AL MARGEN DE LA CRÓNICA
AL MARGEN DE LA CRÓNICA
Pobres
En Argentina hay pobres. Muchos y desde hace tiempo. Al menos desde que tiene memoria el que escribe esto. Muchos más de lo que la mayoría está dispuesto a admitir. Están. Se ven en la calle. Basta con salir y levantar la vista para ver que existen. No hay que haber estudiado sociología, ni haberse enrolado en ninguna de las entidades que tratan de paliarla ni que los medios la pongan en la tapa de los diarios de vez en cuando, para darse cuenta de la situación.
Todo esto viene a cuento de los dichos del cardenal Jorge Bergoglio, que además de ser el primado argentino, es uno de los sacerdotes más influyentes del mundo: “Los derechos humanos se violan no sólo por el terrorismo, la represión, los asesinatos sino también por la extrema pobreza”, al tiempo que advirtió sobre el nivel de fuga de capitales y el agravamiento de las desigualdades.
Exacta y certera, más allá de los hombres que lo rodeaban cuando lo dijo y el lugar desde donde lo hizo, poniendo las cosas en su lugar: la pobreza es un problema estructural y no sólo asistencial.
Dos reflexiones. Primero: los pobres no son de ahora. Desde hace mucho tiempo, al menos una década, al menos 3 de cada 10 argentinos son pobres, entre ellos muchos asalariados. Y no lo son por generación espontánea. Roberto Dromi, que organizó la charla donde Bergoglio dijo lo que dijo, fue uno de los arquitectos de la máquina de generar pobres.
Argentina en la década del “70 era uno de los países más iguales y mejor educado del mundo. Y aquí lo segundo: el problema más grave es la desigualdad, tal como lo viene diciendo la Iglesia, y no sólo ella, desde hace tiempo.
Es imposible resolver la pobreza sin modificar los patrones de distribución del ingreso. El problema de la pobreza, como lo dijo Bergoglio, es estructural y no asistencial. Y eso, hasta ahora, no se hizo. Apenas se intentó. Las mejoras que hubo en los últimos cinco años fueron por derrame, al mejor estilo cavallo-menemista.
Hace un tiempo el obispo brasileño Helder Cámara, que murió hace diez años y está en proceso de beatificación, expresó: “Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista”.
Ahora que se cayó el muro, y los prejuicios quedaron de lado, sería bueno empezar a mirar las causas que originaron esta situación para no volver a repetirlas nunca más.