Mercedes Sosa
Lic. José Pivin.
Haifa, Israel.
Mi querida Mercedes, allá en el cielo argentino: Te fuiste de madrugada,/ mi Negra Dulce,/ dejándonos más tristes y huérfanos/ porque tu potente, clara y segura voz/ era una dulzura para los oídos y la mente.
Te escuché desde mi juventud, allí en Santa Fe de la Vera Cruz, en la lejana Argentina, seguramente hace cerca de 45 ó 50 años, y quedé prendado por la calidad, el tono y la frescura de tu canto.
Seguí tus pasos coleccionando tus discos, ya que me traían no sólo tu voz y tu canto, sino también el canto de la Argentina y el de la América hispana.
Tuve la suerte de poder disfrutar de algunas de tus hermosas actuaciones en Israel, donde resido, especialmente el gran concierto en el antiguo anfiteatro romano de Cesárea, sobre las aguas del mar Mediterráneo, donde una multitud de cinco mil personas te aplaudieron a rabiar. Allí pudimos, mi esposa y yo, visitarte en tu camarín, al finalizar tu actuación, fotografiarte y fotografiarnos, charlar amigablemente -como viejos amigos- y obsequiarte mis dos primeros libros de poesías: “Infartodiario” y “El inquilino que hay en mí”.
Hoy te fuiste de este mundo endurecido, de este “valle de lagrimas”, para remontarte al cielo, cual barrilete de esperanzas y sonrisas, para desde arriba cuidar a tus hermanos argentinos y latinoamericanos.
Tus canciones rebeldes, de protesta contra la injusticia, contra la brutalidad, contra la fuerza, de amor a la naturaleza y a los seres humanos, seguirán siendo una bandera para aquellos que te aman, desde los humildes y pobres para arriba, los estudiantes y escolares, los agricultores, los artistas de todo tipo, las amas de casa, los empleados, los académicos, los profesores y tal vez, algunos políticos, sin distinciones de religión, color de piel o país de origen.
Mis sentidas condolencias para todos los que te recuerdan con lágrimas en los ojos o un nudo en la garganta. Para todos los que aman la libertad y odian las injusticias, vivan donde vivan. Dios te bendiga y te cuide allí arriba, querida Negra Sosa.




