Pakistán

El ejército puso fin a un asalto talibán

 

Un ataque lanzado 24 horas antes por los talibanes contra el cuartel general del ejército paquistaní cerca de Islamabad, al que siguió una toma de rehenes, llegó a su fin este domingo con un alto balance de muertos: ocho militares, tres rehenes y ocho asaltantes.

Los insurgentes islamistas vinculados a Al Qaeda han intensificado en los últimos meses su campaña de atentados en Pakistán, esencialmente suicidas, que ha causado más de 2.200 muertos en poco más de dos años.

Con el ataque del sábado y domingo demostraron que tienen la capacidad para atacar al corazón mismo del dispositivo de mayor seguridad de este país, única potencia nuclear militar demostrada del mundo musulmán.

Durante 24 horas, tuvieron a todo el mundo en vilo en un ataque muy mediatizado seguido de una larga toma de rehenes. Un total de 42 militares y civiles empleados por el ejército fueron retenidos en un edificio anexo al cuartel general del ejército, la más poderosa institución paquistaní, en la ciudad guarnición de Rawalpindi. El domingo al amanecer, antes de que los primeros almuecines llamasen a la oración de la mañana, el ejército lanzó un asalto a los secuestradores. Un periodista oyó al menos dos explosiones, seguidas de tiroteos.

Treinta y nueve rehenes fueron liberados, pero la operación se saldó con un alto balance: tres rehenes y dos soldados murieron, así como cuatro de los secuestradores, informó el general Athar Abas, portavoz del ejército.

El quinto asaltante, herido, fue capturado cuatro horas después del inicio del asalto.

El ataque había comenzado ayer a última hora de la mañana. Hombres armados y vestidos con uniformes militares se habían presentado, a bordo de un minibús, en la entrada principal del Gran Cuartel General, en el que se encuentra, entre otras instalaciones militares, el Estado Mayor en su totalidad.

Cuando los guardias de seguridad les impidieron la entrada, lanzaron un ataque con artillería y granadas.

Estalló así un violento combate que duró más de una hora y en el que murieron seis militares y cuatro asaltantes.

Las imágenes de los comandos dirigiéndose hacia el lugar y de los helicópteros sobrevolando el cuartel general dieron rápidamente la vuelta al mundo.

Cinco de los insurgentes lograron sin embargo huir y tomar a los rehenes en un edificio anexo.

Ayer, el ejército afirmó que se trataba de un ataque del Movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP), vinculado con Al Qaeda y enfrentado al gobierno de Islamabad por su alianza con Washington en la “guerra contra el terrorismo”.

Este grupo, cuyos bastiones se encuentran en las zonas tribales del noroeste del país, fronterizas con Afganistán, reivindicó el ataque, según varios canales de televisión.

El nuevo jefe del TTP, Hakimilá Mehsud, ha jurado multiplicar los atentados contra “Norteamérica y Pakistán” para vengar la muerte de su predecesor, Baitulá Mehsud, al que mató el 5 de agosto uno de los misiles disparados por los aviones sin piloto estadounidenses que atacan con frecuencia a Al Qaeda y los talibanes afganos y paquistaníes en las zonas tribales.