Monseñor Zazpe al 3700
Vecinos denunciaron una fuga de amoníaco en un frigorífico local
Según relataron, desde el lunes muy temprano y hasta el martes en un sector de barrio, el aire se volvió irrespirable por un escape de amoníaco. Advierten que no es la primera vez que ocurre y que la convivencia con la planta es difícil.
La casa de los Alastuey y la planta industrial están contiguas.
Foto: Guillermo Di Salvatore
De la Redacción de El Litoral
[email protected]
En calle Monseñor Zazpe al 3700 está ubicada la planta industrial de carnes Friar. Según vecinos de la zona, entre el lunes y el martes, se sintió un fuerte olor a amoníaco que tornó irrespirable el aire.
Beatriz y Carlos Alastuey son dos personas mayores que comparten la medianera en las espaldas del frigorífico, en calle San Juan al 1700. La señora comentó a El Litoral que no es la primera vez que ocurre una fuga y que el lunes se despertaron ahogados por el hedor. “Estamos con la garganta irritada por los efectos del gas que se sintió en el ambiente”, agregó la señora. La cercanía con la industria, además, les genera un visible deterioro en la vivienda. “Cada vez que ponen las máquinas a funcionar es un zumbido permanente y mi casa tiembla, se rajan las paredes y techos, reventaron vidrios más de una vez. El salitre con el que trabajan carcome las paredes”, mencionó la señora llorando y añadió que de los muros “brotan hongos con la apariencia de espuma de jabón”.
Ahora, según Beatriz, cada vez que llueve su propiedad gotea por todos lados y se electrifica. Además, tuvo que mover muebles y adornos que también están arruinados.
“Siempre que me quejé con los dueños del frigorífico les dije que ojalá me muera yo electrocutada y no alguien de mi familia”, lamentó la vecina. Según agregó, la única respuesta que le dieron fue un indiferente “acá no pasa nada”. También le ofrecieron al matrimonio comprarles la propiedad pero “ofrecieron una miseria”, aclaró Beatriz.
De las denuncias que realizaron en el municipio tuvieron como resultado la visita de inspectores que constataron los deterioros y labraron actas. También advirtieron sobre la situación en la comisaría del barrio pero no lograron respuesta.
Antes de terminar el recorrido, Beatriz mostró a El Litoral su jardín que estuvo verde hasta el lunes.
Aroma diario
María Luisa D’Angelo vive a unos metros de la casa del matrimonio Alastuey. Ni bien abrió la puerta de su casa advirtió sobre su estado de salud. “Fijate como estoy congestionada, tengo la garganta irritada y me dolió la cabeza hasta ayer”, dijo.
“Nadie nos da bolilla, pedimos y pedimos, pero así seguimos. El olor a amoníaco nos ahoga, cierra el pecho y con los ruidos no se puede dormir”, señaló María Luisa y añadió inmediatamente que “el olor a podrido ya es cotidiano”.
Marixa atiende una despensa a metros del frigorífico y también sintió la pestilencia el lunes. “Abrí temprano las ventanas y tuve que cerrarlas. Te provoca mareos, es una sensación muy fea”, detalló.
Analía, otra vecina, comentó que durante la gestión municipal anterior realizaron denuncias pero deben repetirlas “porque todo se perdió”. Actualmente, están recibiendo asesoramiento para proceder en las denuncias y recolectar las pruebas.
Las plantas del patio están mustias, según Beatriz, por el efecto del gas en el ambiente.
Foto: Guillermo Di Salvatore
Efectos
El contacto con el amoníaco provoca irritación en la garganta, edema pulmonar, daños en la vías respiratorias y en los ojos. También, en concentraciones elevadas puede causar mareos, paro respiratorio y asfixia, sin advertirlo. En la piel húmeda genera quemaduras y ampollas. En diferentes formas y cantidades se utiliza en fertilizantes, productos de limpieza y en aparatos refrigerantes.