien deberá asumir la responsabilidad.

ORIGINALIDAD Y CRECIMIENTO

El proyecto tiene varios matices de originalidad: la intervención sociocultural directa -sin mediaciones- en ámbitos comunitarios (son los propios vecinos los que administran el beneficio de la biblioteca); la experiencia de la autogestión, que demanda compromisos y responsabilidades de todos los involucrados; y la difusión de la lectura por fuera de los espacios legitimados de circulación del libro -como bibliotecas públicas, escolares y universitarias, librerías, etc.-. Se trata, sin más, de fomentar la lectura y recuperar el vínculo entre los vecinos.

Ya hay 10 bibliotecas móviles en la ciudad (ver aparte), y por la demanda y el buen acogimiento que ha tenido de parte de los vecinos se proyectan otorgar cinco más en los próximos meses. Las bibliotecas cuentan con una amplia variedad de libros: desde clásicos de la literatura universal, obras de autores argentinos y latinoamericanos, cuentos y novelas, biografías, hasta recetas de cocina y juegos de ingenio. Ello sin dejar de mencionar diccionarios enciclopédicos, libros de consulta y obras publicadas por el Centro de Ediciones de la Universidad Nacional del Litoral.

un verdadero TRABAJO CONJUNTO

“Logramos hace contacto con gente del Ministerio de Educación de la Nación, y firmamos un convenio. Este proyecto fue reconocido por la originalidad en el vínculo que propone entre el libro y el vecino”, explicó a Nosotros José Luis Volpogni, director del Centro de Ediciones de la UNL. “Desde la cartera educativa nos ayudarán con subsidios, entrega de materiales, escritores y cursos de capacitación para los bibliotecarios. Pero toda esta dimensión que ha tomado la iniciativa no hubiese sido posible sin el apoyo de los propios vecinos. Éste es un proyecto de ellos y para ellos”, enfatizó.

Además del trabajo realizado a nivel institucional, se realizaron numerosas gestiones para sumar colaboraciones al proyecto. “Así conseguimos donaciones de distintas editoriales de Buenos Aires, también de la Cámara Argentina del Libro y de otras tantas instituciones. La idea es recibir todo el material recaudado; una parte servirá para reforzar las bibliotecas que ya están instaladas y crear cinco nuevas bibliotecas, y la otra se donará a otras bibliotecas públicas que nos han pedido”, señaló el director de Ediciones UNL.

Todo esto ha crecido tanto que se fueron encendiendo varias lamparitas. “Ya tenemos pensado organizar jornadas de lectura en espacios públicos. Casi todas las bibliotecas de la cuadra están instaladas enfrente de un espacio público, entonces la idea es organizar una jornada de lectura en un plaza, por ejemplo, con la bibliotequita puesta ahí, en el medio de todo. Y alrededor, los vecinos”, concluyó Volpogni.

“La dimensión que ha tomado la iniciativa no hubiese sido posible sin el apoyo de los propios vecinos. Éste es un proyecto de ellos y para ellos”

José Luis Volpogni, director del Centro de Ediciones de la UNL.

ENTRELÍNEAS

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La bibliotecaria Claudia Quiroga, feliz con los nuevos ejemplares que alimentarán la biblioteca del barrio.

“ES UN ACTO DE AMOR”

Claudia Figueroa alzó el teléfono y no paró de hablar. El entusiasmo, la confianza en el proyecto la llevaban a expresar una y otra vez su alegría incontenible. Se ha ganado la chapa de “bibliotecaria vecinal” por ponerle pasión, cuerpo y tiempo a “La biblioteca de la cuadra”. “Todo esto no es más que una tarea de los vecinos para vecinos. Esto es un acto de amor”, enfatiza y se emociona.

Claudia dejó en claro el sentido comunitario de la experiencia: “Este proyecto de difusión del libro y la lectura está hecho con el compromiso y la buena fe de todos los vecinos, nada más. Acá nadie paga cuota societaria, y hasta los propios usuarios habituales de la biblioteca móvil nos regalan o donan otros libros. O cuando algún chico necesita un material de lectura, nosotros se lo conseguimos. Nos ayudamos, y ayudamos a que cada pequeña biblioteca crezca”, aseguró a Nosotros.

“Qué se entienda aclara-: No queremos reemplazar el rol del bibliotecario profesional ni mucho menos, pero tratamos de organizarnos con lo que sabemos para hacer funcionar la biblioteca. Implementamos un sistema de registros, y cada lector tiene un fichero con sus datos e historial de retiros. Hay un compromiso moral que cada vecino asumió, por el cual se debe devolver cada libro que retira, siempre”.

“A nosotros nos interesa que venga a retirar libros desde el lector culto, hasta doña María que viene a consultar una receta de cocina. Este es el espíritu del proyecto. Vamos de a poquito, pero haremos un montón de cosas. Lamentablemente los envíos con las donaciones de editoriales que iban a llegar desde Buenos Aires- están suspendidos por la pandemia de la gripe A. Pero esto ya se va a solucionar. Nuestra idea es apuntalar las bibliotecas móviles que hay, abrir otras nuevas y refundar bibliotecas escolares y barriales”, proyectó.

Claudia Figueroa, una de las referentes barriales de proyecto, está a punto de colgar el teléfono. Pero le queda algo por decir, con la emoción a flor de labios: “Gracias a “Pepe’ (Volpogni) en nombre de todas las bibliotecarias, por darnos la oportunidad de participar. ¡Vamos a desparramar libros por todos los barrios de la ciudad! Éste es un proyecto de amor”.

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Con esta iniciativa se reivindica el libro y la lectura en forma comunitaria.

 
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LOS BARRIOS

Las diez bibliotecas fueron entregadas en los siguientes barrios: 1. Barranquitas (La Paz al 4400); 2. Belgrano (9 de julio al 7200); 3. Los Troncos (Grierson al 8100); 4. Esmeralda Sur (Pasaje Ingenieros al 8300); 5. René Favaloro (Lasalle al 4390); 6. Chaqueño (Ascuénaga 1695); El Pozo (vecinal frente a la manzana 1); La Guardia (Nemecia Cáceres); Colastiné (Los Ñandubay s/n); Estanislao López.

ESFUERZO CONJUNTO

La iniciativa “La biblioteca de la cuadra” se desarrolla conjuntamente entre la UNL, LT10 y la Municipalidad de Santa Fe.

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