TC 2000
Eduardo Manuel Rossi
DNI. 4.544.332.
Señores directores: Todo lo que generó la competencia del TC 2000 recién se volverá a repetir dentro de un año. Desde el punto de vista turístico fue grandioso ver, durante el día sábado, el impresionante movimiento por las calles de nuestra ciudad. Algunos ya conocían Santa Fe, otros por primera vez transitaban por aquí. Me hubiera gustado ver en el centro una pléyade de promotoras de la Dirección Municipal de Turismo debidamente identificadas, asesorando al turista sobre todas las opciones que ofrecía Santa Fe, museos, costaneras este y oeste. Me hubiera gustado ver a la exquisita Banda Municipal que tenemos, interpretando melodías en alguna esquina de la peatonal. Me hubiera gustado que, aunque sea, hubieran enderezado el farol que hace seis meses que está quebrado e inclinado frente a la librería Pablo VI. Me hubiera gustado que repusieran el foquito de las 15 luminarias que no funcionan desde hace mucho tiempo en el paseo peatonal sur. Todos detalles. Casi cero peso en costos. Pero que hubieran puesto el moño a todo lo que se hizo. Que fue mucho.
Puede que el señor intendente esté muy ocupado en otras cuestiones, pero es justamente la Dirección de Turismo la que tiene que acercarle esas ideas, si es que a él no se le ocurren.
Y el gran papelón. Debe ser la única ciudad del mundo que tiene una peatonal como la nuestra ubicada paralelamente a sólo 250 m del circuito. Y a otros 250 m del circuito, el complejo Casino-Shopping. Simulé ser un turista y pregunté en acceso a calle Tucumán, cómo podía hacer para conocer el shopping. Muy amablemente me indicaron que tenía que ir hasta calle Corrientes y acceder por una vieja entrada al puerto. Lo hice. No sólo tuve que caminar 700 m hacia el sur, atravesar áreas de pasto hasta llegar a la entrada, sino que luego tuve que transitar otros 700 m hacia el norte, pasando por detrás de galpones inmundos, desechos de todo tipo y por una senda de tierra, llena de escombros y piedras, vías de ferrocarril en desuso y sortear decenas de camiones estacionados.
Y si me indignó hacer ese camino al mediodía, ni les cuento cuando lo repetí a las ocho de la noche. Todo absolutamente oscuro. Era de terror.
Extremadamente sencillo era solucionar esto a través de la pasarela peatonal, que encima fue construida por el complejo que quedó, en esta oportunidad, totalmente aislado.
Y más aún habiéndose construido otra pasarela, un poco más al sur, que permitió unir ambos laterales del circuito.
La reflexión final es cómo ante la titánica labor realizada para que el fin de semana fuera una verdadera fiesta, surgen estas cuestiones simples y subsanables con sólo un poquito de inteligencia, que logran empañar en parte el brillo que todos hubiésemos deseado para mostrar a nuestros turistas.




