EDITORIAL
EDITORIAL
Conocer los riesgos para reducir desastres
Desde hace dos décadas y por disposición de las Naciones Unidas, el segundo miércoles de octubre está dedicado a concientizar sobre la importancia de prevenir la ocurrencia de catástrofes o, al menos, de generar las condiciones que permitan mitigar sus efectos, además de renovar el compromiso de los Estados para coordinar acciones en ese sentido. Precisamente, en esta jornada se conmemora el Día Internacional para la Reducción de Desastres, fecha a la que adhirió el gobierno local con una serie de actividades de difusión.
Como se dijo, el objetivo de esta fecha es promover acciones conjuntas que permitan operar desde la etapa de prevención hasta la rehabilitación y reconstrucción luego de ocurrido el fenómeno. En todo caso, se trata de evitar o morigerar las consecuencias sobre la población que, en definitiva es la que termina definiendo la catástrofe como tal: ésta no existe sin afectación de vidas humanas o bienes materiales. Y ese efecto se potencia -tal como quedó demostrado en esta ciudad- en aquellos sectores que presentan mayor vulnerabilidad, fuertemente asociada ésta a la población más empobrecida.
Según coinciden expertos, una tarea de prevención y mitigación se funda en una acción combinada entre el Estado, el conocimiento científico y tecnológico que debe estar integrado a la toma de decisiones, y la participación de la comunidad, indispensable para poner en práctica todo plan. En este punto es necesario señalar que un paso previo fundamental para poder actuar de manera adecuada es el conocimiento del riesgo al que se está expuesto.y de las acciones que se deben concretar una vez ocurrido un hecho extraordinario.
En este sentido, la acción sistemática -y la respectiva capacitación- de los operadores de los medios de difusión masiva constituyen un factor decisivo para fomentar la concientización. Por otra parte, la naturalización del uso y manejo de instructivos básicos en la etapa de aprendizaje escolar, es uno de los recursos más apropiados para permitir una temprana asunción de conductas y criterios que, en el futuro, permitan morigerar los efectos de los fenómenos naturales desbordados y, con ello, reducir la magnitud del desastre.
En definitiva, son tan necesarios los recursos humanos y económicos para la concreción de las obras precisas y para el desarrollo y puesta en práctica de los proyectos, como la capacitación de quienes tienen a su cargo ejecutar los planes antes, durante y después de un desastre y -para que todo este esfuerzo pueda ser aprovechado- una adecuada difusión para que informaciones y directivas lleguen sin interferencias a toda la comunidad.