Neologismos a granel (III)

Neologismos a granel (III)

Enrique José Milani

Los lingüistas -en este caso nos referimos a los de habla hispana- reaccionan de distintas maneras ante los neologismos. Están los que los rechazan de plano si no se ajustan a las leyes del idioma; los que los aceptan con reticencias poniendo muchos peros, y, en tercer lugar, aquellos que les dan la bienvenida de muy buena gana. Es que el mundo y la vida, la Humanidad toda, se expande a ojos vistas; por lo tanto hacen falta nuevas voces que nombren o identifiquen fenómenos, procesos, elementos, seres y cosas, herramientas, tecnologías, descubrimientos... la lista sería interminable. Por lo tanto, bienvenidos sean, siempre que no atenten contra la idiosincrasia de la lengua que lleva siglos de construcción. Frente a la realidad de estas voces nuevas que surgen aquí y allá y se mezclan en nuestro diario decir, hay tres caminos: aceptar sin más ni más los nuevos vocablos, aunque no se ajusten a las reglas de derivación o composición castellanas, y entonces se corre el peligro de crear un maremágnum lingüístico ininteligible e inmanejable. La otra posibilidad es, antes de incorporarlos de manera oficial, esperar a que se ajusten a las normas de corrección; a que convivan por un tiempo hasta que adquieran las debidas formas, se muestren oportunos, convenientes y expresivos, a fin de que razonablemente no se los deseche ni prohíba. Y existe una tercera posibilidad: que sean voces provenientes de otros idiomas. En este caso, están los que se meten de rondón y sin presentar credenciales que los acrediten como “ciudadanos castellanos”. Pensemos en los innumerables anglicismos, galicismos, germanismos,etcétera. A éstos es conveniente -siempre que sea posible- ajustarlos a las normas castellanas en su grafía o acentuación, lo que ha sucedido en incontables casos: por ej., mediante adaptación fonética: nailon, esplín, estándar, masacre, eslalon; por traducción: contenedor, dedicación exclusiva, ordenador,etc.

En notas anteriores, reflexionábamos sobre la necesidad o no de los neologismos, inclinándonos por la primera opción. Agregábamos que unos y otros respondían a instancias subjetivas del hablante o escribiente, quienes se sentían impelidos a emplearlos y, si no existían, los creaban, porque la necesidad de designar se hacía imperiosa; y en esto es justo aclarar que los neologismos literarios, por lo general más ajustados a las normas, inciden menos en la evolución y enriquecimiento de una lengua que los nacidos en el ámbito oral y popular. Los hubo también de vida efímera: nacieron y pronto pasaron al olvido. Otros permanecieron aletargados hasta que hablantes o escritores los volvieron a la vida. Entre estos últimos cabe mencionar al eximio escritor José Martínez Ruiz, español ( l873-l967), más conocido por su seudónimo Azorín. Fue un “resucitador” de, en su momento, neologismos. Gracias a él muchos sobrevivieron. Por ej. prefirió el arcaico “crezneja” al que se usaba en sus días “crizneja” (ambos figuran en el Dicc. con el significado de “ trenza de cabello”, soga o pleita). Puso también de moda: fragüero, botero, odero, alcuza, pegujalero, placera y muchos más.

Cerramos esta tercera y última nota sobre el tema, con una andanada de recientes neologismos, a fin de hacer cierto lo expresado en el título: ellos se prodigan a granel: tecnologizar, monomedia, ciberperiodismo, fidelización, proteoma, proteómica, genómica, biociudades, envero, pandemización, similariedad, dominial, slow food (en contra de los “fast food”), teatrista, atémpora, fotografía estenopeica o fotolata, divisivo/a (que divide), incordiante, eco-boda, niñocéntrico/a, picómetro, verduguear, la previa (entre los jóvenes, momentos antes de la diversión), negacionistas, ecoprogreso, coach educacional (orientadora pedagógica), siemprecidad, deconstituyente, crucerista, direccionario, Educación 2.0, tutoría virtual, conectividad, pinturera (casa de pinturas), paisista, ficcionalismo, inertizar, paletero/a (clase de delincuente), counseling ( consultoría psicológica), counselor (consejera), blanquear (se), estar en blanco, en negro, identitario, constructo, ecoturismo, turismo slow, formatear, maquetación, ofimática, hiperenlace, motoquero/a, mercadotecnia, van, cuotificar, encriptación, reprografía, apalancamiento, masomenismo, maso (apócope de más o menos), estelarizar ( hacer el papel principal), conexidad, estar renunciado/a, resultadista, campeonismo, represaliado/a, refugiado ecológico, policialización, bizarro/a, bizarría, nicho ( de empresa, mercado,etc.), instrumentador/a ( por instrumentista), escuela de instrumentación, adicional/es ( horas extra), cazainmigrantes ( minutemen, en inglés), propagandizar, inóculo, ciencias duras y blandas, bisar y reprisar (repetir), funcionariado, gobernancia, chubasquero, juegoteca, bebino (bebé intrauterino), Tanatología, clínica (taller, cursos de perfeccionamiento, particularmente sobre deporte), masivizado/a, enejar (poner ejes), equinoterapia, y aquí ponemos punto final, pues la lista es interminable.