FÚTBOL Y GOBIERNO

Indignación por dichos de Cristina

El discurso de la presidenta de la Nación cuando se firmó el acuerdo con la AFA, levantó críticas en el arco político y entre entidades de Derechos Humanos. Le respondieron que lo que está secuestrando al país no son los goles sino “el pan y el hambre”.

De la Redacción de El Litoral

Dirigentes sociales y políticos rechazaron expresiones vertidas por Cristina Fernández de Kirchner luego de firmar el acuerdo para la televisación del fútbol con la AFA.

La jefa de Estado, que estaba acompañada por gran parte del gabinete, comparó el manejo privado de la transmisión de partidos de fútbol que -dijo- “secuestraban los goles”, con lo ocurrido durante la última dictadura donde “secuestraron y desaparecieron a 30.000 argentinos” y aseguró que con el nuevo convenio se dio “un paso grande en la democratización de la sociedad”.

Advirtió, entonces, que no quería “más una sociedad de secuestros de personas ni de palabras ni de imágenes ni de ideas, quiero una sociedad cada día más libre”.

“Hace cinco meses y dos días, exactamente el 18 de marzo, presentábamos el anteproyecto de Ley de Medios Audiovisuales para reemplazar la vieja ley de la Dictadura. Un artículo de esa ley decía que todos los argentinos debían tener acceso a su deporte favorito. Hoy estamos llevando a cabo esa idea”, señaló la presidenta.

Y agregó: “La convicción del gobierno nacional siempre fue clara, mucho antes de conocerse el conflicto de la AFA. La idea era garantizar el derecho de todo argentino, de todos aquellos que no pueden pagar el cable, el acceso a su deporte predilecto”.

En la parte final de su alocución, dijo que “ no podía ser que sólo mire el fútbol quien pueda pagar por ello. Que le secuestren los goles hasta el domingo a las doce de la noche, que secuestren las imágenes, las ideas... No quiero una sociedad en la que haya “secuestros’, quiero una sociedad cada vez más libre”, agregó Fernández.

Antes, el presidente de la AFA, Julio Grondona, había asegurado que el acuerdo “es el hecho más importante en la historia” de la entidad que conduce hace treinta años.

“Comenzamos a transitar un nuevo orden. Volver a Canal 7 es volver al lugar de origen y como presidente de la AFA le agradezco a la señora presidenta porque éste es el hecho más importante en la historia de esta Asociación”, expresó Grondona en el discurso que brindó en la carpa que se montó en el Predio de Ezeiza.

Rechazo

Los dichos de la presidenta causaron estupor. Adriana Calvo, referente de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (Aedd), se consideró “agredida” por la equiparación del fútbol y los desaparecidos que hizo la presidenta Cristina Fernández y afirmó que “el pan y el hambre sí están secuestrados en este país”.

“Para los que estuvimos desaparecidos, el fútbol es sinónimo de dictadura: desde la Esma se escuchaban los gritos de festejos en el estadio Monumental durante el Mundial ‘78”, dijo la ex prisionera en el campo de concentración Pozo de Banfield, donde dio a luz a su segunda hija en cautiverio.

Por su parte, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel juzgó como una “barbaridad” y un “absurdo” el paralelo trazado por la presidenta Cristina Fernández entre el manejo privado de las transmisiones de fútbol con las desaparición de personas en la dictadura, e instó a la mandataria a “hablar menos y hacer más”.

Pérez Esquivel criticó, además, el acuerdo entre el gobierno y la AFA para la comercialización del fútbol y sostuvo que “destinar 600 millones de pesos cuando hay gente que se muere de hambre en el país, que vive en la total y absoluta indigencia, es una ofensa al pueblo”.

En el arco político, el diputado electo del Acuerdo Cívico y Social Ricardo Alfonsín cuestionó duramente a la presidenta por haber comparado la desaparición de personas en la dictadura con la transmisión privada de fútbol, y la acusó de “banalizar” la lucha por los derechos humanos, hacer “demagogia” y “bastardear banderas”.

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Julio Grondona suscribe el contrato bajo la mirada de Cristina Fernández de Kirchner y Diego Maradona.

Foto: DyN

/// análisis

Ahora sí, el fútbol es cuestión de Estado

José Curiotto

En un llamativo esfuerzo de imaginación, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner comparó a los desaparecidos de la dictadura con los “goles secuestrados” por la empresa TSC (Televisión Satelital Codificada) durante los últimos años en la Argentina.

A esta altura de las circunstancias, ni siquiera vale la pena explicar por qué resultó un verdadero bochorno institucional haber colocado en un mismo plano a los muertos y los goles, las balas y la pelota, el país ensangrentado y un estadio futbolero; a la Biblia y el calefón.

