EMOCIONES EMBARRADAS

Santa Fe fue sede del BARROFEST, encuentro de Jeeperos en el que predominaron la camaradería y destreza de los pilotos y sus navegantes. El evento de jornada completa sirvió para demostrar que la geografía santafesina puede aprovecharse para atraer a los apasionados por el 4x4.

Marco natural. Los trazados agrestes de Paraná y Villa California fueron los escenarios ideales para el encuentro y testeo de los Jeeperos de la región.

Foto: mariano bertoia.

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Tal como lo habíamos anunciado, entre el 4 y 6 de septiembre, se desarrolló el encuentro jeepero denominado “BARROFEST 2009”. En su tercera edición, reunió vehículos de Rosario, Gálvez, Funes, Esperanza, San Justo, Paraná y hasta un visitante rionegrino que, junto a los santafesinos, dieron un marco de potencia y color en el travesía de ese fin de semana.

El día viernes se produjo el arribo de los primeros participantes, completándose el total el día sábado a las primeras luces del alba. Una vez congregada la formación en el estacionamiento del centro comercial ubicado en la ruta 168, y con los ansiosos saludos de quienes no se han visto desde la anterior edición, sumados al nerviosismo de la partida de la travesía, tomó cuerpo la caravana hacia la balsa del Ejercito Argentino, primera posta, para cruzar hacia la ciudad de Paraná.

Barrancas vecinas

El cruce en balsa le dio el verdadero espíritu off road, al prescindir totalmente de caminos, principales y secundarios, para arribar a un punto determinado. Para muchos visitantes la expectativa de embarcarse por primera vez - algo que quizá es común para los santafesinos- era digna de mención; estar abordo junto a sus vehículos, los hizo sentir parte de una aventura, como aquella propaganda famosa de varios años atrás en la cual el protagonista encendía un cigarrillo al cruzar un río en balsa.

Ya en la vecina orilla, antes de dirigirnos al terreno de prueba, nos dimos el lujo de realizar un circuito entre las pintorescas barrancas del Parque Urquiza, ante los efusivos saludos de automovilistas y peatones.

El circuito de travesía elegido en Paraná deslumbró a todos los competidores por la belleza de sus paisajes, dando un marco natural que nos enorgullece a los del litoral; el clima parecía estar de acuerdo con nosotros, al permitirnos el paseo al sol, especialmente aprovechado por los vehículos que circulaban descapotados.

Ya cerca del mediodía, se emprendió el regreso hacia la pista off road que se había preparado especialmente para el encuentro en la margen este de la laguna Setúbal, detrás de Villa California.

Una vez en el lugar, los competidores hicieron el reconocimiento recorriéndolo a pie, evaluando los grados de dificultad de cada obstáculo y estableciendo las técnicas para efectuar el vadeo. Después de una frugal “hamburgueseada”, se dispuso todo para dar la orden de partida.

La pista

En el diseño del trazado se tuvo en cuenta no provocar alteraciones al medioambiente, aprovechando al máximo las irregularidades naturales del terreno.

En su determinación, se incluyeron escenarios propios de esta actividad:

El pantano, procurando que la extensión sea mayor a diez metros cuadrados, que permita circular con un hundimiento de cubiertas no mayor a 25 centímetros.

El seco, con trepadas no inferiores a 15 grados, para aplicar toda la potencia de los motores y la delicadeza en el manejo para no poner en juego el equilibrio del vehículo y evitar la tumbada del mismo.

Los cursos de agua, que ocultan posibles deformaciones de terreno, donde hundirse 10 centímetros más del nivel de agua que se viene vadeando, puede significar mojar el motor, impedir su normal funcionamiento y, de esta forma, quedar varado y fuera de competencia.

Los terrenos mixtos, la prueba por excelencia, en la cual se conjugan las dificultades de las tres anteriores, y donde sucumben hasta los mejores pilotos.

El barro

¿Cómo describir la ansiedad contenida de aquellos que han preparado su vehículo y, teniendo en cuenta sus años de fabricación –54, 58, 60, entre otros-, han recorrido algunos cientos de kilómetros para someterse a un desafío de destreza y habilidad junto a amigos con esta pasión en común?

Ver las imágenes de los vehículos atascados en el barro, avanzando unos pocos centímetros, con el motor rugiendo y despidiendo una lluvia de barro de sus ruedas, mientras el resto de los competidores, desde un lugar seguro en tierra firme, hacían fuerza a través de las contracciones de sus músculos, como si de ello dependiera que el jeep avance otro corto trecho y logre despegarse.

Ese espíritu de camaradería y lealtad con el grupo, es, quizá, el detalle a destacar de este tipo de encuentros, motivando a los organizadores a superar las apuestas para la próxima edición de 2010.

 

La balsa del Ejército Argentino fue el medio usado para cruzar hasta Paraná. Los jeeperos visitantes encantados con la iniciativa. Volvieron por el Túnel. Foto: mariano bertoia.