Lo llaman “Los charros”, porque en los ‘70 los dirigió José Manuel Moreno...
Merlo, el rival de los tatengues: ¿un gerenciamiento exitoso?
Hace tres años que a este club lo maneja una empresa y consiguieron dos ascensos.
Enrique Cruz (h)
Norberto Arizmendi es un hombre cuyo nombre resulta conocido en el ambiente del fútbol. Fue representante de jugadores e intermediario. En Santa Fe tuvo vinculaciones, otrora, con ambas instituciones. Desde hace tres años se acercó a Deportivo Merlo para llevar adelante un gerenciamiento deportivo que marcha viento en popa: en tres años, el club consiguió pasar de la Primera C a la Primera B Metropolitana, primero, y luego a la B Nacional. Además, se transformó en la gran sorpresa de este torneo, hasta el momento, y de no ser por la derrota del lunes ante Defensa y Justicia, estaría segundo y a un punto de Unión.
“El 100 por ciento de los jugadores pertenecen al gerenciamiento. Y de lo que se vende, el 85 por ciento va al gerenciamiento y el 15 por ciento queda para el club. Antes, los números no nos cerraban. Ahora, que recibiremos unos 3.000.000 de pesos en el año sólo por concepto de televisión, vamos a equilibrar y hasta nos daremos el lujo de cerrar con superávit”, dispara Arizmendi en el comienzo de la charla.
“Dos o tres años en la B”
Como todo gerenciamiento, despierta algunas dudas. La Argentina es un país en el que este tipo de estructuras económicas y de gestión se observan de reojo, hasta con desconfianza. “Nosotros hemos tomado ejemplos y enseñanzas de instituciones europeas y mexicanas. Es cierto que, en algunos casos, el gerenciamiento fue nocivo. Pero en el de Deportivo Merlo, no. Estamos manejando las cuentas con mucha seriedad, no nos volvemos locos y sabemos hacia dónde vamos. Nuestro objetivo es solidificarnos en la categoría, jugar dos o tres años sólo para hacer campañas sólidas que nos permitan quedarnos sin zozobras en el promedio, y después se verá”.
Arizmendi no tiene empachos en contar algunas intimidades del contrato, como que una de las cláusulas más importantes es que el gerenciamiento responde con los bienes patrimoniales de sus integrantes frente a una supuesta mala gestión. “En algún momento, acudimos en custodia del club y pusimos plata en él. Ahora ha llegado el momento de que también generemos algo de ganancia. El club se ocupa del resto de las actividades, que no son pocas. Tenemos buena relación con la comisión directiva y el proyecto no sólo apunta a la gestión del fútbol profesional, sino también al fútbol amateur. Muchos jugadores surgieron de nuestras canteras. Y sabemos que allí está el negocio futuro”, señaló Arizmendi.
“Estoy a favor de los dirigentes rentados”
Luego de declararse a favor de los “dirigentes rentados”, explicó que “en el fútbol pasa como en la política. Los políticos tienen que ganar muy bien para no caer en la tentación. Los dirigentes de fútbol dejan sus empresas, le dedican todo el tiempo al club, pierden plata y en muchos casos hasta pierden la familia. Entonces, ¿por qué no pensar en dirigentes pagos y que se dediquen full time al club? Eso sí, deberían rendir cuentas de lo que hacen y en caso de no llevar adelante con eficacia sus funciones, se tendrán que ir”.
Por último, Arizmendi habló de la cancha de Armenio (“está mejor que la de Fénix”), dijo que a su equipo lo llaman “los gitanos” (“andamos de un lugar para el otro”) y que es probable que en breve tiempo puedan jugar en su estadio, que se llama José Manuel Moreno en honor al gran jugador que militara en River en los tiempos de oro del club “millonario” (el integrante de la famosa Máquina junto a Muñoz, Pedernera, Labruna y Loustau), quien dirigió a Deportivo Merlo en 1977 y 1978, muriendo en Merlo, precisamente, el 26 de agosto de 1978. Para muchos, el “Charro” Moreno fue, después de Maradona, el mejor jugador argentino de todos los tiempos. Jugó hasta los 44 años a pesar de que no se cuidaba. Y un dato curioso: siendo ídolo de River, quizás uno de los mejores jugadores que se puso la camiseta de la banda roja, siempre confesó su fanatismo por Boca. Con River fue campeón cinco veces, pero en 1950 se sacó las ganas de jugar en Boca: lo hizo en 22 partidos.





