Llegan Cartas
¿Qué nos queda?
Pascual Ferrero
DNI: 5.659.959.
Señores directores: ¿Qué queda de nuestra Argentina, la que alguna vez llamaron granero del mundo? ¿La que, incluso con marchas y contramarchas (políticas y militares), cobijaba inmigrantes y crecía en su producción exportable, no sólo en cereales, sino en maquinaria agrícola, siderurgia, automotor, etcétera?
Nuestros colegios, facultades y universidades formaban ciudadanos que descollaban a nivel internacional.
¿Cuál fue, entonces, el motivo de esta caída tan brusca en todos los niveles, el desaliento, la falta de incentivo, seguridad?
Muchos críticos mencionan que la causa principal de este retroceso intelectual y productivo es político, es decir, de un gobierno central que nada hace para que el país crezca y que, mientras sus ciudadanos se debaten reclamando reglas claras para producir, ellos hacen oídos sordos, si bien privadamente hacen negocios millonarios con terrenos que detectan a precios irrisorios y comercializan a su favor con ganancias siderales, tal como se dio a conocer recientemente...
Las últimas elecciones dieron un voto positivo al verdadero pueblo, que es la oposición, y debe aprovecharse la oportunidad para revertir esta caótica situación, exigiendo y aprobando el retorno de las normas que estaban vigentes, tanto industriales, agrícolas como ganaderas que, desde siempre, fueron el motor de nuestro crecimiento. No hacerlo significaría una traición a estos principios, y el caos, ¿o estoy equivocado?
Equivocación
M. Carlos Visentin
L.E. 2.389.173. Ciudad.
Señores directores: Este relato es real. Estaba en un bar del sur de nuestra ciudad tomando un cafecito cuando, de improviso, una señora se sienta frente a mí y me dice: “Ud. es un gran ganador ¿no?”. Contesto: “Bueno... más o menos, señora. He ganado, sí, algunas medallas en campeonatos mundiales. Le agradezco su opinión”. Ella continuó: “¡Además, usted aparece siempre en los diarios, ¿no!”. Le contesté: “Sí, señora, en algunas oportunidades”. “¡También lo he visto muchas veces en la televisión de acá, ¿no!”. Le respondí: “Sí, señora, sólo algunas veces, muchas gracias”. Ella siguió: “Pero usted ha sido director de colegios, ¿no?”. “Sí, señora, fui director de dos importantes colegios de esta ciudad”. Ya en ese momento mi ego me decía: “¡Cómo te conocen!”. Sentía una agradable sensación de bienestar, una linda alegría interior. Pero, en ese preciso instante, la señora, dando por finalizado el diálogo, se levantó, me saludó y me dijo: “¡Yo siempre he dicho que Pedro Candioti es un gran nadador!”. Y se retiró. Mi ego se pinchó. Hoy, al contar esta anécdota, me río a carcajadas y espero que usted también.




