La muerte del frutillero Cuevas

Iban por el dinero de la cosecha

José Luis Pagés

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Los investigadores del crimen consumado en Arroyo Leyes durante la madrugada del sábado 26 de septiembre estarían trabajando ahora -por descarte de otras hipótesis como aquella que presentó lo ocurrido como resultado de una disputa territorial-, sobre la idea de un fallido intento de robo contra un frutillero que venía colocando a buen precio el producto de su cosecha.

Algunas versiones recogidas hoy llevan a pensar que el grupo de enmascarados que asaltó el establecimiento a las tres de la mañana de aquel sábado iba por una suma muchas veces superior a la cantidad de que finalmente arrancaron a los Cuevas, tras matar a Esteban, el jefe de la familia y después de golpear a su esposa y herir gravemente al joven Álvaro, uno de los hijos.

Los encapuchados que sorprendieron a los quinteros después de reducir y maniatar con precintos plásticos a los peones del establecimiento, y que también se valieron de uno de ellos para que el patrón abriera la puerta de su casa, habrían llegado a Arroyo Leyes con una misión precisa: la de apoderarse de una abultada suma, pero también con un dato erróneo, ya que el preciado botín no estaba en el lugar del hecho.

Posiblemente, el viernes anterior los miembros del propio grupo de familia que se ocupan de las cuestiones financieras y demás asuntos administrativos habrían colocado el dinero a buen recaudo de modo que la banda, informada a medias, jugó y perdió, tanto que ahora carga con la muerte de un productor agropecuario, entre otros graves delitos.

La familia de frutilleros bolivianos vende, como la mayoría de los productores de la región, en el Mercado Abastecedor, también deposita sus ganancias en distintas instituciones bancarias donde los movimientos de dinero, como en el caso de las salideras, son seguidos de cerca por delincuentes que bien pueden formar en bandas como las que actúan en la zona de la costa.

Así las cosas, no sería obra de la casualidad que entre las víctimas de los atracos perpetrados en los últimos seis meses a lo largo de la Ruta Provincial Nro 1, -entre Colastiné y Arroyo Leyes-, se cuenten empresarios, comerciantes o profesionales independientes.

En líneas generales se sabe que las “entregadas” existen y que en estos casos, como en las salideras bancarias, los delincuentes saben adónde ir por dinero en el momento más propicio. Pero, puntualmente por qué las bandas eligen a sus blancos entre los vecinos de la costa, es la pregunta inquietante que merece rápida respuesta.

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El objetivo que perseguían los asesinos de Cuevas habría sido el dinero obtenido por la venta de frutillas en el Mercado Concentrador.

Foto: Archivo El Litoral