Diego fue sincero después del partido...
“Me veía afuera del Mundial”
El “avioncito” de Maradona. Lo festejó como si fuese un jugador más o como si hubiese ganado un campeonato y allí estaría la copa para venerarla con el tradicional “panzazo”. Bajo la lluvia, Maradona exteriorizó su alegría de esta forma para festejar el gol de Palermo. Un gol clave que el fútbol argentino, si vamos a Sudáfrica, jamás se olvidará.
Foto: AFP
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Había que agilizar el oído para saber cuál era el jugador más aplaudido cuando desde los altoparlantes se mencionaba la formación argentina. El más silbado, por lejos, fue Heinze. El primero que percibió el cariño de la gente fue Mascherano; luego llegó el turno de Messi y al final, cuando se mencionaba el banco de suplentes, bajó la ovación más ruidosa: la que recibió Martín Palermo.
A los 30 minutos del primer tiempo, el nombre de Palermo empezó a bajar desde las tribunas. ¿Eran sólo los de Boca?, quién sabe. Maradona, atento a que en el segundo tiempo se lo iban a pedir con más intensidad, decidió ahorrarse la espera y las exigencias: lo puso desde el arranque del complemento.
“Martín, andá y resolvé este partido”, le dijo Maradona. Vino el gol peruano y las dudas nos invadieron a todos. “Pensé que estábamos liquidados, me olvidé de que estaba Palermo” se sinceró el técnico. “Y bueno, si la Tota se enoja porque la gente me pedía a Palermo puteándola a ella, sabrá comprendernos a todos”, señaló con la sonrisa a flor de labios, en medio de la maraña de cables y cámaras.
Duchado, llegó a la conferencia de prensa en el carrito de la sanidad. Lo hizo por el mítico anillo del Monumental, a puro grito, cantando: “¡Vamos, vamos, los pibes!”. “Tenemos una vida más, la ilusión está intacta. El Barba se dio una vuelta por el Monumental”, dijo Diego, reconociendo también que le encantó festejar como lo hizo, tirándose “de panza” al césped del Monumental, en medio de la euforia descontrolada de sus jugadores y cuerpo técnico.
“Cada sector del Monumental tiene sus gustos y yo los respeto. Pero no me puedo detener en el “Diego necesita esto, o Diego consume’. Tengo que darle para adelante, porque hay muchas cosas por resolver pensando en el miércoles”, concluyó. “Ahora me voy a la concentración, cenaré con los muchachos y les hablaré por teléfono a mis hijas, a Vero y a la Tota... ¡Pobres, lo que habrán sufrido!”, concluyó.