Lo que seguramente no tuvo en cuenta la presidenta fue que uno de los “secuestradores” estaba sentado a su lado, mientras que muchos de los cómplices del secuestrador aplaudían a rabiar a pocos metros del escenario. Es que nadie obligó a Grondona y a la dirigencia del fútbol a mantener durante tantos años este acuerdo con el monopolio que manejó la televisación del fútbol casi a su antojo.

No se trata de defender el sistema de transmisión televisiva que acaba de derrumbarse. De hecho, el acuerdo firmado entre la AFA y TSC resultaba prácticamente intolerable. Argentina se había convertido en el único país del mundo en el que los televidentes comunes estaban condenados a observar cómo en las tribunas los hinchas festejaban goles fantasmas.

Pero más allá de los esfuerzos argumentativos de la presidenta, ayer quedó claro que a Grondona y los suyos poco les importaban los “goles secuestrados”. Lo importante para ellos, antes y ahora, pasaba -pasa y pasará- por el dinero: “Ha nacido un nuevo orden dentro del fútbol argentino. Lo podemos hacer porque hemos sido escuchados y porque en ninguna mesa había una calculadora, sino que hubo sensibilidad para llevar el fútbol gratis a cada rincón del país”, dijo el presidente de la AFA.

Lo que Grondona intentó disimular fue justamente que ésta fue una puja de calculadoras. Por un lado, la del monopolio que sólo buscaba incrementar sus ganancias; por el otro, la de los clubes manejados por dirigentes cada vez más ricos a cargo de instituciones cada día más pobres. La ruptura entre la AFA y TSC se produjo porque la calculadora del fútbol indicaba que los clubes necesitan 600 millones de pesos anuales para sobrevivir.

Ahora que el Estado destinará este dinero para sostener a los clubes, el problema va más allá del fútbol, de la AFA o de TSC. Ahora sí es un problema de todos los argentinos, que solventarán a través de sus impuestos a instituciones deportivas absolutamente degradadas, sospechadas de corrupción y hasta de evasión al Fisco.

¿De esto nadie habla?

De lo que no se habló durante la firma del convenio fue del manejo que hasta ahora la dirigencia del fútbol hizo del dinero que recibía de la televisión. No se mencionaron términos repetidos hasta el cansancio durante los últimos años, como violencia, muertos o barrabravas. Nadie recordó que desde el año 2000 murieron 150 personas en hechos violentos relacionados con el fútbol y que pocas veces la dirigencia colaboró para que estos homicidios fueran esclarecidos.

En una entrevista realizada en AM 830 el 24 de abril pasado, el ex juez federal, Mariano Bergés, dijo a partir de su experiencia como magistrado que “el principal responsable” por la violencia en el fútbol “es el Estado, y a partir de allí tenemos que sumar a la Asociación del Fútbol Argentino. Después, dentro de la AFA, los dirigentes de cada uno de los clubes tienen responsabilidades capitales”.

Pero Bergés fue más a fondo: “Existe una gran mayoría de dirigentes que tienen algún tipo de vínculo con los barrabravas. Estoy hablando de vínculos concretos, de apañamiento. En algunos casos, también de convivencia o acompañamiento con algún tipo de actividades delictivas que ellos realizan. Considero que básicamente el dirigente tiene una relación conniviente con los barrabravas o por lo menos relación de permiso. Y a partir de allí, los barrabravas actúan”.

¿Qué garantiza ahora que el dinero de los contribuyentes no termine en bolsillos de barrabravas o de algunos dirigentes llamativamente enriquecidos?, ¿es que acaso será tan sencillo cortar la ligazón entre cierta dirigencia y los delincuentes?, ¿qué ocurrirá con las cifras millonarias adeudadas por los clubes al Fisco?, ¿los barras irán al próximo Mundial con fondos públicos?

No miente la presidenta al decir que el fútbol es un inmenso negocio que debería dar ganancias, en lugar de pérdidas. Sin embargo, el gobierno acaba de asumir ahora una enorme responsabilidad que va mucho más allá de la calidad de las imágenes o la cantidad de cámaras instaladas en cada estadio.

Al menos por ahora, los 600 millones de pesos para sostener a los clubes saldrán de quienes pagan sus impuestos. Por eso, el negocio del fútbol en el país deberá mostrar racionalidad, honestidad y transparencia.

Alcanzar lo que hasta hoy parecían metas inalcanzables ya no sólo será tarea de Grondona y los suyos, sino del gobierno argentino. Si lo logra, el país se verá beneficiado. De lo contrario, llegará el momento de rendir cuentas.

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